Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 20

Vanesa pensó que Santiago no volvería a visitarla, pero inesperadamente, esa persona llegó por la tarde, encima con algunas frutas.

En ese momento Vanesa estaba sentada en la cama jugando al póquer con Adam, estaban jugando a Bazucazo con dos personas.

Santiago se detuvo cuando llegó a la puerta.

La puerta de la sala estaba entreabierta, pudo oír lo que decían en el interior.

Por lo que parecía, Vanesa estaba bien, encima estaba sonriendo.

—No necesito a una cuidadora. He visto muchos médicos por esta enfermedad. Solo es cuestión de cuidarse bien en casa unos días.

Había tiras de papel pegadas en el rostro de Adam, mientras hablaba, soplaba las tiras.

—Es porque no te cuidas bien. El médico me lo dijo. Toma lo en serio, ¿vale? Cuídate bien.

—Bomba, solo me quedan dos cartas más ——Vanesa sonrió.

Adam miró las cartas y las arrojó directamente.

—Sí, me rindo —continuó. Tu ex no sabe nada de esto, ¿no? Parece que no lo sabía hasta anoche.

Vanesa tiró las cartas sobre la cama.

—Claro, de hecho, no sabe nada.

—Lleváis casados casi un año pero ni siquiera sabes que tienes problemas estomacales de hace años —Adam refunfuñó.

—Es normal que no lo sepa, sabe muy pocas cosas de mí —Vanesa rio.

Adam miró a Vanesa.

—Entonces, ¿cómo lograste superarlo antes?

—¿Puede que sea fuerte? Tal vez —Vanesa ordenó el póquer sonriendo.

Ella bajó las cejas.

—Si tuviera que fijarme en cada cosa pequeña que ocurría, podría haberme muerto de cabreo muchas veces. ¿No?

Santiago estaba en la puerta, mirando el rostro sonriente de Vanesa.

En realidad, en el pasado siempre había visto esa sonrisa llena de alegría, parecía falsa y impotente.

Santiago entró en silencio.

—Perfecto —Adam asintió—. Parecía decírselo a Vanesa a propósito.

—Que Vanesita está hospitalizada, podemos quedarnos a cuidarla.

Vanesa volvió la cabeza y miró a Adam, sin sonreír.

—Bueno, va a llegar la noche. Iré a comprar algo de comida de vuelta —Adam parpadeó.

En realidad, todavía quedaba mucho tiempo antes de la noche. Vanesa sabía lo que quería hacer Adam: Quería darles espacio a los dos.

Claro, Santiago también lo sabía.

Pero ninguno de los dos habló.

Adam tomó el teléfono, se dio la vuelta y salió apresuradamente de la sala.

Después de cerrar la puerta, todavía miraba adentro a través de la ventana.

Santiago se sentó en el sofá. Por su lado, Vanesa se reclinó en la cama debidamente y se cubrió con la colcha.

«¿Qué están haciendo? Aunque estuvieran divorciados, no tienen que ser tan torpes. ¿No?» Adam suspiró.

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