Vanesa escuchó el sarcasmo en el tono de Erika.
—Mejor olvídalo, he oído que no tiene muy buena reputación, quizá no te guste.
—La amiga de la señorita Vanesa debe tener sus propios asuntos que atender, así que... —se apresuró a decir Lidia.
—No pasa nada —la interrumpió directamente Erika—, nunca había oído que Vanesa tuviera una amiga, y hoy es el día.
Santiago permaneció en silencio a su lado, aparentemente sin intención de detener a Erika.
Vanesa sabía que esta era la oportunidad que Santiago le estaba dando.
—Bueno, les llamaré.
Vanesa llamó directamente al número de Stefano, que acababa de guardar.
—Oye, Vanesita, ¿qué haces llamando, me has echado de menos? —preguntó Stefano con curiosidad.
El teléfono no estaba en el altavoz, pero en el silencio, la voz de Stefano fue claramente escuchada por todos.
Alexander frunció ligeramente el ceño, pensando que no era algo que debiera decir un amigo. Erika también hizo una mueca.
—Estamos en la habitación 606, ven un momento, todos los que están aquí quieren conocerte.
—¿Eh? ¿Sí? Vale, vale, ahora mismo voy —Poco después de decir eso, se abrió la puerta de la sala privada.
—Vanesita, estoy aquí —las voces en el teléfono y en el pasillo se superponen.
Vanesa colgó el teléfono y se volvió hacia la puerta, mirando a Lidia de pasada, con cara de satisfacción.
Stefano vio a Vanesa corriendo alegremente.
—¿Los padres de tu marido quieren verme? Los he conocido, antes.
Mientras decía esto, entró,
—Hola a todos. Tío, soy yo, Vanesita y yo somos amigos y nos llevamos muy bien — se presentó con un comportamiento natural.
Alexander se congeló al verlo y Erika se levantó sorprendida.
—¿Stefano? ¿Qué haces aquí?
Alexander y Erika conocieron muy bien a Stefano, que era un cabrón. La familia Morillo tuvo primero cuatro hijas y no tuvo un hijo hasta muchos años después, por lo que lo adoraba mucho y como resultado era caprichoso y revoltoso. Ahora el chico dirigía un club, que habían oído hablar de tener todo tipo de servicios ilegales y había sido denunciado varias veces.
Gracias a que la familia Morillo era bastante rica, si no, la familia se hubiera arruinado por este hijo.
Alexander siempre había mantenido a Santiago a distancia de Stefano, pero la familia Morillo era una buena fuente de apoyo, y las cuatro hijas de la familia Morillo tenían buenos matrimonios, y a pesar del comportamiento del heredero así, las cuatro hijas gestionaban bien la empresa.
Por eso, aunque a muchos no les gustara Stefano, no se atreverían a molestarlo.
—¿Cómo os hicisteis amigas Vanesa y tú? ¿A través de Santiago? —Erika le preguntó a Stefano.
Vanesa no decía nada con una ligera sonrisa en su rostro.
—No puedes decir eso, tengo mejor relación con Vanesita que con Santiago, míralo... —continuó Stefano— míralo, es tan tranquilo y calmado, no es del mismo tipo que yo, pero Vanesita... el carácter de Vanesa es similar a mí —giró la cabeza y miró a Vanesa.
—Bro, basta ya, ¿no sabes la reputación que tienes? —Vanesa interrumpió, ignorando a los demás, y dijo directamente,
—Me encanta que te burles así de mí —respondió Stefano.
Cuando la familia Merazo se hubo marchado, Santiago pasó el brazo por los hombros de Vanesa y dijo a sus padres,
—Vanesa y yo nos vamos al cuarto de Stefamo, así que deberíais ir a casa a descansar.
—Es muy tarde, también regresa temprano.
Santiago volvió a decir que lo sabía.
Alexander suspiró y condujo primero a Erika.
Vanesa escuchó débilmente a Alexander decir desde el pasillo,
—No deberías intentar avergonzar a Vanesa en esta ocasión.
En cuanto a lo que Erika murmuró, no lo escuchó con claridad.
Stefano se quedó en la puerta sin darse cuenta de que lo que acababa de ocurrir había hecho que el ambiente fuera poco agradable, y dijo con calma,
—Se han ido todos, vamos, id a esa habitación privada mía.
Santiago y Vanesa se miraron un momento y siguieron a Stefano.
Erick y Fabiana seguían mirando sus teléfonos y al verlos regresar Erick se levantó y preguntó, —¿Qué pasa, nos vamos?
—No, los de allí se han ido, así que podemos seguir comiendo.
—¿Salieron tan rápido por ahí? —Erick se quedó helado.
—Debido a tu buen amigo —Vanesa respondió con una sonrisa.
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