Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 344

La noticia del divorcio ya divulgó en todas las partes. Ahora todas las personas ya sabían que ella se echaba por la familia Icaza, por supuesto, sus padres.

Al entrar en su casa, la madre de Erika la abofeteó directamente.

—¡Tonta! —dijo la madre de Erika con ira.

—¿¡Por qué tengo una hija estúpida como tú!? Ahora toda la ciudad ya se ha enterado de esta noticia, la reputación de toda la familia Ibarra se destruyó. Incluso golpeaste a Alexander, de esa manera, no va a perdonarte en absoluto. Al principio, pensó que Alexander podría a recogerte un tiempo más tarde, pero ahora todo es imposible. Además, La señora Diana no va dejarte recasarte con Alexander.

—¿Por qué cada uno me reprochó? Sí, soy caprichosa. Pero todo ya ha pasado. Ya que todos no quieren aceptarme, me voy, voy a mudarme de aquí. No te preocupes, así, mi escándalo no va a afectar supuesta reputación de la familia Ibarra.

Luego, se tomaba su bolsa. Antes de salir, su madre le advirtió

—Tu padre ya está en hospital por ti y aún así quieres crear problemas otra vez. Si sales esta vez, no te permitiré entrar en mi casa.

—No te preocupes, no voy regresar aquí jamás.

Después de decir eso, se fue directamente.

Como lo que dijo su madre, toda la ciudad ya había enterado de la noticia del divorcio. Algunas personas incluso grabaron los vídeos de su movimiento loco. Todo el mundo estaba hablando de ella.

«¿A dónde voy? »

De repente sonó el móvil.

Después de una inmóvil observación, Erika suspiró profundo.

«Seguro que me llama por la noticia del Internet.»

No recibiendo la primera llamada, poco después le llegó la segunda.

No tenía otra remedio que cogerla.

—Hola, Lidia, ¿cómo estás? ¡Qué sorpresa recibir tu llamada! ¿Pasó algo?

Escuchando su tono tranquilo, Lidia se quedó sorprendida, luego contestó en voz baja,

—Tía Erika, ¿has leído la noticia?

«¡Lo sabía!»

—Todavía no, ¿pasó algo? —sonrió forzosa Erika.

—¿Tienes tiempo ahora? Me gustaría verte en persona y ahí hablaremos —dijo Lidia.

Después de una inmóvil reflexión, Erika dijo,

—Vale.

Luego Erika cogió un taxi para la cafetería.

Apenas se acercó a Lidia, Erika sonrió forzosa,

—Perdón, he llegado tarde, porque hay mucho atasco en el camino.

—No pasa nada, tía Erika —se levantó Lidia saliendo a su encuentro—, ¿todo bien?

—Todo bien, no te preocupes —dijo Erika calmada.

Luego Lidia sacó el teléfono para abrir el vídeo en que Erika gritaba insultando en el hospital.

Con los ojos clavados en la pantalla, Erika se esforzó por mantenerse calmada,

—No es nada grave.

Lidia apagó el teléfono y la miró con los ojos asombrados,

—Tía Erika, ¿estás divorciada de verdad?

Erika no era mentirosa. Ahora frente a la interrogación de Lidia, no era capaz de mentirla.

—Sí, me he divorciado —sonrió Erika forzosa—, y lo del hospital lo hice yo porque no dejaría en paz a quien no me daña. Es una venganza el escándalo para que la familia Icaza sea consciente de lo capaz que seré.

Terminadas las palabras, Erika ordenó su cabello y añadió,

—Además, no me importa el divorcio. Nadie se morirá sin amor, ahora que estoy soltera, podré llevar una vida más relajada.

Lidia no la contestó sino la miró.

«Por eso no me dejaba visitarla a la Casa Icaza porque ya no era la señora aquí. Ahora que se había divorciado con Alexander, no me será útil para tener contacto con Santiago.»

Mientras Lidia se quedaba distraída pensando en su divorcio, Erika seguía hablando sus quejas y enojos,

—Cualquier hombre es mejor que Alexander, no me faltarán los hombres.

La familia Ibarra no quería anunciar su divorcio con tanta rapidez, pero los de Icaza parecían estar ya decididos a hacerlo, y en este caso, no tenía Erika ningún remedio que aceptarlo y quejarse como ahora.

Detuvo Erika de repente mirando a Lidia,

—¿Pasa algo? Lidia.

Lidia sonrió forzosa,

—No, nada.

—No te preocupes, aunque me divorcié de Alexander, todavía soy madre de Santiago, te ayudaré lo que pueda para que te cases pronto con él.

«¿Cuántas veces me has dicho que me habrías ayudado en nuestro matrimonio? Y ¿Cuándo lo has logrado?»

Acariciando las sienes, Lidia suspiró,

—Tía Erika, ¿no habrá ninguna posibilidad de que vuelves a estar con tío Alexander?

—Imposible —dijo Erika enojada—. Hace mucho tiempo ya descubrí que tenía él un contacto íntimo con esa mujer, pero no había pensado que se hubieran mantenido en contacto hasta hoy en día. ¡Todos los hombres son cabrones! De ninguna manera volveré a estar con él.

—¡Uf! Lo siento mucho, tía Erika —dijo Lidia con cierta impaciencia.

De repente sonó el teléfono de Lidia. Apenas contestó unas palabras, lo colgó, y dijo,

—Perdón, tía Erika, todavía me queda mucho trabajo por hacer, me tengo que ir ahora, otro día hablamos.

—Vale —dijo Erika.

Ni si quiera la miró, Lidia se marchó precipitada,

—¡Nos vemos otro día! —dijo Erika.

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