Lidia comía con una manera elegante, pero por lo contrario, Vanesa solo prestó la atención a la comida sin preocuparse por su imagen.
Vanesa le echó una furtiva mirada,
«¿Así es como comía yo?¡No puedo creer lo incómodo que parece!»
Hasta que se quedó bastante llena, Vanesa dejó los palillos y se apoyó contra la silla, soltó un largo respiro,
—Mi habitación… —cuando miró hacia Santiago quien estaba comiendo aún, detuvo sus palabras—, nada prisa, come.
Pero Santiago ya dejó los palillos y Lidia también, así que Adam dejaba de comer a regañadientes. Santiago se levantó después de limpiar la boca con pañuelo.
—Ven conmigo.
La habitación para Vanesa, estaba al final del pasillo, lejos de la de Santiago. Además no había mucha luz. Por supuesto fue un regalo que Señora Erika le dio.
Apenas entró a ella, Santiago frunció el ceño, porque esta habitación era almacén antes.
La intención de Erika era tan clara como el agua.
—Cambia otra —ordenó Santiago a la sirviente.
—Pero no queda ninguna vacía, porque la señora Erika había ocupado casi todas las habitaciones… —explicó la sirviente avergonzada.
—Señora Lidia —dijo la sirviente abriendo la puerta.
Apenas entró a la habitación, Vanesa se quedó sorprendida, porque estaba decorada de manera especial y exquisita. Las sábanas eran bordadas de flores, y el tocador era de estilo europeo. Mientras la alfombra y el armario se acomodaban bien con estilo de elegancia y dulzura, además, había una amplia vista hacia afuera.
Vanesa echó a reír.
«¿Por qué no la preparó Erika según el estilo matrimonial? Así se ahorrará mucho tiempo para decoración en el futuro. ¿no?»
Santiago estaba sin palabras,
—Pues duermes aquí.
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