‒ Gracias, pero ya para el viernes tendré nuevo transporte, dale gracias a tu hermana.
No pude resistir lanzar una gran carcajada contagiando a Livy, Jillie había salido perdiendo. Con esa risa en los labios salimos del ascensor, nos encaminamos rumbo a mi deportivo, pero al divisar a una persona no grata al frente, sentí que todo se iría por el drenaje, sentí cuando Livy se percató del sujeto, pero como si no hubiera pasado.
Un frio viento azotó mi rostro, como si el calor que unos segundos antes me arropaba, se hubiera ido de vacaciones al ver a Justin esperando a Livy en medio de su auto y el mío, ella no se inmutó, ni sorprendió, mucho menos perdió la alegría que la embargaba, es más, nos fuimos acercando a donde se encontraba, con un gesto instintivo agarre más fuerte el brazo de Livy y me valieron cinco pepinos si él se dio cuenta, así estaba marcando mí territorio. O como diría Jillie, solo faltaba que le meara los tobillos.
Con el grandísimo esfuerzo de no perder mi buen humor, saludé con un apretón de manos al ex novio de Livy, sobrevino un silencio, un poco tirante, pero no me importó, no le estaba robando la novia a nadie, ni estaba cometiendo ningún acto deshonesto, estaba actuando con todas las de la ley, Livy estaba libre.
Era evidente que Justin no se esperaba verla tan feliz y colgada de mi brazo, tal vez pensaba que estaría hecha un mar de lágrimas, inconsolable esperando a que llegara él y arreglaran sus asuntos, pero esta mujer ya había tomado su decisión, sin saludarlo siquiera lo miró a la cara levantado la barbilla en pose de reto. Esa sensación de desconcierto se acabó por completo al escuchar las palabras de Livy.
‒ Mañana con mucho gusto traeré tus cosas, ya que insistes tanto en venir por ellas ‒ dijo sin enojo en la voz, pero sí muy tajante.
‒ Pensé que podríamos ir al departamento y tal vez por casualidad me las podías proporcionar
‒ No pienses ‒ así de rotunda fue su contestación.
¡Me estoy llevando una fiera! y vaya que me encantaba, me gustan las mujeres con carácter.
Abrí la puerta del lado del copiloto y permití que se acomodara en el asiento, cerré la puerta y con un movimiento de cabeza me despedí de Justin, entrando al auto y posesionándome al frente del volante. 1 Owen 0 Justin.
‒ Puedes poner la música que quieras ‒ dije tratando de alivianar el ambiente, pero no había nada que alivianar.
‒ Te estaré esperando.
Entonces al estar al frente de su edificio caminó con paso seguro hacia la puerta, al llegar a esta la abrió escuchándose las campañillas de la entrada, se volteó a verme, sacudió su mano a forma de despido y entró.
¿Era normal, ese galopar de potros salvajes en mí pecho? Debatiéndome ante el deseo de que se quedara y la necesidad lógica de que se fuera a preparar para el encuentro de esta noche.
Cuando atravesó la puerta, caminé apresurado hacia mi lado del auto, tomo rumbo con dirección a casa, llevando en el pensamiento las palabras de Livy.
Te estaré esperando.
Esa sonrisa no me la quitaría nadie, en mucho tiempo, de suerte que no se encontraban mis hermanos cerca, las burlas también durarían por mucho tiempo..
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!