El tiempo que había contado y calculado para la fecha del nacimiento de mi bebé, tal vez en estos momentos lo tuviera en mis brazos, amándolo y cuidándolo. Era como una daga que se retorcía en mi corazón cada que pensaba en él o ella.
‒ ¿Cuánto tiempo piensas qué debe pasar?
Lo dije casi gritando.
‒ Ya te dije que no tengo idea.
‒ Entonces no pienses como si yo lo supiera, podrían pasar días, meses, años o toda la eternidad.
‒ No actúo como si tú lo supieras, solo quiero que mi hermano vuelva a ser el mismo de antes.
No les podía prometer nada, ni yo estaba seguro de si eso pudiera volver a pasar, esas son heridas que ni con los años se lograban sanar, siguen vivas y abiertas.
‒ Sé que he sido una persona de lo peor y mi trato ha sido horrorosa, siento haber perdido la cordura, Solo el tiempo lo dirá.
‒ No, en tu estado deberías descansar y comer a tus horas, de seguro no comes en todo el día.
Respiré profundamente para olvidar los amargos recuerdos. Todo se derrumbó, gracias a ella en esos cinco años no había depositado mi confianza en ninguna mujer; mi corazón se había protegido con una gruesa coraza, que muchas tachaban de insensibilidad, siempre había sido claro y directo con ellas, nada de compromisos y cuando se terminaba era para siempre, no podía darles lo que no les había prometido, solas se engañaban.
Ahora era diferente, debía concentrarme el Olivia, de llevar una relación sana y entablar fuertes lazos de confianza, esta vez el resultado debía ser diferente, debía protegerla, hacer todo lo posible para que se mantuviera a mi lado y poder crear una familia juntos, daría la mitad de mi vida por poder formar parte de sus planes al lado de los hijos que quisiera tener conmigo, estaría el cien por ciento a su lado.
No podía creer como había cambiado la perspectiva de mi vida desde el último fin de semana, así como tampoco podía dejar de pensar en Livy, en lo asombrosamente hermosa que se veía esta noche, tenía un adorable brillo en los ojos, que me dejaban fascinado. Por muy absurdo que parezca ahora estaba más guapa que cuando la conocí.
Livy es mi tranquilidad, voy en esa dirección. Todavía no ha tomado la decisión, pero ella es la mujer que pasará el resto de sus días conmigo, a mi lado en las buenas y en las malas. Me acuesto y espero el día de mañana para poder empezar a conquistar a la mujer de mi vida.
Al llegar a la oficina, veo un par de rosas blancas en un delicado solitario de cristal, hermosas en punto de botón, he pedido que las tengan lista a primera hora en mi oficina, las pondré en su escritorio con una nota de bienvenida, empezaré a llenarla de pequeños detalles hasta lograr que se enamore de mí; Olivia Damschroder, eres mi meta.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!