Capítulo 1671
Anaya se desplomó al suelo.
Leandro salió lentamente, su figura envejecida en pocos dias, su pelo canoso cubría casi la mitad de su cabeza.
“David, es verdad que esta mujer mató a Andrea?”
David levantó la vista, miró directamente a Leandro y respondió con indiferencia:
“No, murió en manos de los secuestradores.”
Selena apretó los labios.
Leandro miró a David durante un rato y luego se rio fríamente.
“¿Aún quieres protegerla cuando ella misma lo admitió? Mi hija puede ser una secuestradora, ¡pero ella es una asesina!”
David sonrió levemente, “Puedes ir y contarle a los medios a ver si te creen.”
Los músculos de la cara de Leandro comenzaron a temblar violentamente.
No tenia pruebas, si decía que Selena había matado a Andrea, ¿quién le creería?
Además, todo lo que Selena había dicho era verdad.
Andrea había secuestrado a Olivia y lo había hecho en una calle concurrida donde todos vieron cómo se la llevaba. Después fue confirmado que había sido ella.
No podian negar eso y dado ese contexto, si decían que Selena la había matado, la gente simplemente diría que se lo merecía.
Además, ese lugar era conocido por ser peligroso y todos lo evitaban. Incluso si realmente mató a alguien, ¿qué podrían hacerle?
Sin pruebas, la ley no podia castigarla.
¿Quién le prestaria atención solo por sus palabras vacías?
David se estaba aprovechando eso.
Respiró hondo, ya había perdido toda esperanza en Andrea.
Solo que, después de todo, era su hija, la hija a la que había mimado desde pequeña. Ahora que las cosas habían llegado a este punto, ¿cómo podría no sentir dolor?
“¿Qué pasó con Andrea?” Preguntó Leandro después de un rato, “Incluso si es cierto, ¿no trajiste su cuerpo de vuelta, por la amistad que tuvieron desde niños?” David permaneció inmóvil, “Cualquier amistad que tuvimos se agotó hace tiempo. No tengo energía para cargar un lastre desde ese lugar.”
“¡David!”
¡Tauro finalmente se enfureció con la frialdad de su nieto!
“¿Todavía eres humano? ¡Mira à la mujer que has elegido! ¡Una asesina!”
“¡Basta!”
David interrumpió a Tauro fríamente.
“Nadie tiene el derecho de juzgarla. Quizás solo tú podrías ser indiferente ante la muerte de tu propio hijo.”
Al escuchar eso, el viejo se tambaleó, su rostro se volvió pálido como si alguien le hubiera drenado toda la sangre.
“¿Qué dijiste?”
David lo miró friamente, sin un ápice de calor en su mirada.
“Sé qué tipo de mujer es ella, no necesito tu opinión. Si no la conoces, mejor cállate.”
“¡David!”
“¡David, cómo te atreves a hablar así! ¡El hombre frente a ti es tu abuelo, no cualquier persona! ¿Es así como debes hablarle y tratarlo? ¡Y más por una extraña, te estás pasando!”
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