Capítulo 1964
Octavio nunca había aceptado verbalmente ser el novio de Alicia.
Sin embargo, dejaba que ella se moviera a su alrededor, inquietándolo sin cesar.
El veintisiete de julio.
El festejo de su mayoría de edad.
Lisandro le había preparado a Alicia una gran celebración.
La Villa Alicia, era el regalo al haber alcanzado la mayoría de edad que había estado preparando durante très años.
Un castillo europeo, fuentes, jardines, piscina, salón de recreo.
Todo estaba completamente equipado, tanto en su interior como en la parte externa.
El día de la fiesta, Finca Alicia se abrió oficialmente por primera vez.
La élite y los jóvenes herederos de la Ciudad P aparecían uno tras otro, incluso algunas estrellas de primera línea.
Una mansión de lujo elegante y resplandeciente, con cristales brillantes por doquier que hacían suspirar de admiración a todos.
“Como se esperaba de la princesa de los rumores de la Ciudad P, esto sí que es una escena digna de una princesa.”
“La familia Valdivia realmente no escatima en gastos cuando se trata de consentir a esta pequeña princesa.”
“Si el señor Lisandro ya amaba profundamente a su esposa en aquel entonces, ¿qué no haría por la hija que ella le dejó? Aunque sea amor por asociación, tiene que llegarle hasta los huesos.”
“Pero he oído que esta pequeña princesa ha sido una vaga desde pequeña, ¿podrá administrar el gran negocio de la familia Valdivia en el futuro?“/
“Nunca esperaron que lo hiciera, ¿acaso no han encontrado ya a un candidato?”
“Pero, sabes… alto, guapo, con un carisma encantador y además capaz, tener a un hombre así también significa ganar en la vida.”
Alguien comentaba con envidia, mientras su mirada se dirigía hacia la entrada principal.
Los demás siguieron su mirada y no pudieron ocultar su asombro.
Octavio lucía un traje de diseñador, con las piernas largas y rectas escondidas bajo un pantalón impecablemente planchado, y sus pasos firmes y rítmicos.
Tenía un rostro atractivo y refinado, y aunque se encontraba en un lugar bullicioso y lleno de gente, su rostro permanecía impasible, inmune a las miradas, emitiendo una sensación de distancia y frialdad.
Demasiado frío por naturaleza.
Era el tipo de persona a la que, aunque quisieras acercarte, no tendrías el coraje de hacerlo.
Excepto por el propio Octavio, y esa pequeña princesa.
Toda mujer era consciente de sus propios limites.
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No podían compararse con la joven y hermosa Alicia, ni con su estatus innato, y mucho menos con su temperamento arrogante y único.
Nadie sería tan tonto como para tratar de competir con Alicia por un hombre.
Porque, incluso antes de empezar, ya habrían perdido.
Sin embargo, también había quienes no estaban satisfechos con su situación actual, quienes por naturaleza disfrutaban de los desafíos o buscaban oportunidades por todos lados.
Después de todo, el encanto de Octavio y la presión de Alicia, en la perspectiva de diferentes personas, era solo una cuestión de quién resultaba ser más astuto.
El Grupo Benito era gestionado casi en su totalidad por Octavio, y considerando su juventud, para evitar que los empleados y otros ejecutivos de la empresa cuestionaran su capacidad, Lisandro participaba en algunas reuniones importantes y decisiones de proyectos. Pero en realidad, solo estaba allí como apoyo para Octavio, quien ya tomaba todas las decisiones importantes del lugar.
Este proceso gradual había hecho que muchos en la empresa aceptaran a Octavio como el futuro líder del Grupo Benito.
Todo esto no hubiera sido posible sin la formación y el apoyo de Lisandro.
Él le estaba agradecido.
De hecho, en los asuntos del Grupo Valdiva, Octavio también estaba involucrado casi en todo, y en algunos casos Lisandro directamente no se involucraba y le dejaba toda la responsabilidad a él.
La mayoría de la gente en el sector ya había escuchado algo al respecto.
La aparición de Octavio naturalmente había hecho que algunas personas quisieran acercarse para entablar conversación con él.
Los rumores que circulaban dentro de la compañía y en el exterior sobre él no le eran desconocidos.
Pero si no era verdad, no valía la pena explicarlo, y además… no podía explicarlo.
Se escuchó un murmullo de admiración a su alrededor, y Octavio dirigió su mirada hacia allí. En la gran plataforma de la escalera, una figura delgada y esbelta se detuvo.
La joven siempre se vestía con sencillez y elegancia; su ropa jamás ostentaba adornos superfluos ni diseños complejos.
Era un estilo minimalista pero sin duda cómodo y lujoso.
Vestía un sencillo vestido de noche blanco con flecos en los hombros, hasta la rodilla, que realzaba la delicada curvatura de sus piernas bajo la luz brillante, resplandeciendo con un suave blanco.
Su larga melena, que ahora estaba recogida para complementar el vestido, caía en una trenza baja, con algunos mechones sueltos alrededor de las mejillas, cuidadosamente ondulados, naturalmente hermosos, dándole un toque de madurez.
Era la primera vez que la velan tan arreglada.
Con un rostro radiante que siempre le hacía mostrar una actitud desenfadada y confiada, que desbordaba en una especie de arrogancia única.
Ella parecía nacida para despertar envidia y admiración.
Octavio entrecerró sus ojos estrechos, casi imperceptiblemente, como si sus pupilas se convirtieran en tinta espesa por un instante, dificultando incluso el movimiento de sus ojos.
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A ambos lados de Alicia estaban las escaleras, y desde detrás bajaban Lisandro y el patriarca.
Antes de que pudieran soltar alguna palabra, Alicia ya estaba corriendo escaleras abajo.
“¡Eh, Alicia!”
Lisandro intentó detenerla, pero al levantar la mirada y ver que Alicia se dirigía directamente hacia Octavio, no había manera de llamar su atención.
Sacudiendo la cabeza, sonrió resignado y suspiró.
La chica, después de tantos años, no había cambiado en absoluto, incluso era más rebelde que antes.
El anciano, a su lado, mostraba su descontento: “Esto es inapropiado.”
Lisandro, aún resignado, replicó: “Ya me acostumbré a ello.”
El anciano observó cómo Alicia tomaba del brazo a Octavio con una sonrisa feliz, mientras que él mantenía su acostumbrada expresión impasible.
Frunció el ceño con desaprobación y miró alrededor del gran salón de banquetes, ligeramente preocupado.
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