Capítulo 1976
Cerca del mediodía del siguiente dia, Alicia parpadeó débilmente, esforzándose por abrir los ojos.
Ante ella todo era borroso, y la brillante luz la hizo girar la cabeza instintivamente, frunciendo el ceño al mismo tiempo.
Una sensación cálida se posó sobre sus ojos, y ella se movió ligeramente, rechazando el contacto inesperado con su piel.
“Quédate quieta.”
Una voz grave y un tanto ronca llegó a sus oídos, y aunque sonaba diferente a la claridad de otros días, Alicia la reconoció y se quedó acostada en silencio sin moverse.
Podía sentir sus ojos moviéndose bajo la palma de la mano, una sensación excepcionalmente clara.
Octavio aflojó ligeramente la presión de su mano.
“Ahora abre los ojos.”
Al oír esas palabras, Alicia levantó los párpados y sus largas pestañas rozaron una y otra vez la palma de su mano.
Desplazó su mano de sus ojos lentamente, y Alicia parpadeó, ignorando la decoración de la habitación y fijándose en el hombre junto a la cama.
Ojos estrechos y oscuros, cejas suaves y profundas, labios delgados y afilados, y una nariz firme y perfectamente formada.
No importaba cómo lo mirara, él era el hombre que le revolvía el corazón.
No era que su memoria fallara del todo, pero en ese momento no entendía bien dónde estaba.
“¿Dónde estoy? ¿Tú qué estás aquí? ¿No tienes nada que hacer?”
Ella habló con un tono tranquilo, sin emociones en sus ojos.
“No volviste a casa por la noche después de salir a divertirte, no te pude contactar por teléfono, tu papá estaba muy preocupado por ti, probablemente toda la familia Valdiva pasó la noche en vela,”
Octavio no respondió a ninguna de sus tres preguntas, pero Alicia entendió las respuestas.
Debían estar todavía en las afueras, porque su teléfono no tenía señal, su padre estaba preocupado, así que Octavio fue a buscarla.
Como su supuesto novio, encontrarla parecía ser su responsabilidad y obligación.
Su padre y toda la familia Valdivá estaban preocupados por ella, pero él no.
Giró la cabeza hacia un lado, sin ganas de seguir hablando.
Ahora, su mente estaba llena de lo que Renato le había dicho el día anterior sobre “romper la relación“. Si hablaba y preguntaba sobre eso, y Octavio realmente lo confirmaba frente a ella, no sabía qué haría.
Tras un breve silencio, Petrona se movió y, viendo el celular en la mesa de noche, lo tomó.
Recordaba que su teléfono se había quedado sin batería, pero ahora estaba claramente cargado.
Justo cuando iba a llamar a Lisandro, la voz de Octavio resonó.
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“Ya le conté a tu padre sobre tu situación, no hice que pareciera muy grave, porque creo que no querrías que él se preocupara demasiado.”
Alicia se detuvo y salió de la pantalla de contactos.
En cambio, abrió su aplicación de redes sociales y estaba vacía, ni siquiera encontró un mensaje de saludo.
La conversación con Maximiliano también estaba limpia.
Ella había sido hospitalizada, Maximiliano debería haber tenido alguna reacción.
Pensándolo bien, miró a Octavio y preguntó: “¿Qué enfermedad tengo?”
Octavio la miró con indiferencia, “Gastroenteritis aguda.”
Alicia frunció el ceño y trató de sentarse en la cama, pero sintió un dolor agudo en su estómago que la hizo retroceder, y su rostro, que se había recuperado un poco durante la noche, perdió de nuevo su color.
Octavio se puso serio de repente, “¿Cuál es el punto de preguntarme si luego no haces caso?”
Alicia se agarró el estómago y mordiéndose el labio, miró a Octavio con los ojos rojos por el dolor y las lágrimas a punto de salir.
“¡Ay, duele demasiado!”
Era la primera vez que sufría una gastroenteritis aguda’y el dolor era insoportable.
Octavio soltó una risa fría, “Si sigues comiendo cualquier cosa por ahí, quizás después de unas cuantas visitas más al hospital entiendas la razón.”
Alicia mordió su labio y la observó con una mirada furiosa.
En ese momento, alguien tocó la puerta del cuarto, Octavio se giró y respondió con voz baja.
La puerta se abrió y Alicia recordó que era el asistente de Octavio, quien entró cargando una caja de
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