Capítulo 1978
Los ojos de Octavio reflejaban una emoción que Alicia nunca había visto antes.
Eran oscuros, pero parecían contener un fuego ardiente, listo para consumirla hasta las cenizas en cualquier momento,
Alicia tardó un buen rato en recuperarse, apartando la mirada, ya que se sintió demasiado avergonzada para mirar a Octavio.
“¿Esto cuenta como una?”
La cara de Alicia estaba tan roja que parecía que iba a estallar, llena de vergüenza. Claro que ella no iba a responder a esa pregunta.
Al verla en ese estado, Octavio soltó una risa profunda.
“¿No eras tú la que hace un momento tenía una boca tan fiera? ¿Ahora ni siquiera puedes hablar?”
Alicia no estaba dispuesta a dejar que él se burlara de ella y saliera ganando en ese momento. Se giró, aunque el rubor y la timidez en su rostro aún no desaparecian, y la indignación forzada que mostraba carecía de fuerza.
“¿No dijiste que no perderías tiempo en halagar a nadie?”
“No te estoy halagando, simplemente lo hice porque quise, y tú me diste la oportunidad perfecta para hacerlo,” dijo Octavio con franqueza, dejando a Alicia sin palabras.
Sus dedos largos acariciaron suavemente la esquina de sus labios húmedos, bajó la mirada hacia la mujer que yacia en la cama, mirándola atónitamente.
Sus miradas se cruzaron inesperadamente, y el rostro de Alicia se adquirió un tono enrojecido aún más intenso, apartando la mirada rápidamente y girando la cabeza hacia un lado.
El oido que dejó al descubierto estaba aún más rojo y llamativo.
Él sonrió con malicia, bajando la mirada para arreglarse los puños de la camisa.
El corazón de Alicia latia intensamente en su pecho, y el lugar en su cintura que Octavio había tocado parecía aún arder, palpitando con cada latido de su corazón.
Era la primera vez que tenía un contacto tan intimo con él,
Él la había besado con tanta pasión y desorden, presionándola contra la cama, e incluso la había
tocado…
Todos estos factores juntos hacían que tuviera miedo por lo que hubiera pasado si él no se hubiera detenido…
Sentía que su rostro estaba a punto de incendiarse.
Mordió su labio inferior suavemente, recordando cómo él había secado sus labios…
Con su estilo indiferente y elegante, hacia las cosas más provocativas con la mayor tranquilidad, lo cual era tipico de él.
El ambiente en la habitación se calmó por un momento, hasta que se dio cuenta de que él se habia vuelto a sentar en la silla que estaba al lado de la cama. Giró la mirada y se dio cuenta de que él habla cambiado completamente el curso de los acontecimientos.
Capitulo 1978
Frunció el ceño y fijó sus ojos en él.
“¿Realmente le pegaste a Maximiliano?”
Octavio la miró con frialdad.
Alicia habló seriamente, “Cómo veas a Maximiliano es tu problema, pero yo no puedo alejarme de él. Al menos en este asunto, sus intenciones eran buenas. Que yo terminara en el hospital fue un accidente, pero tú lo golpeaste por eso.”
“Lo que debió haber pasado es que él me pidiera disculpas, yo le decía que no había problema, y así terminaba todo, pero tú lo golpeaste… Ahora parece que le debo una disculpa. Octavio, en realidad has complicado las cosas.
La mirada de Octavio se volvió fría, con un leve desprecio en su rostro, “Entonces crees que lo correcto es que acabes en el hospital por culpa de otras personas y yo no haga nada al respecto, ¿verdad?”
Alicia tiró de su boca, claramente conflictuada, pero sus ojos no podían ocultar la felicidad.
“Octavio,” lo llamó con una voz dulce y seductora.
Él la miró sin reaccionar.
Ella lo observó silenciosamente por un par de segundos, respiró profundamente y trató de levantarse de la cama.
Octavio entrecerró los ojos con una voz fría y grave, “Alicia.”
Ella se detuvo, mirándolo con ojos grandes y llenos de capricho.
La expresión de Octavio era gélida, pero aun así se acercó y la levantó en sus brazos.
Alicia lo abrazó fuertemente alrededor del cuello y le dio un beso en la cara.
Octavio se detuvo por un momento, fijando su mirada en ella.
“¿Todo esto es para complacer a otro hombre?”
Alicia preguntó con una sonrisa, “¿Crees que esto es para complacerte?”
Octavio mantuvo la cara seria y cambió el tema, “¿Qué pretendes hacer?”
Alicia no soltaba a Octavio, quien se vio forzado a sentarse al lado de su cama en el hospital.
“En realidad, estoy un poco feliz por dentro“, dijo ella con su cara escondida en su pecho, con la voz saliendo amortiguada por su cuello.
“Pero sentirme alegre porque le diste una paliza a Maximiliano… me hace sentir como si no tuviera
moral.”
Ella levantó la cabeza de su pecho, mirándolo con los ojos abiertos a poca distancia de su rostro, “¿Tú qué piensas? Te lo digo en secreto, me siento bastante confundida.”
Los labios de Octavio se movieron sutilmente, “Eso sí que te pone en un aprieto.”
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