10-43
Capitulo 293
Capítulo 293
Lola, sin otra opción, tuvo que hablar por Elisa: “Joven amo, Srta. Morales, deberiamos entrar a casa.”
“De acuerdo”
Selena habló y ya estaba ayudando a Elisa con su silla de ruedas, llevándola adentro de la casa.
Todos charlaron un rato, los sirvientes de la cocina estaban preparando el almuerzo, Selena dijo que quería ayudar, Elisa no la detuvo, la dejó ir.
Luego, aprovechando la oportunidad, agarró a David y le preguntó en voz baja:
“¿Cómo va, muchacho, podré tener un bisnieto para fin de año?”
¿Fin de año?
¿No debería estar embarazada ahora?
David, tomando su taza de té con elegancia, tomó un sorbo y dijo con indiferencia:
“No puede ser.”
Su indiferencia hizo que la anciana tomara un gran respiro.
Están usando anticonceptivos?”
David respondió sin inmutarse: “No.”
La anciana apretó la taza de té en su mano y continuó: “¿Selena está débil de salud?”
“No es eso.”
“Entonces, ¿es por ti…?”
David levantó la vista y miró friamente a la anciana.
La anciana se mordió el labio, mirando a su nieto, que era tan suave y reservado, no parecía ser alguien que fuera excesivamente indulgente. Así que la anciana preguntó con cuidado: “¿No me dirás que ustedes dos aún no han…?”
“Estas cosas no se pueden apresurar. Todavía no estamos casados…”
“¡Entonces propón matrimonio de una vez!”
David pausó su trago de agua, levantó lentamente su mirada, con una voz profunda y un toque de confusión dijo: “¿Propuesta de matrimonio?”
Elisa rodó los ojos, pensando: ¡Este obstinado!
“¿Has cortejado a la chica, sin siquiera haberle dado un regalo?”
David frunció el ceño: “Parece que no.”
Si no fuera por miedo a lastimar su mano, Elisa ya habría tirado su taza a David
Ese tipo no entendía nada sobre el romance.
“¿Has tenido una cita?”
David se quedó en silencio por un momento, negó con la cabeza: “No.”
“Tú…”
La anciana casi se desmaya, señalando a David, indignada dijo: “Si yo fuera Selena, ya te habría dejado! ¡Ni hablar de casarme contigo!”
La cara de David se puso aún más sombría, pero los puntos que mencionó la anciana, parecían ser las cosas más normales entre los amantes.
No había hecho ni lo más básico entre amantes.
“¿Qué mujer no disfruta del romance? ¡Eres un tipo que no deja de preocuparme!” La anciana, intentando controlar su temperamento, dejó su taza de té con fuerza sobre la mesa.
David miró el té que se derramaba, apoyándose en el sofá, su expresión se volvió cada vez más seria.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Caída y el Rescate del Amor Novela