La Cenicienta en un Amor Despistado romance Capítulo 102

Incluso ella estaba un poco confundida y mirándolo le preguntó: "¿No estás enojado? ¡Anoche hice que te enfadaras tanto!"

Robin se detuvo y riendo suavemente le dijo: "¡Enojado! Pero tú eres mi esposa, no importa cuán enfadado esté contigo, aun así no puedo abandonarte."

Sus palabras en tono de broma, hicieron que Mencía sintiera un dolor punzante en su corazón, por lo que bajó la mirada, ocultando en sus ojos la culpa y la compasión que sentía.

Los profundos ojos de Robin la miraban, luego le dijo seriamente: "Pero también he reflexionado un poco y es cierto, soy unos años mayor que tú, he hecho algunas cosas que te han lastimado y yo fui el primero en fallarte, haciéndote sufrir. Como dices que no soy tan juvenil, cambiaré mi estilo. Si te gusta andar en bicicleta o en tranvía, así te recogeré a partir de ahora."

Sus palabras, hicieron que el corazón de Mencía temblara violentamente y que su nariz comenzara a picarle.

¿Qué tipo de persona era Robin?

Siempre dominante, fuerte y centrado en sí mismo, pero actualmente, estaba tratando de convertirse en la persona que a ella le 'gustaba'.

¿Por qué, después de todo lo que le había dicho la noche anterior para lastimarlo, él todavía quería perdonarla y complacerla?

Si eso continuaba, ella realmente no podría soportarlo y se ablandaría.

"Bueno, siéntate bien, vamos a casa."

Robin palmeó el asiento de la bicicleta, pidiéndole que se subiera.

Mencía, al final, no pudo resistirse a su gentileza y se sentó de lado.

Robin sonrió, también subió a la bicicleta y le dijo: "Abrázame."

Mencía lo dudó por un momento, pero lentamente rodeó su cintura con sus manos.

Por primera vez, sintió tan claramente su dedicación, y de hecho estaba conmovida.

Robin pedaleaba rápido y el viento de la carretera golpeaba sus rostros, con una sensación fría.

Mencía instintivamente apoyó su cabeza en su espalda y sus labios rosados se curvaron en una sonrisa de felicidad, pero dicha sonrisa, se volvió amarga rápidamente, porque sabía que por más bueno que fuera Robin con ella y por más que le costara dejarlo, no tendrían mucho tiempo juntos.

Robin solo sintió que la mano alrededor de su cintura se apretaba, por lo que miró sus delgados brazos y le preguntó: "¿Tienes frío?"

"No, no tengo frio."

Respondió suavemente.

¿Cómo podría tener frío donde él estaba?

Pero ella todavía tenía que empujarlo lejos.

Mencía se apoyó así en él, queriendo mimarse una última vez.

Si realmente tenían que separarse, en el futuro recordaría el calor de aquel momento.

La distancia de la clínica a la casa era muy larga, por lo que Robin pedaleó durante más de cuarenta minutos, pero ambos sentían que ese momento tranquilo y cálido era muy corto.

Cuando llegaron a la casa, Doña Lucía estaba arreglando las flores en el patio y cuando vio aquella escena, se quedó atónita y preguntó sorprendida: "Sr. Rivera, ¿...la trajo a casa en bicicleta?"

Robin sonrió, admitiéndolo implícitamente.

Doña Lucía se rio y dijo: "Señora, ustedes, los jóvenes, tienen muchas ideas. El Sr. Rivera realmente se esfuerza por usted."

Los sentimientos dulces y amargos en el corazón de Mencía se entrelazaban.

Robin la miró y dijo suavemente: "Si te gusta, puedo recogerte en bicicleta en el futuro."

El rostro de Rosalía Duarte y las palabras que le había dicho de repente cruzaron la mente de Mencía.

No podía seguir atrapada en la dulzura de Robin, de lo contrario, su padre no tendría salvación.

Por lo tanto, su mente se aclaró al instante y dijo fríamente: "No es necesario, ¡no me gusta!"

Después de decir eso, no le prestó atención y se dirigió directamente hacia la villa.

Doña Lucía temía que Robin culpara a Mencía y rápidamente dijo: "Señor, la señora seguramente tuvo un mal día en la práctica y por eso está hablándole de esa manera."

"Sí." Respondió Robin en voz baja y siguió rápidamente a Mencía.

Entraron en la habitación uno tras otro.

Robin preguntó pacientemente: "Dime, ¿sucedió algo durante la práctica? Estábamos bien antes, ¿por qué has estado tratando de provocarme estos dos días?"

"¿También le llamamos a eso estar bien antes?"

Mencía lo miró con una sonrisa fría y le preguntó: "Si todo está bien, ¿de dónde viene Rosalía?"

Robin se quedó sin palabras y después de un largo silencio, finalmente respondió: "Lo que pasó ya pasó y no podemos cambiarlo. Solo puedo prometerte que no permitiré que Rosalía aparezca delante de ti nuevamente. Puedes fingir que ella no existe.”

"Entonces, ¿quieres que me haga la de la vista gorda?"

Mencía respondió con sarcasmo: "¿Tengo que hacerme la que no sabe que mi marido pasa noches afuera con su amante y su hijo ilegítimo?"

Robin respiró hondo y sintiendo que ella estaba agotando su paciencia, le preguntó lentamente: "Entonces, ¿qué necesitas para superar esto?"

Mencía declaró: "¡Que Rosalía aborte!"

Ella sabía que Robin no estaría de acuerdo, ni aceptaría su demanda, pero al hacerlo, solo buscaba provocarlo y hacer que él se sintiera repelido por ella.

Pero lo que Robin nunca sabría, era cuánto dolor sentía ella al alejarlo de esa manera.

Al ver que Robin permanecía en silencio, ella le preguntó: "¿Qué pasa? ¿Te duele?"

"No, no es eso."

Robin la miró profundamente, mientras le decía: "Mencía, estoy en una situación difícil, por favor confía en mí, no es que me duela."

Mencía actuó como si fuera irracional y le dijo: "Entonces demuéstramelo, muéstrame tu sinceridad. Después de todo, ya no te amo y realmente no puedo soportar estar a tu lado de esta manera."

Su declaración de 'no amar' llenó a Robin de impotencia y rabia.

Se acercó a ella, la atrajo hacia él y la besó con fuerza.

Sí, desde el inicio del asunto de Rosalía, él fue el que se equivocó, por lo tanto no podía contradecirla, ni tenía razón para hacerlo, pero no permitiría que Mencía dijera 'no te amo' una y otra vez.

No podía aceptar que alguien que lo había amado tanto de repente dijera 'no te amo'.

Mencía luchó por liberarse, pero él la mantuvo firmemente en su lugar.

Sus labios se entrelazaron en una mezcla indescriptible de pasión y desesperación.

No fue hasta que los labios de Mencía empezaron a dolerle que Robin la dejó ir.

El hombre respiró profundo y le dijo: "Mencía, entre nosotros, no puedes simplemente dejar de amarme. Si quieres que te deje en paz, ¡tengo que dejar de amarte primero!"

Mencía respondió con sarcasmo: "Mi corazón ya no está contigo, ¿te hace sentir realizado tener solo mi cuerpo a tu lado?"

Robin sonrió fríamente y sus fríos dedos acariciaron su rostro, diciendo: "Incluso como un adorno, todavía eres agradable a la vista."

Dicho eso, dejó el dormitorio y se fue hacia el estudio, estando allí encendió un cigarrillo tras otro, pues se sentía frustrado ya que no podía entender cómo Mencía había cambiado su actitud hacia él en tan poco tiempo.

Robin llamó a Ciro para preguntarle si Mencía había tenido algún problema durante su internado en el hospital.

De lo contrario, no podía creer que una persona pudiera cambiar tan rápidamente.

Admitió que estaba preocupado y ansioso.

¿Cómo podría hacer que Mencía quisiera quedarse a su lado?

Ni siquiera se atrevía a enfrentar la profunda decepción y el dolor en sus ojos.

...

En el Club Blue.

Robin entró con aire cansado y el gerente se apresuró a recibirlo.

Lo siguió con diligencia y le dijo: "Vaya, Sr. Rivera, ha pasado mucho tiempo desde su última visita."

Robin frunció el ceño y dijo: "Tráeme una mujer, que sea limpia."

Después de eso, se dirigió directamente a la sala privada que solía reservar en ese lugar.

¿Acaso no podía vivir sin Mencía?

Iba a demostrarle a Mencía que ella no significaba nada para él.

¡Incluso sin ella, había muchas mujeres dispuestas a acostarse con él!

El gerente dijo apresuradamente: "¡Por supuesto! ¡Seguramente será limpia!"

Poco después, una estudiante universitaria que acababa de llegar hacía unos días fue llevada a la puerta de la sala privada.

Era la primera vez que hacía algo así, todo por el costo de los medicamentos de su madre, pero aun así, no podía dejar pasar esa oportunidad, especialmente después de que el gerente le dijera que el hombre que estaba adentro era poderoso. Si podía complacerlo, tal vez podría mantenerla en el futuro. Eso no solo cubriría los gastos médicos de su madre, sino que también elevaría el estatus de toda su familia, pero cuanto más pensaba en eso, más nerviosa se ponía.

¿Cómo sería ese hombre?

¿Sería como algunos de los hombres que las otras chicas habían encontrado, rudos y con gustos perversos?

Mientras dudaba, una seductora voz llegó a sus oídos: "¿Por qué no entras, pequeña?"

"¿Noa?"

La miró y le preguntó: "¿Por qué estás aquí?"

Noa Cisneros no era exactamente una amiga, a lo sumo, solo era una "compañera de trabajo".

Noa parpadeó y pensó en el rico hombre de adentro. Si pudiera conseguir que la mantuviera, tal vez podría salir del Club Blue.

Pensando en eso, ella sonrió y dijo: "¿Es esta tu primera vez haciendo algo así? Tienes miedo, ¿verdad?"

"Sí."

La pequeña y hermosa chica asintió con impotencia, mientras decía: "Pero si no lo hago, mi mamá solo puede esperar a morir."

Noa fingió simpatía y dijo: "Ay, realmente eres desafortunada, tan joven y ya tienes que soportar tanto. Aquí hay cuarenta mil pesos, tómalos para tus gastos y ya que tienes miedo, iré en tu lugar."

"¿Eso... se puede?" La hermosa chica lo dudó y comentó: "El jefe dijo que tenía que ser yo y que ese hombre, quería a una chica pura."

Noa resopló con desdén y dijo: "¿Eres tonta? Todos los hombres son así, dicen que quieren a una chica pura. ¿Pero una chica pura sabe cómo complacer a un hombre? Solo si lo complaces bien, puedes obtener más y si no lo haces, ¡quizá el gerente te echará del club!"

La pequeña chica se puso nerviosa y preguntó en busca de ayuda: "¿Entonces qué debo hacer, Noa?"

"Está decidido, iré en tu lugar. Luego, te daré la mitad de la propina que él me dé." La mirada de Noa estaba llena de cálculos y dijo: "Si no fuera porque me das tanta pena, ¡no te ayudaría!"

Así, convenció con éxito a la jovencita y entró en la sala privada, pero Noa nunca imaginó que aquel hombre resultaría ser Robin.

Inconscientemente quiso huir, pero la siniestra mirada de ese hombre ya la había atrapado.

Pensando en sus métodos, las piernas de Noa se debilitaron y tartamudeó: "Señor... Sr. Rivera."

Parecía que Robin tampoco esperaba que el gerente llevaría a esa mujer.

Ya estaba de mal humor y en ese momento sus ojos se llenaron de ira.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta en un Amor Despistado