La Cenicienta en un Amor Despistado romance Capítulo 233

En la casa aún reinaba un ambiente cálido y alegre, los dos niños jugaban sin parar, y Julio ya estaba preparando la cena.

Mencía sonrió con resignación y dijo: "Profesor Jiménez, realmente no necesita venir a cocinar para todos nosotros, tenemos una persona que se encarga de eso."

"Pero es que quiero hacerlo yo mismo, para ti."

Julio habló con ternura y dijo: "Hoy preparé tu sopa de champiñones con crema, y la de Bea, sabes que es su favorita. ¿Por qué no vas a lavarte las manos, eh?"

Lamentablemente, Mencía había vuelto de la casa de los Rivera todavía afectada por los eventos recientes, y se veía distraída y ausente.

Julio también pareció notar su estado anímico y, preocupado, le preguntó: "¿Qué te pasa? Te ves pálida, ¿estás bien?"

Mencía no quería ocultarle nada, suspiró suavemente, se sentó en la mesa y dijo en voz baja: "Robin... él ya lo sabe todo."

Julio se quedó sorprendido y preguntó ansioso: "¿Qué quieres decir? ¿Sabe acerca de tu plan de venganza?"

"Sí."

Con un suspiro grave, Mencía le contó a Julio lo sucedido en la casa de los Rivera.

Julio escuchaba, aterrorizado, y la revisó de arriba abajo preguntándole: "¿Y él te dejó ir así nomás? ¿No te lastimó, verdad?"

"No."

Mencía se frotó el cabello cansadamente y se rio de sí misma diciendo: "Profesor Jiménez, ¿tú también piensas que soy incompetente? Ellos me han herido una y otra vez, y no puedo ni siquiera vengarme."

Julio la miró con compasión y la abrazó suavemente, consolándola: "En verdad, creo que sería mejor dejarlo todo aquí. Después de todo, no deberías vivir solo por la venganza."

Los ojos de Mencía se humedecieron levemente y, con la voz entrecortada, dijo: "Pero hoy, al ver la expresión de incredulidad y desconfianza en el rostro de Robin, sentí cierto alivio. Finalmente, él ha probado lo que es ser abandonado y engañado. Ahora, tal vez entienda cuán inapropiado ha sido su comportamiento."

Julio no dijo nada, solo continuó acariciando su espalda para calmarla.

Conocía el dolor que Mencía llevaba dentro.

Aunque no recordaba los eventos del pasado, eran experiencias que realmente habían sucedido.

Así que, tan pronto como Lidia lo mencionó, Mencía sintió que debía actuar, incluso en contra de su propio corazón y en busca de venganza.

"Mencía, todo ha pasado, yo te llevaré lejos."

Julio habló lentamente y dijo: "Ahora que Robin sabe tus intenciones, si sigue investigando, pronto llegará a los niños. Si descubre la existencia de Bea y Nicolás, las consecuencias serán graves."

Mencía respiró hondo para calmarse y habló con tranquilidad: "Mi ensayo clínico terminará en poco más de un mes, no puedo detenerlo ahora, sería desperdiciar todo el esfuerzo realizado. Además, hay cosas que aún debo terminar. ¿Puedes darme el contacto del hacker que encontraste?"

Julio la miró confundido y preguntó: "¿Buscas al hacker por algo relacionado con Robin?"

Mencía no podía admitir que había sido agredida en el pasado, así que se excusó diciendo: "No tiene nada que ver con él. Son asuntos personales de hace mucho, viejas historias."

Viendo que no quería hablar más del asunto, Julio no insistió.

Esa noche, por miedo a que Robin siguiera a Mencía o buscara vengarse de ella, Julio llevó a los niños de vuelta a casa de la familia Jiménez y arregló para que guardaespaldas vigilaran cerca de la casa de Mencía las 24 horas.

Mencía le contó lo sucedido el día anterior, y Lidia lo escuchó con el corazón en la boca.

"¿Él ya sabe toda la verdad? No me extraña que se vaya a casar con esa zorra de Rosalía. ¡Esto es para hacerte sufrir a ti! ¡Qué sinvergüenzas!"

Mencía sonrió con ironía y luego dijo con seriedad: "Lidia, encontré a un hacker que puede ayudarme a recuperar las grabaciones de vigilancia de aquel club, el Club Azul. Así sabré con quién tengo cuentas pendientes."

Lidia preguntó preocupada: "Y cuando lo sepas, ¿qué vas a hacer?"

"Voy a devolver cada golpe que recibí. Quien sembró la semilla, cosechará su fruto."

Después de un momento, Mencía añadió con tristeza: "Una vez que termine esto, probablemente me iré. En Cancún hay mucha gente que no me gusta y recuerdos dolorosos que preferiría olvidar."

Los ojos de Lidia se llenaron de lágrimas y su voz se quebró preguntándole: "¿Tienes que irte? Acabo de reencontrarte y ya te me vas. ¿Qué voy a hacer?"

Durante cinco años, se había sentido como un cascarón vacío, viviendo a la sombra de Fernando.

La vuelta de Mencía le había devuelto las ganas de vivir.

"No llores, Lidia." La consoló Mencía abrazándola y diciendo: "Los aviones hacen que el mundo sea pequeño. Si me extrañas, llámame o llámame por videollamada, y volaré para verte. No sé qué hacer si lloras."

Lidia trató de sonreír a través de las lágrimas: "Estoy bien, solo... te voy a extrañar. Pero entiendo que tienes tu vida, tu familia y tus hijos adorables. Tienes derecho a elegir el mejor lugar para ti."

Mencía la miró pensativa y de repente le preguntó: "Lidia, ¿tienes algún secreto o problema que quieras compartir? Ya sabes todo sobre mí, no te guardes nada, ¿sí?"

Lidia soltó un llanto desgarrador, abrazando a Mencía como si quisiera liberar años de penas contenidas.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta en un Amor Despistado