Una vez, mientras conversaban, el jefe de redacción se acercó y preguntó: “Liliana, ¿cómo va todo? ¿Ya te encontraste con el licenciado Ruiz? Les digo, tenemos que movernos rápido para conseguir esa exclusiva. Si seguimos así y alguna otra revista nos gana, ¡estaremos en desventaja!”
Liliana respondió con cierta frustración: “Ese licenciado Ruiz es un tipo realmente extraño, ¿por qué es tan difícil tratar con él? No está dispuesto a darme ni siquiera veinte minutos.”
El jefe de redacción resopló y dijo: “Ahora ves que ese hueso no es fácil de roer, ¿verdad? Creo que mejor se lo dejamos a Lidia, después de todo, ella ya ha tenido algunos encuentros con el licenciado Ruiz.”
¿Cómo podría Liliana renunciar a esa oportunidad que había conseguido con tanto esfuerzo?
Una idea astuta cruzó por su mirada y propuso: “Jefe, mi primo conoce al licenciado Ruiz. No se preocupe, esa entrevista la voy a sacar adelante y va a quedar impecable. Pero... si mi primo organiza la reunión, alguien tendrá que beber por mí, ya que soy alérgica al alcohol. Y, ya sabe, en la mesa no faltarán los brindis.”
El jefe de redacción pensó por un momento y sugirió: “¿Qué tal si te asigno a un par de jóvenes practicantes? ¿Para qué te asistan y te acompañen?”
“No hace falta, Lidia sabe manejar bien la bebida, ¡mejor que venga ella!”
Liliana dijo esto con una burla implícita, observando a Lidia.
El jefe de redacción sabía que ellas dos no se llevaban bien en lo absoluto y que esto era como frotar la cara de Lidia contra el suelo.
Se esperaba que Lidia estallara de ira, pero para sorpresa de todos, ella respondió con calma: “¡Claro que sí! Pero si sale bien, el bono lo dividimos a la mitad.”
En ese momento, Liliana solo quería humillar a Lidia. Si tenía que compartir el bono, así sería. Necesitaba aplastar el orgullo de Lidia.
Después de todo, Lidia siempre había superado su rendimiento.
Así que Liliana se puso en contacto con su primo.
Increíblemente, Fernando aceptó hacerles el favor y esa noche en un lujoso hotel de Cancún, organizó la reunión.
Pero Fernando tenía una condición: quería que todo el equipo de noticias estuviera presente.
Liliana sintió un pinchazo en el bolsillo, tantas personas significaban mucho dinero. ¿Se preguntó si el jefe de redacción le reembolsaría?
…
Al acercarse la hora de salida, Liliana retocaba su maquillaje frente al espejo. Aunque era dos años mayor que Lidia, su estilo era de una madurez atractiva.
Una vez lista, se veía encantadora y seductora.
Pero Lidia no le había dicho que a Fernando no le gustaba el olor a maquillaje en una mujer.
Ella también solía maquillarse hasta que Fernando le pidió que, a menos que fuera un evento especial, no usara maquillaje. Él no soportaba el olor.
Para complacerlo, Lidia casi nunca se maquillaba.
Al ver que Lidia apenas se había arreglado, Liliana sonrió satisfecha y dijo: “¡Al menos tienes algo de sentido común!”
Parecía que Lidia no le robaría protagonismo después de todo.
Así, el equipo completo de la sección de noticias fue a la reunión.
Al entrar en la sala privada, Lidia vio a Fernando sentado en el lugar principal, tan altivo y distante como siempre.
El joven sentado a su lado debía ser el primo de Liliana.
Finalmente, Liliana se encontró frente al famoso licenciado Ruiz, sintiéndose orgullosa y con mucho prestigio frente a sus colegas.
Se acercó a Fernando, incapaz de ocultar su emoción, y extendió la mano diciendo: “Licenciado Ruiz, un gusto, soy Liliana.”
Fernando ni siquiera extendió la mano, sólo asintió levemente.
Para aliviar el momento incómodo, Liliana procedió a hacer las presentaciones: “Este es el licenciado Ruiz. Y a su lado, está mi primo, Marcos Barrera.”
Marcos, al ver a Lidia, recordó inmediatamente que era la mujer que Ian había admirado en el bar aquella vez.
Solo de pensarlo se sentía excitado.
Lidia sintió la mano de Marcos acariciando su muslo debajo de la mesa, y su rostro se ensombreció en un instante, lanzándole una mirada de advertencia.
Tal vez por la multitud, el ambiente alrededor de la mesa de bebidas seguía siendo animado, y el editor no dejaba de halagar a Fernando.
Y Marcos, después de algunas copas, ya se había olvidado del verdadero protagonista de la noche, deslumbrado por la belleza de Lidia.
Entonces, sin más, le sirvió otra copa y la llevó directamente a los labios de Lidia.
"Vamos, Srta. Flores, beba esta copa en honor a mí," dijo Marcos con una mirada llena de lujuria, sin ocultar su deseo.
Liliana, al parecer dándose cuenta de las intenciones de su primo, dijo a Lidia con una sonrisa burlona: "Lidia, ¿por qué no consideras a mi primo? Si te unieras a él, sería como ascender a los cielos."
A pesar de que Liliana parecía estar emparejándolos, ella sabía muy bien cómo era su primo.
Trataba a las mujeres como si fueran un juego, al final, solo jugaría con Lidia y nada más.
Así que Liliana continuaba provocando la situación, deseando que Marcos se llevara a Lidia esa misma noche y luego la descartara.
Quería ver cómo Lidia podría mantener su dignidad en la editorial de la revista después de eso.
En ese momento, Laura habló tímidamente: "Liliana, parece que Lidia ya tiene novio, así que no deberíamos seguir alborotando."
"Já," dijo Liliana con desdén. "Con su nivel, ¿qué tipo de círculo puede tener, qué tipo de novio puede conseguir? ¿Acaso estaría perdiendo si se une a mi primo?"
Fernando, en un rincón, le lanzó una mirada a Liliana, giró suavemente la copa de vino frente a él, y su mirada profunda no revelaba sus sentimientos.
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