Dolores, preocupada y suspirando, dijo: "Claro que no se atreve. Pero aunque lo diga o no, creo que a Fernando realmente no le importa. Seguro que sabe que fuimos nosotras, por eso nos advierte de esta manera. Rebe, en mi opinión, déjalo estar. Hombres como Fernando no son fáciles de manejar, definitivamente no es algo que puedas controlar. Mira la táctica que usó hoy, fue una advertencia deliberada para nosotros."
"¿Ni siquiera tú confías en mí?"
Rebeca se enojó de repente, frustrada y enojada, dijo: "En el hospital, Mencía siempre está por encima de mí, todos mis colegas piensan que no tengo capacidad. ¿Ahora, ni siquiera en asuntos de hombres confían en mí, piensan que no puedo? Pues te lo dejo claro, me gusta Fernando, y lo voy a tener. No me importa la mujer con la que él ha estado engañando, sea el diablo que sea, si yo, Rebeca, me entero, ¡juro que la acabaré!"
...
En SinceroLegal Asociados.
Fernando escuchó el sonido de la llamada cortada y lanzó el teléfono móvil sobre la mesa.
Frunció el ceño y se masajeó la sien, recordando a la joven que se escondía en el armario la noche anterior, su rostro confundido y desamparado.
Sentía una extraña conmoción en su corazón, una necesidad urgente de ver a Lidia.
Justo en ese momento, sonó el móvil.
Sus ojos se iluminaron, pero al ver la identificación de la llamada, su semblante se oscureció, mostrando impaciencia.
"Hola."
Su voz baja y fría se transmitió a través del auricular al otro lado de la línea.
La voz de Rebeca sonaba un poco insegura, casi suplicante: "Fernando, ¿... ya saliste del trabajo? ¿Podemos vernos?"
"Lo siento, Srta. Gómez, tengo que trabajar horas extra esta noche, hay demasiado que hacer."
La voz de Fernando era tan fría como el hielo.
Rebeca, consciente de su culpa, dijo en voz baja: "Lo siento, mi mamá me acaba de decir que te ha estado siguiendo. En realidad... ella simplemente no te entiende y teme que me esté equivocando contigo. Pero ya le he hablado, nunca volverá a suceder."
Rebeca echó toda la responsabilidad sobre su madre, temiendo enfrentarse directamente a Fernando.
Ahora entendía, Fernando simplemente no podía desobedecer las órdenes de su madre, pero tampoco quería casarse con ella, así que intentaba provocarla, forzándola a retirarse voluntariamente.
Rebeca quería que Fernando supiera que ella no renunciaría.
Pero lo que no esperaba era que, después de sus explicaciones, Fernando solo respondiera de manera indiferente: "No entiendo lo que estás diciendo, pero en cuanto a seguir a alguien, eso es ilegal. En el futuro, es mejor que evites hacerlo."
Dicho esto, colgó el teléfono.
Rebeca miró la pantalla apagada con odio, sintiendo una sensación extraña en su corazón.
No fue hasta que los colegas se alejaron que Lidia se zafó de su toque, diciendo con frialdad: "Abogado Ruiz, ya le dejé las cosas claras esta mañana. Usted me paga lo que me debe, 2000 pesos, y estamos a mano. En lugar de perder el tiempo aquí, mejor vaya a buscar a su prometida. No necesito que me lleve."
Fernando frunció el ceño y replicó: "No necesito tus consejos sobre qué debo hacer. Mañana tengo que asistir a un cóctel y necesito que vayas a mi casa para ayudarme a elegir un atuendo. Respecto a tu sueldo, te lo pagaré a fin de mes."
Sin más, abrió la puerta del auto e intentó meterla a la fuerza.
Lidia no podía creer cómo Fernando se estaba comportando, intentando forzarla en plena calle con gente alrededor.
En medio de su disputa, una voz interrumpió la tensión.
"¡Lidia!"
Mencía había aparecido sin que se dieran cuenta.
Lidia, aliviada como quien ve un faro en la tormenta, rápidamente se alejó de Fernando y se acercó a Mencía.
Con una mezcla de sorpresa y alivio, preguntó: "Mencía, ¿cómo es que viniste?"
Mencía miró a Fernando de manera sarcástica y dijo: "abogado Ruiz, vine a buscar a Lidia para cenar esta noche. ¿Te importa?"
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