¡Ay... qué dolor...!
¿Ella había muerto?
¿Esto era el infierno?
"Ah..."
Joana Sierra abrió los ojos... y se encontró repentinamente con unos ojos de lobo fríos que la miraban como si fueran olas negras e inmensas.
"Cariño... di que eres mía."
Una voz ronca y un tanto siniestra resonó en su oído...
¿Esa voz? ¿Esta cama tan familiar?
Parecía... ¿haber renacido?
Sin embargo, antes de que pudiera pensar más, sintió un mordisco en su oreja.
De nuevo, una voz masculina fría y algo salvaje resonó en su oído: "Joana... si vuelves a escapar, de verdad te romperé las piernas..."
Esa voz fría y afilada, como cuchillas, atacaba su ya frágil voluntad...
Un miedo abrumador la envolvía, y abrió mucho los ojos: "¿Ezequiel Atlas? ¿No estabas muerto?"
"Joana, ¿así que esperabas que muriera?"
"¿Te decepciona que no haya muerto y no puedas volar libremente con tu amor de la infancia?"
Ezequiel apretó los dientes, su ya sombrío rostro se volvió aún más oscuro.
Al siguiente instante, Joana sintió cómo la sujetaban del cuello, con indicios de ira y furia, señales de que Ezequiel había sido provocado al límite.
Una intensa sensación de asfixia la invadía, haciendo que Joana temblara involuntariamente, pero se detuvo al mencionar a su amor de la infancia...
¿Ese hombre que la empujó hacia el infierno? ¡Cómo le gustaría matarlo con sus propias manos!
Al ver que se distraía, el hombre se puso aún más sombrío: "Joana, ¿te atreves a pensar en otros hombres a mi alrededor? Yo..."
Antes de que Ezequiel pudiera terminar, fue sorprendentemente interrumpido por la joven que lo abrazaba por el cuello y de repente selló sus fríos labios...
De repente, el hombre, que estaba completamente desafiante, quedó atónito...
"Zeki... ¡Lo siento!"
La voz de la chica era dulce y suave, mirando al hombre frente a ella con una expresión de pena.
¿Lo llamó... Zeki?
¿Acaso se volvió loca?
Y después de que la habían utilizado, Robin la había vendido a un laboratorio y se había convertido en uno de los sujetos de experimentación para un grupo de experimentos con bacterias vivas.
Pero en su momento más desesperado, él apareció, herido, rompiendo el tanque experimental.
Sin importarle si estaba infectada, la abrazó fuertemente.
Él había dicho: "Jana, no tengas miedo... ¡Zeki está aquí!"
Antes de morir, la abrazó y sonrió satisfecho: "Ahora no tengo nada, pero aún te tengo a ti."
"Jana... si hay otra vida, ¿serás buena y te quedarás conmigo para siempre?"
Ella, incapaz de hablar por el llanto, no se sentía digna... pero aun así, asintió, diciendo: "¡Sí!"
¡Zeki... hicimos un trato!
Más tarde, debido a la intrusión de extraños, y para ocultar el secreto, el laboratorio activó el sistema de autodestrucción, y ambos murieron en la explosión.
Pero en el último momento de sus vidas, él la abrazó con fuerza.
Como dijo una vez: "¡Aunque muera, te ataré a mi lado!"
¡Y lo cumplió!
Solo pensar en todo eso hizo que el corazón de Joana doliera sin cesar.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Mala es la Nueva Mimada