Ella
La luz del sol que se filtraba por la ventana de mi despacho bañaba el escritorio de caoba con un suave tono dorado. Mientras ojeaba los documentos que tenía delante, el peso de mis circunstancias actuales me oprimía como un sudario inoportuno.
Podía sentir que mi lobo también se ponía alerta ante la situación.
¿Cómo me vi envuelto en la mafia y, lo que es más importante, cómo podía salir de ella sin causar más complicaciones?
-De ninguna manera-, dije, negando con la cabeza. -No iré a un evento familiar contigo. No tan... pronto.
Los ojos azules de Logan se entrecerraron. -En realidad no se puede debatir, por desgracia-, dijo, cruzando los brazos sobre el pecho. -¿Creías que sólo tú te beneficiarías del trato?.
-Bueno, no, pero...
-Pero nada-, interrumpió Logan. Su voz era firme, pero no enfadada. -Lo siento, Ella, pero tienes que venir. No te lo estoy pidiendo. Te estoy diciendo que tenemos que ir. Además, ya he aceptado en tu nombre.
No pude evitar fruncir el ceño. Asistir a una cena familiar con el clan de Logan me ponía nerviosa, no sólo por mi seguridad física, sino por las implicaciones. Si mis padres se enteraban, nunca me lo perdonarían.
-Bien-, dije finalmente, dejando escapar un profundo suspiro mientras bajaba la mirada hacia los documentos que tenía ante mí. -Vamos a... ponernos a trabajar.
Durante las dos horas siguientes, profundizamos en los entresijos del caso. Para mi sorpresa, Logan vino preparado. Entregó prueba tras prueba, facilitando la construcción de una defensa formidable.
-Has estado muy ocupada-, comenté, impresionada a pesar de mis reservas.
-Siempre me aseguro de estar preparado, especialmente cuando trato con gente como el Sr. Henderson.
Revisé los documentos por última vez y me di cuenta de que el caso era mucho más sencillo de lo que había previsto.
-De acuerdo, Logan-, dije tras pensarlo un rato, poniéndome en pie y ordenando los papeles en una pila. -Vuelve la semana que viene. Lo ultimaremos todo y después nos reuniremos con el abogado de la parte contraria para negociar. Esto debería resolverse bastante rápido.
Parpadeó sorprendido. -¿Tan rápido?
Sonreí y me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja. -Es un caso sencillo, lo creas o no. Sé que probablemente pensaste que podrías salirte con la tuya manteniéndome enganchada con asuntos legales durante un tiempo, pero parece que tendrás que buscarme más casos si ese era tu objetivo.
Una sonrisa curvó sus labios y su mirada se suavizó. -Eres toda una profesional, Ella. Encantadora también, a tu manera legalista.
Riéndome, recogí los papeles y los coloqué con cuidado en una carpeta. -Bueno, parece que hemos concluido nuestra reunión. Podéis retiraros.
Frunció ligeramente el ceño. -Iba a recogerte más tarde.
Enarqué una ceja, curiosa. -¿Por qué? pregunté. -Ya sabes que no necesitamos vernos durante nuestro tiempo libre, ¿verdad?.
Logan sonrió satisfecho, su mirada recorrió mi atuendo, con una pizca de picardía en los ojos.
-Pensaba llevarte a comprar algo más... adecuado para la reunión familiar. Tu atuendo actual está bien, pero no es precisamente...
Hizo una pausa.
No pude evitar reírme, el sonido llenó la espaciosa habitación. -Logan, ¿insinúas que me visto como un Omega?.
Se movió incómodo, un toque de rubor tiñó sus mejillas. -Es solo una sugerencia. Tal vez.
El resto del día se desarrolló como un frenesí de actividad. Mientras volvía a instalarme y a dar una vuelta por la oficina, la luz del sol había cambiado de un blanco brillante a un tono dorado más suave. No tenía más tareas pendientes, ni trabajo ni recados adicionales.
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