La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 178

Yolanda miró a Macos, que sostenía nerviosamente el micrófono en el escenario y se miraba con cariño:

—Macos, ¿crees que voy a aceptarte por unas pocas palabras tuyas?

Macos se sintió de repente muy decepcionado.

Antes pensó que Yolanda no le creería, pero Albina dijo que sí. Ahora no solo había dicho tantas palabras falsas, sino que también había sido rechazado por ella.

¡Qué humillante!

Acababa de ver a alguien haciendo fotos y vídeos, y temía que en poco tiempo se difundiera por todas partes esta noticia.

Macos parecía desaliñado y abatido.

Pero esta mirada le hacía más real, mostrando perfectamente la decepción y la tristeza que sentía tras el rechazo de su confesión.

Algunas de las mujeres reunidas a su alrededor se compadecieron de él, y una mujer de mediana edad se adelantó y le aconsejó a Yolanda:

—Chica, este joven es sincero contigo, míralo, está a punto de llorar. ¿Cómo puedes dudar de su amor? Él ha tenido el valor de decir estas palabras delante de tanta gente. Si mi marido me hubiera hecho eso, habría sido muy feliz.

Macos también escuchó estas palabras. Estaba un poco avergonzado.

Se armó de valor para confesar, después de todo, era muy difícil decir palabras tan hipócritas. Pero no admitió haber llorado.

Yolanda estaba claramente de acuerdo con las palabras de esta mujer. Era un poco presumida, pero su actitud pretendía ser indiferente:

—Macos, si te gusto, necesito una prueba.

Al oír estas palabras, Macos se animó inmediatamente:

—Dime, si puedo hacerlo, lo haré.

Yolanda levantó las cejas:

—Quiero que despidas a Albina ahora.

Cuando estas palabras salieron, Lila, detrás de ella, también se congeló por un momento, y luego miró a Macos.

Mientras se negara, significaba que la confesión era una mentira.

Lila lo estaba deseando y sus ojos estaban llenos de esperanza, solo esperando que Macos se negara.

Aunque se moría de celos, en realidad todavía no quería creer que a Macos le gustara Yolanda. Era incluso más increíble que le gustara Albina.

Macos frunció los labios y actuó con calma, pero en su corazón se sintió nervioso.

Bajo la mirada de Yolanda y Lila, finalmente negó con la cabeza:

—Lo siento, no puedo hacerlo.

Cuando salieron estas palabras, los ojos de Lila se iluminaron, pero Yolanda frunció el ceño.

Aunque quería doblegar a Macos, cuando realmente le escuchó decir esto, ella se sintió un poco incómoda, y un sentimiento de pérdida la invadió.

Su voz estaba llena de sarcasmo y maldad:

—Realmente estás mintiendo...

—No.

Antes de que pudiera terminar su frase, fue interrumpida por Macos.

Este la miró muy seriamente y le explicó:

—Si no me importara mi familia, no dudaría en despedir a Albina, porque para ti nadie tiene importancia. Pero aún no he heredado del todo el negocio familiar y, desde que ella ganó el concurso, es tan importante para la empresa que ni siquiera yo puedo decidir si se queda o se va. Solo mi padre puede hacerlo. Ya he ido en contra de la familia para confesarte, y no puedo desafiar mis padres a expulsar a Albina de nuevo.

Dijo, con una mirada culpable.

—Lo siento. Pero puedo asegurarte que ella no se involucrará en ninguno de los asuntos de la empresa.

Después de que Yolanda escuchara su explicación y las concesiones que hizo, se volvió orgullosa.

Ahora estaba algo convencida de que Macos le gustaba.

Lo que acaba de decir es prueba suficiente de que le gusto.

Yolanda levantó la barbilla y dijo con orgullo:

—Ya que has dicho eso, te daré la oportunidad de perseguirme. Pero no puedo estar contigo.

Luego le dijo a Lila:

—Vamos.

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