La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 220

Jaime tuvo una noche loca con Yolanda hasta muy tarde, cuando se despertó, descubrió que ya había amanecido, se levantó al tiro y fue a vestirse, ni siquiera tuvo tiempo de ducharse.

Yolanda se despertó aturdida, lo miró y le dijo:

—No te precipites, todavía es temprano, solo son las siete.

—Debería levantarme más temprano —la voz de Jaime estaba llena de impaciencia, se puso la chaqueta y salió corriendo con los zapatos en la mano— Reuniré a los hombres para encontrar a Umberto desde cuesta abajo, si él ya había subido desde ahí, tendremos grandes problemas.

Mientras hablaba, estaba arrepentido de haber perdido mucho tiempo con Yolanda anoche, quería ir a revisar más temprano, pero ahora solo deseara que Umberto y los demás no hubieran subido del bosque de abajo.

Al ver que Jaime estaba tan ansioso, Yolanda no pudo dormir más, se levantó de la cama y se vistió:

—Hoy no voy contigo, mi papá no está en la empresa estos días, tengo que quedarme en la compañía, después de la última competencia, por primera vez Yoli va a lanzar un nuevo producto últimamente.

Si tuviera éxito, mejoraría la impresión que tenía la gente hacia Yoli, de lo contrario, empeoraría la situación del Grupo Carballal.

Yoli se podría considerar como la industria más desarrollada del Grupo Carballal, para que el Grupo Carballal se recuperaría lo antes posible, Yolanda había utilizado todos los fondos de otros proyectos industriales para ponerlos en este lanzamiento de nuevos productos, así que si no podría triunfar, sería un fracaso fatal.

Jaime ya consideraba que el Grupo Carballal era parte de su propiedad, estuvo de acuerdo y amablemente le dijo a Yolanda que no trabajara duro para el bienestar de su salud.

Su preocupación hizo que Yolanda confiaba más en Jaime.

Después de que Yolanda se fue, Jaime también estaba listo para salir, llamó a sus subordinados para decirles que siguieran buscando el paradero de Umberto y Albina.

Pero resultó que esta orden fue rechazada por ellos.

El subordinado le dijo a Jaime avergonzado:

—Señor, no es que no obedezcamos su orden, su abuelo acaba de avisarnos que tiene que regresar a la familia Seco —después de dudar mucho tiempo, continuó diciendo—, además, nos ordenó que no le prestemos más servicios.

Cuando Jaime escuchó esto, se quedó atónito por un momento, de repente se puso nervioso y preguntó:

—¿Había dicho algo mi abuelo?

Esto fue demasiado repentino, estuvo bien ayer, ¿por qué el anciano de repente emitió esta orden, quitándole el poder?

El subordinado dijo:

—No sabemos exactamente qué sucedió, pero acabamos de enterarnos de que la gente de la familia Santángel fue temprano a la familia Seco esta mañana, perdóname que ya no puedo contarle más información.

Después de hablar, el hombre colgó el teléfono.

Jaime se quedó con el rostro pálido.

«¿A qué vino la familia Santángel? ¿Acaso se ha enterado de lo que hice? Pero cómo es posible, si anoche mis hombres me contaron de que la familia Santángel aún no había encontrado a Umberto...»

Cuanto más pensaba, más confundido se volvía, no quería esperar más, así que salió corriendo de la villa.

Apenas salió, vio unos hombres esperándolo en la puerta.

Después de ver a Jaime, se acercaron con cara seria y le dijeron:

—Señor, su abuelo nos ordenó que lo lleváramos, lo siento.

Sin esperar a que Jaime respondiera, directamente sostuvieron sus brazos y se dirigieron al auto en contra de su voluntad.

A Jaime nunca le habían tratado así desde que era un niño, siempre se había portado bien, nunca había causado problemas y estudiaba con mucho afán sobre los asuntos de su familia, era el heredero más gratificado y orgulloso de su abuelo.

Jaime nunca antes había imaginado que algún día le tocó recibir este tipo de tratamiento que solía hacer su abuelo con otras personas.

—Suéltenme, puedo caminar.

Jaime se soltó de ellos enojado y se subió al auto con una cara sombría.

Cuando llegaron a la familia Seco, Jaime se sorprendió ver varios autos deportivos estacionados en la puerta, de repente su cara se volvió más y más pálido. «Estos autos pertenecen a otros nietos por parte materna, ¿por qué están aquí?»

Jaime tenía un mal presentimiento, después de que fue recordado dos veces por el hombre detrás, se dirigió a la puerta.

—¿Qué hiciste para que el abuelo se desilusionó tanto de ti? Nos habías dicho que eres el mejor heredero de la familia, entonces explícanos ¿por qué el abuelo nos dejó trabajar en la compañía?

A Jaime casi le salió una mordedura en sus labios, se esforzó mucho para controlar su ira, cómo quisiera darles golpes a sus primos, pero no podría hacerlo en este lugar, porque esto era lo que más odiaba su abuelo.

Después de tantos años de esfuerzos, finalmente se ganó la estimación de su abuelo y el puesto, creía que era el único heredero de la familia Seco, pero ahora parecía que todo iba a cambiar.

«¿El abuelo los reúne aquí acaso va a dividir el poder?»

—¿Jaime, por qué no subes?

Una voz severa vino de repente desde el segundo piso, Jaime miró hacia arriba y se encontró con la mirada de su abuelo y rápidamente dijo:

—Estoy hablando con Pedro.

Mientras hablaba, giró la cabeza hacia ellos con una sonrisa fingida, al mismo tiempo descubrió que el sarcasmo en sus rostros había desaparecido, y todos parecían muy amigables.

«¡Tanto tiempo sin verlos y todos se han convertido en unos hipócritas!»

—¡Súbete al estudio, rápido! Le apresuró el señor Seco y Jaime subió en seguida por las escaleras sin atreverse a cambiarse de ropa.

Pedro Leoz lo miró así y se burló:

—Hipócrita, lo único que sabe hacer es complacer al abuelo.

—Hermano, ahora somos iguales a él —murmuró la persona a su lado.

Pedro miró con enojo a su hermano, se dio la vuelta y se fue sin decir nada.

Apenas entró al estudio y cerró la puerta, escuchó la voz muy seria del Sr. Seco:

—¡Arrodíllate!

Jaime se templó inconscientemente por ese rugido y antes de que pudiera reaccionar, se arrodilló frente a su abuelo.

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