La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 340

La casa estaba muy tranquila, como si estuviera vacía.

Umberto entró con sus cosas, con la frente teñida de fino sudor, y nada más entrar, llamó a Macos para que le ayudara a guardar las cosas.

Hicieron falta varios gritos para que Macos saliera de la habitación a toda prisa, con la ropa arrugada, aturdido y somnoliento, y con grandes lentes oscuros.

Cuando Albina lo vio así, se quedó paralizada por un momento y no pudo contener la risa.

—¿Qué te pasó? ¿Acaso fuiste a la casa de alguien anoche y robaste algo? Tus ojeras pueden ser comparadas con las de un panda.

Macos salió corriendo antes de recuperar lentamente la lucidez, frunció el ceño y se frotó las sienes.

—No dormí en toda la noche, no había cerrado los ojos hasta ahora... Habéis vuelto.

Tenía un aspecto miserable, así que Albina simplemente le dejó volver a descansar, y luego llamó a Ariana.

Justo después de pronunciar el nombre de Ariana, Macos la interrumpió:

—Albina, no hay necesidad de gritar, se ha ido.

—¡¿Qué?!

Albina se sorprendió y se apresuró a mirar la habitación en la que se alojaba Ariana, efectivamente, ella ya no estaba, y la cama estaba ordenada, incluso todas sus pertenencias habían desaparecido.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué Ariana se ha ido de repente? ¿No dijo que se quedaría un tiempo?

Albina se apresuró a llamar a Ariana.

La expresión de Macos también se oscureció, su rostro no era tan relajado y sonriente como siempre, se frotaba las sienes, y sus ojos estaban depresivos.

—Ustedes se fueron, y poco después, Santiago la recogió.

Al principio pensó que Ariana no seguiría a Santiago, pero ella sólo lo pensó un rato antes de recoger sus cosas y salir.

Cuando Macos pensó en esto, sintió pánico. Era realmente demasiado asfixiante.

Sólo pudo observar cómo Ariana seguía al otro hombre, pero no pudo ni siquiera decir una solo palabra para retenerla. No tenía la posición ni el estatus adecuado para retenerla.

Aquella noche perdió el sueño, y cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba, y realmente no podía evitar querer arrebatar a Ariana de las manos de Santiago.

Macos podía ver que a Santiago le gustaba Ariana, pero sabía que Santiago no era la persona adecuada para ella.

Albina le miró y no sabía qué estaba pensando con los dedos apretados y el rostro lleno de frustración reprimida. Ella le dio una palmadita reconfortante en el hombro.

Umberto había estado escuchando a los dos hablar. Debido a que esto involucraba a Santiago, no podía interrumpirlos. En este momento, su expresión cambió y miró a Macos.

—Ariana ya se ha ido, ¿y no te vas todavía?

Estaba botándolo. Esta persona ya se había quedado en casa por mucho tiempo. Él lo interrumpía cada vez que quería besarse con Albina, y eso molestaba a Umberto.

Si Ariana no se iba, él tampoco se iría. Ahora que la que él perseguía se había ido, no había ninguna razón para que él se quedara más tiempo.

Macos sonrió y le dirigió una mirada deprimida.

—¡Señor Umberto, estoy en este estado y aún así quieres botarme!

Umberto le tiró una bolsa de fruta y le dijo que la lavara, mientras decía muy fríamente:

—No eres nadiepara mí, así que por qué no puedo no tener paciencia contigo. Ahora que ella se ha ido, no tiene sentido que te quedes más en mi casa, te ayudaré a recoger los equipajes más tarde.

Macos abrazó la bolsa de fruta, lo miró acusadoramente y giró la cabeza para mirar a Albina.

—Albina, míralo, es demasiado cruel. ¿En serio te atreves a quedarte con un hombre así?

En cuanto las palabras salieron de su boca, Umberto lo miró bruscamente, y Macos cerró inconscientemente la boca.

Albina miró el número de Ariana, pensando si marcarlo o no. Cuando escuchó sus palabras, levantó la cabeza y dijo despreocupadamente:

—¿No has comprado una casa en nuestro barrio? Está en el edificio vecino, muy cerca al nuestro.

Umberto se detuvo un momento ante sus palabras y miró a Macos.

—¿Compraste una casa aquí?

Ante la mención de este asunto, Macos se puso contento.

—¡Sí!

—¿Por qué la compraste aquí? —preguntó Umberto.

La ubicación aquí no era mala, pero con los recursos financieros de Macos, debería poder comprar algo mejor, sin mencionar que las viviendas de aquí no era muy seguras. Y Macos había experimentado ser seguido por la loca de Lila, por lo que debería ser más cauteloso cuando compraba una casa.

Macos observó su mirada indagadora y mantuvo la boca cerrada, pero sus ojos contenían un matiz de excitación y anhelo.

No quería decírselo a Umberto.

«Este hombre y Santiago habían crecido juntos, ¡¿qué pasaría si le dijera algo y Santiago acudiera?!»

Umberto observó su mirada y frunció el ceño.

—¿Por qué tu expresión es tan desagradable? ¿En qué demonios estás pensando?

Macos, que fue llamado repugnante, se quedó sin palabras.

—Nada, voy a lavar la fruta.

Macos corrió hacia la cocina, escondiéndose de los ojos de Umberto mientras sostenía la fruta y un gran montón de ingredientes.

Umberto era cuidadoso y era especialmente observador, así que él podía conocer fácilmente el pensamiento de Macos.

Macos pensó que era mejor evitarlo.

Al verle esquivar, Umberto miró a Albina.

—Albina, ¿qué sabes?

Albina volvió en sí, e intuyó que Umberto le preguntaba algo, así que dijo:

—Quizá sea porque el entorno del alrededor era bueno y conveniente, y todos sus amigos viven cerca... Eso es todo.

Lo que dijo tenía un poco de sentido, pero Umberto seguía sintiendo que le ocultaba algo.

—Llamaré a Ariana. Umberto, ve a gestionar en el marisco. Hace mucho calor estos días, así que se puede malograr.

Albina esquivó a Umberto, corrió hacia el dormitorio con su teléfono y marcó el número de Ariana.

La llamada tardó en ser respondida, y la voz de Ariana sonaba un poco cansada.

—¿Albina?

—¡Soy yo! —Albina contestó y, tras una pausa, preguntó— ¿Está Santiago a tu lado?

—No, ha salido.

Ariana adivinó lo que quería decir y esbozó una sonrisa.

Albina dio un suspiro de alivio e inmediatamente preguntó:

—Ariana, dijiste que te ibas a quedar conmigo dos días más, ¿cómo es que fuiste llevada de vuelta por Santiago? Estás, estás todavía...

Ariana tartamudeó, pero entendió lo que Albina quería decir y habló suavemente.

—No, Albina, no te preocupes. No soy el tipo de persona que actúa emocionalmente.

—Entonces, ¿por qué siguiste a Santiago tan fácilmente? —Albina hizo un mohín, con la voz apagada.

Desde que supo lo de Santiago y su primera novia, aunque no estaba segura de si realmente tenían algún tipo de relación, inconscientemente no quería que Ariana estuviera herida y que se encontrara con algo tan malo.

Ariana ya lo había pasado bastante mal cuando era niña. Si la herían emocionalmente, cuánto tiempo tardaría para superarlo.

Cuando Albina pensó en la siempre fría y tranquila Ariana había llorado así aquel día, su corazón se apretó, y no pudo evitar atragantarse un poco.

Ariana se dio cuenta de sus emociones y se apresuró a explicar.

—Albina, he vuelto por una razón. Si me hubiera quedado en tu casa, podría haber sido difícil averiguar algo, así que sólo podía volver primero para ver si podía encontrar alguna pista.

Cuando Albina escuchó estas palabras, se alivió mucho.

—¿Entonces has encontrado algo en los últimos dos días?

Ariana sacudió la cabeza, pero al recordar que ella no podía verla, dijo:

—No, estuvo normal los últimos dos días, pero antes de salir hoy, tomó una llamada telefónica. Parecía que algo malo sucedió y sospecho que tiene algo que ver con su primera novia.

El corazón de Albina se apretó.

—Entonces, ¿no le seguiste?

Ariana sonrió.

—He contactado con Kevin y ha buscado a alguien que lo siga, cuando Santiago vuelva, podré saber a dónde ha ido hoy.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, parecía un poco incómoda.

—Albina, ¿no es malo para mí hacer esto? Después de todo, le pedí a alguien que vigilara a Santiago, yo...

Se sintió un poco de triste. Antes no era este tipo de persona, no podía hacer algo como dejar que alguien siguiera a una persona. Ahora sentía que se había vuelto alguien diferente, y estaba nerviosa.

Albina escuchó su malestar y frunció los labios.

—Ariana, tienes una razón para esto. Si Santiago no tuviera nada de qué sospechar, no habrías hecho tal cosa, después de todo, él no te dio suficiente seguridad.

Al principio de su relación, con la ayuda de Umberto, Albina ya le había contado a Santiago las inseguridades de Ariana cuando era niña, y le había recalcado en innumerables ocasiones que Ariana era muy desconfiada en las relaciones y necesitaba seguridad absoluta.

En ese momento, Santiago había prometido y jurado tratar bien a Ariana y ser definitivamente un buen novio y darle suficiente seguridad.

Pero, ¿y ahora? En el pasado, cuando no regresaba a casa por la noche y le gustaba ser alocado y juguetón, se podía decir que era inmaduro, pero al menos no estaba involucrado con otras mujeres, sin embargo ahora, la primera novia de Santagio apareció.

Incluso cuidó de ella durante toda la noche, y los que no lo sabían, pensarían que esa persona era su novia.

Ni siquiera sabía cómo evitar los rumores, así que ¿cómo iba a no preocuparse?

Tras ser tranquilizada por Albina, el corazón de Ariana se calmó un poco. Las dos hablaron durante un rato y cuando colgaron, la voz de Ariana tembló ligeramente.

—Albina, tengo un poco de miedo. Temo recibir una noticia que no quiera aceptar.

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