Pero muy pronto la madre de Ariana se adaptó. La intención de este viaje era hacer que Ariana donara un riñón, por tal cual no quería perder tiempo con otras personas.
Miró a Albina con impaciencia y dijo:
—No me importa si eres su amiga o no. Ella tiene muchos amigos, ¿cómo puedo recordar todos?
En la mirada de Ariana apareció un toque de sarcasmo. Durante tantos años, no había tenido muchos amigos, siempre habían sido ellos. Sin embargo, ni conocía a Albina, con sólo este hecho, ya podía ver que a su madre no le importaba nada.
No obstante, no se sentía triste, ya se había acostumbrado después de tantos años. Cuando era una niña, aún le importaba el cuidado y el amor de sus padres, pero después de haber sido lastimada y descuidada tantas veces, ya no le importaba más.
—Albina, no pierdas tiempo con ella. Vámonos —ella echó un vistazo a su madre y dejó estas palabras duras—. Encárgate de la enfermedad de tu hijo. Jamás iré a hacer el chequeo. Incluso si fuera emparejada con él, ¡no voy a desperdiciar mi riñón en vano para salvar tu hijo!
Todos éramos egoístas, sin mencionar que al hijo de su madre, Ariana lo odiaba mucho.
Cuando era una niña, sus padres formaron sus propias nuevas familias y ella no tenía adónde ir, por lo que se alojaba en las casas de su padre y su madre en turno. Después de unos años, su madre dio a luz a este hijo, la trató como un príncipe y lo malcrió.
Cada vez que ella se alojaba en la casa de su madre, su maldito hermano la intimada y, a menudo, la golpeaba en la cabeza con sus juguetes.
Sin embargo, su madre nunca trataba de educar a su hijo, sino que culpaba a Ariana diciendo que ella era egoísta y que había arruinado el buen humor de su hermano. La escena común había sido que mientras la maldecía, tenía a su hijo en sus brazos, y lo elogiaba por su fuerza y su buena puntería.
Posteriormente, ese hermano menor la intimidó aún más, hasta que su abuela la recogió y nunca volvió a ver a ese molesto niño.
Ella recordó las escenas en las que fue maltratada cuando era niña, se sintió un poco amarga en su corazón, y le dijo a su madre:
—¿No tienen muchos ahorros? Entonces, que esperen en la lista de esperas, si él no es capaz de esperar a ese tiempo, significa que tiene mala suerte y que no puede escapar de esta catástrofe. De todos modos, no me meto en esto.
Después de hablar, agarró los brazos de Albina y Angelina e iba a irse.
Su madre se puso irritada por sus últimas palabras, se dirigió a ella apresuradamente y agarró el brazo de ella.
—Bastarda, no te puedes ir. Si o si tienes que ir al hospital conmigo, tu hermano ha sido trasladado al hospital en la Cuidad Sogen. Solo necesitas hacer un chequeo médico, no tardará mucho tiempo.
—¡Ya te dije que no quiero! —Ariana la apartó violentamente— No tengas ilusión. Jamás donaré mi riñón a esa persona. Si te atreves a obligarme de nuevo, llamaré directamente al policía y le diré que has sido un riesgo para mi seguridad personal.
De inmediato, Angelina levantó la mano y dijo:
—Tengo un tío que trabaja en la comisaría, ¿quieres que te ayude?
La madre de Ariana no esperaba que ella fuera tan dura, corrió hacia adelante y quería golpearla. En el momento en que corrió hacia adelante, Albina se paró frente a Ariana, fue empujada por la mujer y se cayó en el piso.
—Ay, mi bebé. Me duele la panza, Ariana, detenla...
—¡Albina! —exclamaron Ariana y Angelina al mismo tiempo, se agacharon a su lado.
—Ahora llamo a una ambulancia —los dedos de Angelina temblaban y estaba a punto de sacar su móvil.
Ahora se puso muy molesta, si no le hubiera pedido a Albina que saliera, no se había metido en este asunto. Si algo le sucediera al bebé, se sentiría culpable por el resto de su vida. Además, si Umberto se enterara, nunca la perdonaría.
Ariana también estaba en pánico, su expresión estaba confundida y sus ojos se pusieron rojos.
Cuando vio que Angelina realmente iba a llamar a una ambulancia, mientras gritaba de dolor, fingió agarrar la muñeca de Angelina sin querer, aprovechó del momento en que nadie la vio, les guiñó a las dos.
En un instante, las dos la entendieron, se enteraron de que ella estaba fingiendo, en el mismo tiempo en que se sintieron aliviadas, cambiaron sus propias expresiones.
Entre ellas, Angelina era la chica más entusiasma, y también la más dramática, inmediatamente exclamó:
—Albina, estás sangrando, vi que esta mujer te golpeó en tu panza. ¡Fue ella quien lastimó a tu bebé!
Albina se mordió sus labios con fuerza, miró a la madre de Ariana con una expresión de dolor.
A propósito, ajustó su falda suelta para que ella pudiera ver el bulto ligero.
—Te acabaste, si mi marido se entera, nunca te dejará en paz. Incluyendo tu desafortunado hijo. ¡Mi marido no perdonará a toda tu familia! —ella apretó sus dientes y dijo estas palabras de forma intermitente.
—No, no lo he hecho.
Ya no se atrevía seguir luchando contra ellas. En términos de poder familiar o en términos de inteligencia, ella no era capaz de competir con ellas. Ellas dos eran unas luchadoras naturales.
Mientras exclamaba que no lo había hecho, huyó con preocupación de la cafetería, ya no hablaba más de lo del riñón.
Al verla huir, la gente en la cafetería se quedó callada por un momento y comenzó a preocuparse por Albina.
—Chicas, llamen a una ambulancia rápidamente, ¿qué pasa si algo le sucede al bebé?
—Miren lo pálida que está tu cara, te ha lastimado mucho.
Antes de que terminaran las palabras, Albina se sacudió el polvo en su falda, se puso de pie como si no le hubiera pasado nada.
Su cara estaba rubicunda y su tez era buena, no parecía estar mal en absoluto.
El silencio volvió en la cafetería.
Albina les sonrió y dijo:
—¿Ya lo entienden ahora? Lo que ven no es necesariamente cierto, y otros pueden fingir. Por eso, no pueden simplemente seguir las opiniones de otros, necesitan tratar de buscar la verdad con sus propios ojos, nunca crean ciegamente lo que dicen los demás. No saben que quizás la justicia que apoyan sea algo estúpido desde la perspectiva de otros.
Ella mantenía una sonrisa en su rostro, era muy hermosa y su voz era tierna. Aunque el contenido de sus palabras era un poco vergonzoso para los presentes, ellos no podían decir nada.
No les quedaba otra opción que admitir que lo que había dicho ella tenía sentido. Incluso aunque se enteraron de que ella había fingido estar lastimada, no se sentían enojados.
—Albina, ¡qué palabras más sabias has dicho! —Angelina la elogió, y Albina le respondió con una sonrisa amable.
Esa sonrisa le hizo temblar a Angelina, porque sentía que en ese momento Albina se parecía un poco a Umberto, que era un poco tenebrosa.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega
que pasa con el final de esta novela solo llega hasta 577 ?...