La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 559

—Casi treinta años —Doria respondió con cautela.

Bianca asintió.

Los años habían sido realmente largos. Treinta años, la mayor parte de la vida de Doria la había pasado en la familia Espina.

Con cierta reticencia, Bianca miró a Héctor.

Él le devolvió la mirada. Esto tenía que solucionarse o Umberto no dejaría que Albina volviera a la familia Espina.

Bianca recibió su mensaje y supo que no había otra salida, así que le dijo a Doria:

—Doria, creo que ya eres mayor, así que te daré una suma de dinero para que encuentres un lugar bonito y vivas el resto de tu vida en paz. Ya no tienes que quedarte aquí sirviéndonos...

Antes de que pudiera terminar la frase, Doria se desplomó de repente.

Bianca se sorprendió y se apresuró a ayudarla a levantarse.

—Doria, ¿estás bien?

Doria no esperó a que la ayudara a levantarse y se agarró al brazo de Bianca presa del pánico, con el rostro lleno de pena e impotencia.

—Señora, ¿quiere despedirme?

Bianca se detuvo un momento y asintió.

—Lo digo en serio, pero no te trataremos mal. El dinero es...

—No es una cuestión de dinero —Doria la interrumpió apresuradamente y casi se arrodilló frente a Bianca—. Señora, llevo casi toda mi vida en la familia Espina. No quiero dejar a la familia Espina, por favor, no me despida.

Luego continuó con lágrimas en los ojos.

—No tengo hijos ni familia, llevo aquí treinta años y hace tiempo que me acostumbré a este tipo de vida. Yo no puedo dejar a la familia Espina.

—Doria, fue nuestra decisión unánime. ¿No es bueno vivir tu vida sin prisa y cómodamente? —Héctor pronunció las palabras y Doria le miró.

Ya tenía claro ella que la idea debía de venir de Héctor.

Bianca nunca había querido despedirla, pero después de que Héctor viniera temprano por la mañana y dijera algo, todo cambió.

Doria miró a Héctor con lástima.

—Señor Héctor, sé que soy vieja. Si cree que ya no soy útil, puedo comer menos, tampoco tiene que pagarme por mi trabajo, sólo deme un lugar donde vivir. Todavía tengo algunos ahorros y no seré una carga para la familia Espina.

—¿A qué te refieres con eso? —Bianca no pudo resistirse a hablar.

Las palabras de Doria fueron tan humildes y patéticas que hicieron a Bianca se sintiera mal. Pero Bianca no tenía otra opción, quería traer a su hija a casa.

—Todavía podemos permitirnos mantener a alguien. No te estamos abandonando, solo tenemos una razón para hacerlo.

Bianca fue al grano y no reveló demasiado, pero su actitud ya era firme.

Cuando Doria vio que Antonio y Héctor hacían muecas y que Bianca no la miraba, supo por fin que se había acabado todo y que no estaba destinada a quedarse en la familia Espina.

Su rostro era sombrío mientras se levantaba del suelo, y dijo con la voz entrecortada:

—Lo sé, ya me voy. Lo siento, soy yo quien os ha causado todas las molestias. Ahora voy a recoger mis cosas.

Bianca se sintió un poco incómoda ante sus palabras, pero aliviada al saber que se iba.

De repente, una voz femenina sorprendida salió de la puerta.

—Doria, ¿adónde vas? ¿Te vas?

Héctor frunció el ceño y miró hacia la puerta.

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