La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 97

Lila se quedó paralizada por un momento, sin entender por qué Macos decía esas cosas, pero aun así asintió con sinceridad:

—Sí, cuando se comprometieron en aquella época, el evento fue tan grande que casi todo el mundo en toda la Ciudad Sogen lo sabía. Pero me enteré de que se habían retirado del matrimonio hace tiempo.

Albina sonrió:

—¿Entonces sabes quién es el ex prometido de Yolanda?

Lila le dirigió una mirada como si estuviera hablando estupideces:

—Claro que lo sé, Umberto, el actual presidente del Grupo Santángel. ¿En qué siglo vives, ni siquiera lo conoces?

Vio a Lila con una mirada de superioridad.

Albina se rio:

—Afortunadamente, el presidente del Grupo Santángel, Umberto, del que hablas, ¡es precisamente mi ex-marido! ¿Crees que una relación como la mía y la de Yolanda podemos sentarnos juntas en paz?

La expresión de Lila estaba sorprendida. Su boca estaba bien abierta, que no pudo decir una palabra durante mucho tiempo. Después de reaccionar, dijo:

—¿Tú estás loca, Albina? ¿Umberto es tu ex-marido?

Macos sacudió la cabeza al verla así:

—Lila, entonces ¿sabes por qué Alberto fue tan respetuoso con Albina por teléfono hoy?

—¿Por qué? —preguntó Lila inconscientemente, y luego su rostro se puso pálido, sintiendo realmente que había hecho una pregunta muy estúpida.

¿Qué otra cosa podría ser? ¿Por qué alguien tan arrogante e imbatible como Alberto sería tan respetuoso con una pequeña diseñadora sin antecedentes? ¿Qué otra razón podría haber?

¡Por la relación de Albina y Umberto!

Lila se quedó boquiabierta, incapaz de hablar durante mucho tiempo, y le entró el pánico.

¿Albina era la ex-mujer de Umberto? ¿Umberto había estado casado antes? ¿Cómo era que nadie había expuesto esta historia tan grande?

Pensando en lo que hizo anoche, el corazón de Lila estaba inquieto.

¿Qué podía hacer ella? Si Umberto sabía que también estaba involucrada en el asunto de Albina anoche...

Se apresuró a sacudir la cabeza, tranquilizándose.

Ella era la ex-esposa, por eso Umberto y ella ya estaban divorciados. Tal vez Umberto estuviera con ella antes por su belleza. ¡No debía ser ningún amor el que la defendiera!

Su rostro estaba pálido y movía la cabeza de vez en cuando. No se sabía en qué estaba pensando.

Albina no tuvo tiempo de perder tiempo con ella y le dijo a Macos:

—Sr. Murillo, ya sé lo que usted ha dicho. Me prepararé. Yo vuelvo primero.

Macos asintió con la cabeza.

Solo en cuanto Albina se dio la vuelta para marcharse, Lila reaccionó y miró a Macos con expresión sarcástica:

—Sr. Murillo, fui yo quien malinterpretó a Albina. La vi tomar un café con Yolanda y pensé que pondría en peligro nuestra empresa. Estaba demasiado ansiosa, por eso...

Se explicó por sí misma, pero Macos no era estúpido y lo había visto todo claro. Borró esta foto delante de Lila, y su tono hacia ella llevaba una ligera advertencia:

—No quiero que aparezca ningún rumor en la empresa después, ¿entiendes?

Lila asintió con la cabeza a toda prisa:

—Entendido, lo comprendo.

Macos le entregó el teléfono esta vez:

—Sal tú.

Lila salió de la oficina con un suspiro de alivio, pero su odio hacia Albina seguía.

Si antes estaba disgustada con Albina porque malinterpretó la relación de Albina y Macos, pero después de haber sufrido tantas pérdidas por Albina y haberse frustrado una y otra vez, con su fuerte y arrogante personalidad, por supuesto que odiaría cada vez más a Albina.

Con la rabia acumulándose en su corazón, Lila se apresuró a ir a la oficina y vio a Albina empacando sus cosas. Al pasar junto a ella, dijo con sarcasmo:

—¿De qué está tan orgullosa? No es más que una chica a la que echaron de una familia rica. ¿Qué tiene para estar orgullosa? Ya no la quiere. Y casi fue violada para nada. ¡Qué patética! Todavía quiere encantar a los hombres con ese aspecto de zorra. Asquerosa.

Las palabras fueron tan dirigidas que Albina no pudo evitar preguntar:

—¿Estás hablando de mí?

Lila le dio una sonrisa falsa y susurró:

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