Las amantes del Señor Garret romance Capítulo 32

Llego al hospital. No se muy bien hacia donde ir ni con quien hablar. Al fondo veo un letrero de información. Camino decidida hasta él. Una mujer con cara de pocos amigos me mira por encima de sus gafas.

-¿Qué ocurre?- pregunta con desgana.

- Hola, me acaban de llamar. Me han dicho que Ian Garret está aquí - explico atropellándome.

-Espere en esa sala - señala una pequeña habitación llena de más personas con la misma cara que yo - y el médico irá en cuanto pueda.

-Vale.

Camino hasta el redil donde dan las malas noticias. Me siento como un cerdo a punto de entrar en el matadero. Me paso todo el rato mirando hacia la puerta con la esperanza de que aparezca el médico. Cada minuto me parecen horas, si tarda un poco más, van a tener que reanimarme.

-¿Familiares de Ian Garret?

Corro hasta él. Escuchar ese nombre de los labios de este desconocido se me antoja raro. Lo suelta como si no importara, como si lo hiciera cada día y estuviera insensibilizado a estos dramas.

-¿Cómo está Doctor?- pregunto con el corazón en un puño.

-Milagrosamente está perfecto. No debería conducir si ha bebido.

-Él no suele beber - intento justificar - es solo que ha tenido un mal día.

Ahora que me ha dicho el médico que está bien y que no le ha pasado nada, siento como el enfado comienza a aflorar. Pienso decirle cuatro cosas en cuanto lo tenga delante.

-Está bien. Venga conmigo y pueden irse. Mañana tendrá un bonito dolor de cabeza - sonríe - dele ibuprofeno.

Entramos en una sala repleta de camillas hasta los topes. En una de ellas está Ian con el pelo revuelto, la corbata a medio desabrochar y la camisa casi que es mejor tirarla directamente.

Llega una enfermera y entre las dos lo sentamos en una silla de ruedas. Es cierto, tiene una borrachera importante.

- Eres tannn... guapa - abraza mi vestido.

- Si, si. Guapísima.

No podía imaginar que los músculos pesaran tanto. Entre que tengo que montarlo casi como un peso muerto en el coche y que no deja de decir tonterías, tardo casi media hora en acomodarlo y abrocharle el cinturón.

- ¿Estás bien? - pregunto antes de arrancar. Lo último que quiero es que me vomite por todo el coche.

Levanta el dedo pulgar como contestación y no se porque motivo, creo que eso no es buena señal.

Intento conducir despacio y sin muchos cambios brusco. La cara de Ian cada vez está más amarilla. Mi coche no se va a librar.

Aparco en el garaje. Me bajo y en el tiempo que tardo en rodear el coche para bajarlo a él, vomita por todo el salpicadero.

-Joder, Ian -susurro sacándolo a toda prisa.

-Bañana... te... comprarre... un coche... nuevo.

Casi a rastras llegamos al ascensor. Si aparto un momento mi enfado, resulta hasta gracioso escucharle decir estas tonterías sin la pose de hombre duro al que nada le afecta.

-...Muy.... guapa... - vuelve a repetir mirándome.

Lo suelto sobre la cama. Le quito la ropa y lo llevo hasta la ducha. Una ducha fresquita le va a venir muy bien para que se le pase un poco la borrachera.

-No... tu... comigo...- suelta colocando las manos en la mampara.

- ¿¡Así!?- grito enfadada colocándome debajo del agua.

Da un paso y se pega a mi. El agua le chorrea por la cara y el cuerpo, empapándolo por completo, justo como a mi. Este momento seria sensual si no hubiera vomitado y tuviera esta borrachera.

Le coloco un albornoz y lo llevo de vuelta a la cama. Cuando está más o menos seco, lo meto dentro y lo tapo y así aprovecho y me quito el vestido que pesa horrores. Con un sonoro "Pum" cae sobre el suelo.

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