LATIDO POR TI OTRA VEZ romance Capítulo 185

Juana reprimió la sorpresa en su interior y asintió:

—Sí, es mi compañera de instituto. Es muy guapa y su carácter es suave. Pero es un poco tímida. No puedo creer que se haya atrevido a matarte.

—¿Qué es lo increíble de esto? Los celos de las mujeres son terribles. Hacen todo para conseguir lo que quieren. Por supuesto, los hombres son iguales —Gonzalo sonrió y aportó su granito de arena.

Juana suspiró emocionada:

—Pero realmente no esperaba que se enamorara del señor Serafín. Ella dijo que amaba a su compañero de pupitre. Dijo que sólo quería casarse con su compañero de pupitre en esta vida, pero es todo mentira.

Violeta se dirigió al sofá y puso una manta sobre Carlos, que estaba dormido:

—Es normal enamorarse de los demás. En este mundo, sólo hay unas pocas personas que aman a una sola persona en su vida.

—Sí, nadie puede garantizar que esa persona esté siempre esperándote —mientras Juana decía, miraba a Gonzalo en la cama del hospital.

El movimiento de Gonzalo al pasar la página se detuvo ligeramente, pero pronto volvió a la normalidad, pasando a la siguiente página y leyéndola.

Al ver que él la había oído claramente, pero que deliberadamente fingía no haberla oído, Juana bajó los párpados con amargura.

No fue hasta un rato después que levantó un poco la cabeza, respiró hondo y cambió de tema:

—Por cierto, Violeta, ¿admitió Valentina que prendiera fuego a nuestro almacén?

Violeta negó con la cabeza:

—No fue ella, incluyendo el accidente de coche de Carlos, ni tampoco.

—¿Qué? —Juana dijo— ¿Quién es ese?

—No lo sé. Sólo podríamos comprobarlo lentamente —Violeta se frotó las sienes con una sonrisa amarga en la cara.

La mano de Gonzalo que sostenía el libro se tensó, pero no habló.

En ese momento sonó el teléfono de Violeta. Lo sacó y echó un vistazo. Al ver el nombre de la paliza en la pantalla, exclamó:

—Es mi profesor.

—¿Ezequiel? —preguntó Juana sorprendida.

Gonzalo también miró el teléfono de Violeta.

Violeta asintió a los dos, luego contestó rápidamente la llamada y se puso el teléfono en la oreja:

—Profe.

—Violeta, lo que has dicho en el mensaje de texto de hace media hora ya se lo he contado a mi profesora. Está muy enfadada y ha grabado el vídeo. Lo he enviado a su buzón —al teléfono llegó la voz de Ezequiel, un poco vieja pero cariñosa.

Violeta sonrió y asintió:

—Ya veo, gracias.

—¿Qué pasa? —preguntaron Juana y Gonzalo con curiosidad.

Violeta abrió la boca y les respondió en silencio:

—¡Luna!

Los dos comprendieron de repente.

—Luchas contra el plagio y proteges los derechos e intereses de la profesora. Es algo bueno. Naturalmente, te apoyaremos. Hazlo. Se lo diré a la Asociación de Diseño —Ezequiel se rió.

Violeta asintió y luego pensó en algo. Se mordió el labio inferior con vergüenza, y su voz se volvió más tranquila:

—Profe, ¿vio “Nacido de Fuego” del Grupo Tasis hace algún tiempo?

—Sí, aunque el nivel está lejos de la cima, es mejor que el de muchos diseñadores conocidos. Violeta, eres muy buena —Ezequiel dio un pulgar hacia arriba y la elogió.

Esto era lo que Violeta más deseaba escuchar. Estaba tan emocionada que hasta sus ojos estaban rojos:

—Gracias por el cumplido. Seguiré trabajando duro y me esforzaré por cooperar con usted en un gran espectáculo.

Al final de la llamada, Violeta sujetó el teléfono con fuerza con ambas manos. La alegría en su rostro no podía desaparecer durante mucho tiempo.

Juana entornó los ojos y le dijo:

—¿Es tan feliz ser alabado?

—No lo entiendes. Ezequiel es muy estricto. Nunca ha elogiado a Violeta ni le ha sonreído. Ahora la elogió, lo que significa que reconoce a Violeta —Gonzalo cerró el libro y miró a Juana.

Juana le sacó la lengua:

—Bueno, me equivoqué.

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