LATIDO POR TI OTRA VEZ romance Capítulo 41

Serafín miró al pequeño que no era tan alto como su muslo, entonces su cara fría se suavizó mucho:

—¿Dónde está tu mamá?

—Mamá está dentro —Carlos señaló la habitación y luego se giró de lado para dejar paso—Sr. Serafín, entre.

—Gracias —Serafín asintió ligeramente.

Tras entrar en la habitación, Carlos gritó en dirección al baño:

—Mamá, el señor Serafín está aquí.

La voz de Violeta llegó desde el baño:

—Bien, que se siente primero.

Carlos le respondió a Violeta y enseguida dio una palmada en el sofá:

—Sr. Serafín, siéntese. Mamá saldrá dentro de un rato.

—De acuerdo.

Serafín dejó la colcha y se sentó.

Carlos inclinó la cabeza y miró la colcha:

—Sr. Serafín, ¿por qué sostiene la colcha de mi mamá?

Serafín estaba un poco sorprendido:

—¿Esta es la colcha de tu mamá?—

—Sí —Carlos asintió.

Serafín frunció sus finos labios. No habló. Había una emoción compleja en su corazón.

Pensó que era una colcha nueva, pero no esperaba que fuera realmente de Violeta.

Lo que era aún más extraño era que no sintiera asco en absoluto. Obviamente, incluso sintió asco por las cosas de Luna, pero Violeta...

—Sr. Serafín —el grito de Carlos interrumpió los pensamientos de Serafín.

Serafín lo miró:

—¿Qué pasa?

—Mamá está fuera —recordó Carlos.

Serafín desvió la mirada. Entonces vio que Violeta salía del baño mientras sostenía a Ángela en brazos.

—Lo siento, Sr. Serafín, le he hecho esperar mucho tiempo. He tardado en peinar a la niña.

Violeta le sonrió avergonzada.

—No importa —Serafín se levantó y respondió con ligereza.

Cuando Violeta vio que Serafín había recuperado su aspecto habitual, se quedó un poco aturdida.

Si no fuera por el débil dolor en su muñeca, realmente pensaba que todo lo de anoche era una ilusión suya.

Sin duda, por muy poderosa que fuera una persona, había un lado frágil que los demás no podían ver.

—Sr. Serafín, ¿todavía siente dolor de cabeza? —Violeta preguntó con preocupación. Al mismo tiempo, ella dejó a Ángela.

En cuanto Ángela se puso firme, quiso correr hacia Serafín, pero Carlos la detuvo.

Sabía que mamá y el señor Serafín estaban hablando, así que no debían molestarlos.

—No —Serafín sacudió ligeramente la cabeza.

—Bueno, Sr. Serafín, aún así beberá menos en el futuro. Si se emborracha, será muy peligroso —dijo Violeta con sinceridad.

Serafín bajó los ojos y dijo en voz baja:

—Ayer fue el aniversario de la muerte de mi abuelo, así que bebí un poco.

Aparte de eso, nadie sabía que ayer era también el aniversario de la muerte de sus padres.

—Lo siento, Sr. Serafín, no quise...

Antes de que Violeta terminara de hablar, Serafín agitó la mano y la interrumpió:

—No importa.

Aunque no se lo tomó a pecho, Violeta seguía sintiendo un poco de pena por él. Después de pensarlo, cambió de tema:

—Sr. Serafín, ¿ha desayunado? Si no, ¿qué tal si desayunamos juntos? Voy a prepararlo ahora.

Con eso, ella no le dio la oportunidad de negarse, y luego se fue a la cocina.

Sólo quedaban Serafín y los dos pequeños en el salón.

Ángela se sacudió la mano de Carlos, dio un paso adelante para abrazar el muslo de Serafín y miró a éste:

—Sr. Serafín, te echo mucho de menos.

—¿Me echas de menos?

Serafín levantó las cejas.

Carlos también se adelantó unos pasos:

—Ángela lleva dos días preguntando a mamá por ti.

—¿De verdad? —Serafín sonrió débilmente. Parecía estar de buen humor.

—¿Qué le preguntaste a tu mamá? —se agachó y abrazó a Ángela, mostrando cierto interés.

Carlos parpadeó:

—Por supuesto que preguntó cuándo podemos volver a ver al señor Serafín.

—Todo lo pregunta Ángela. ¿Y tú? —Serafín miró al pequeño que tenía delante.

Sus ojos estaban llenos de expectativas que ni siquiera conocía:

—¿Le has preguntado a tu mamá por mí?

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