LATIDO POR TI OTRA VEZ romance Capítulo 556

—Déjalo para mañana, pero este... ¿Qué hacer con esta? —Lilian señaló la caja que Violetatenía en la mano.

Violeta frunció sus labios rojos:

—Voy a tirarla.

—¿No quieres ver lo que hay ahí? —preguntó Lilian.

La cara de Violeta era fría como el hielo:

—No hace falta. La entrega de ayer era de ese tipo, así que lo que hay en esta caja obviamente tampoco es bueno. Olvídalo, no sea que te escandalices.

—Tienes razón, pero aun así me gustaría verlo —respondió Lilian.

Violeta levantó una ceja:

—¿No tienes miedo?

—Está bien, pero el ser humano es muy raro. Aunque tenga miedo, tengo curiosidad y quiero descubrirlo —dijo Lilian encogiéndose de hombros.

Violeta le entregó la caja:

—Pues ábrela y, cuando termines, dime qué hay dentro.

Lilian cogió la caja y asintió repetidamente.

Al ver que estaba a punto de abrir la caja, Violeta se apresuró a detenerla:

—Espera, los dos niños aún están aquí, puedes abrirla cuando nos vayamos.

—Tienes razón —Lilian dejó de mover las manos.

Violeta cogió las manos de los dos niños:

—Sal cuando termines. Os esperaremos en el coche.

Con eso, sacó a sus dos hijos del salón.

Después de esperar en el coche durante una media hora, Lilian llegó tarde y con cara de mala leche.

Los ojos de Violeta se entrecerraron y preguntó con voz grave:

—¿Qué pasa? ¿Hay algo que da miedo ahí dentro?

—No, es mucho mejor que el de ayer —dijo Lilian mientras cerraba la puerta del coche.

Violeta la miró:

—¿Qué hay ahí?

Lilian no respondió, sino que miró a los dos niños.

Al ver esto, Violeta le tapó los oídos a Ángela.

En cuanto a Carlos, no le importaba.

Carlos sabía lo del cadáver del gato de ayer, y no hizo ninguna diferencia al escuchar lo de hoy.

Y a lo largo del día de hoy, había llegado a comprender que Carlos era mucho más tolerante de lo que ella pensaba.

Así que Carlos podía escuchar si quería.

Lilian entendió el significado de Violeta, así que al ver que Carlos no se tapaba los oídos, dijo lo que había visto:

—Era una caja de cucarachas, vivas. En cuanto la abrí, salieron volando y volaron por todas partes. Algunas incluso se arrastraron hasta mi cara, viscosas y me dieron asco.

Con eso, se frotó los brazos con disgusto, con la cara cubierta de asco.

Violeta se imaginó la imagen que describió en su mente y sintió que iba a tirar.

Violeta se apresuró a mirar hacia Carlos para ver si estaba disgustado.

Para su sorpresa, Carlos no reaccionó con tanta fuerza como ellas, aparte de fruncir el ceño.

«Parece que su capacidad mental, también, es mejor de lo que he pensado.»

—¿Y luego qué, qué pasa con esas cucarachas? —Violeta respiró profundamente, reprimiendo el malestar interior, y volvió a preguntar.

Lilian sacó una botella de agua helada de la nevera del coche y la abrió, bebiéndose la mitad de un trago antes de volver a calmar esa sensación de malestar en su corazón:

—Grité cuando esas cucarachas salieron volando, entonces un miembro del personal vino a comprobarlo. Cuando vio las cucarachas en el salón, su cara se puso negra, y me dijo que atrapara todas esas cucarachas antes de dejarme salir.

—No me extraña que hayas tardado tanto en salir —Violeta asintió.

—De acuerdo, lo sé.

Al ver que ella no replicaba, Serafín levantó la barbilla con satisfacción:

—¡Qué bien! Mañana me voy de viaje de negocios. Iré a tu lado en unos dos días.

—Genial, Carlos y Ángela se alegrarán de saberlo —Violeta se rió.

Al oír eso, el ceño de Serafín se ablandó:

—¿Dónde están?

—Ya están dormidoa —Violeta respondió.

—¿Es así? —una pizca de arrepentimiento brilló en los ojos de Serafín.

Violeta lo escuchó y sonrió:

—¿Dejo que se levanten y hablen contigo?

—No, déjalos dormir. Esperamos dos días para reunirnos y hablar —Serafín rechazó la oferta de Violeta.

Violeta tampoco quería llamar a los dos niños.

Al fin y al cabo, el sueño de los niños era importante, así que cuando le oyó negarse, no dijo nada y se quedó un buen rato hablando con él.

Fue el tiempo suficiente para que ella bostezara antes de que la llamada colgara.

Al día siguiente, Violeta y Lilian aparecieron en la avenida del concurso con sus dos hijos y algunos guardaespaldas, ganándose la atención de la multitud.

Lilian incluso hinchó el pecho con orgullo, disfrutando de los ojos sorprendidos y envidiosos de aquellas personas.

Cuando Violeta la vio así, se sintió divertida, pero no la detuvo.

En la sala de descanso, Violeta llevó a los dos niños al interior:

—Carlos, Ángela, jugad aquí, no corráis. Vendré a buscaros después de la competición, ¿me oísteis?

—Sí —ambos niños asintieron al unísono.

—Buenos chicos —Violeta los besó a cada uno, y luego miró a Carlos—. Carlos, llámame si pasa algo malo, o pide ayuda a los guardaespaldas. No puedes manejarlo tú solo, ¿sabes? Es un momento muy serio. Si te pasa algo malo, estaré triste.

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