LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 10

Siento unas manos en mis hombros agitar mi cuerpo. Abro los ojos, pero la luz de los rayos del sol me lastima la vista, trato de sentarme pero las piernas me duelen, parece como si hubiera ido al gimnasio. Me acomodo en la cama como puedo evitando moverme de más para no sentir el dolor.

—Levántate, tienes que comer algo y tomar una pastilla.

Me enfoco en la persona que me despertó y lo veo de pie frente a mí con su pantalón de algodón y sin camisa recordándome lo bien que se veía ayer sin su ropa.

— ¿Pastilla?, ¿para qué? —pregunto adormilada.

—Para evitar embarazos. Apúrate, tengo que llevarte al doctor.

— ¿Doctor? —me desconcierto por sus palabras.

—Deja de hacer preguntas y solo sígueme.

Bajo mis piernas de la cama poniendo mis pies en la alfombra, me levanto y al instante siento un ardor en la entre pierna. Me pongo mi ropa interior y una camisa de él, camino detrás de Jaxon a paso lento. Al llegar a la cocina me siento rápidamente en una silla, al momento de hacerlo ahogo un gemido de dolor.

«¡Demonios! ¡Este hombre me dejo rota!»

Clark sale de cocina y se sienta a un lado de mí.

—Come bien, deja las dietas. Debes de estar fuerte, ¿Entendido?

—Si se... —me detengo.

No sé cómo decirle, él me dijo que lo llamara amo, pero están sus empleadas y me da pena llamarlo así en público. Él comprende mi duda y responde.

—Solo en nuestros momentos. Ahora soy Señor Clark.

—Si, señor Clark.

Las empeladas no tardan en servirnos la comida, al terminar de servir la comida en mi plato comienzo a comer cómo si no hubiera comido durante días. Terminando de comer Jaxon me da la orden de ir a bañarme. En el baño de su habitación me meto al agua y lavo mi cuerpo, al terminar me pongo una fragancia de vainilla y salgo con mi cuerpo húmedo con una toalla alrededor de mi cuerpo; y el recuerdo del encuentro desnudos me causa una pequeña risa. Me siento en la cama y en seguida sale Clark de su grandísimo armario repleto de costosas, elegantes y únicas prendas.

—Úsalo.

Recibo la bolsa, la abro y me encuentro con ropa interior limpia de encaje. No me gusta mucho el encaje porque me pica piel.

—De ahora en adelante usaras ropa de encaje —demanda al notar mi desagrado.

—Pero es costosa, además me pica la piel —reclamo.

—Esa tela no es cualquiera. De ahora en adelante yo compraré tu ropa.

Quiero protestar, pero no puedo hacerlo, esto viene en el contrato.

Regla número 12. Usar la ropa que demande el amo.

—Ok —no me quejo más.

Antes de salir de la habitación, sujeta mi barbilla y deposita un pequeño beso en la comisura de mis labios.

—Voy a bañarme, no tardaré.

Asiento, se da la vuelta y se adentra al baño. Después de abandonar la habitación, me pongo las prendas que compro, un vestido liso y unas zapatillas de pico de tacón medio alto son mi atuendo. Termino de arreglarme con el poco maquillaje que tengo en mi bolso y por último cepillo mi cabello con los materiales que tiene Jaxon en elegante y rustico tocador.

En seguida, detrás de mi aparece con una toalla en su cintura y otra en su mano secándose el cabello.

—Jaxon —es la primera vez que lo llamo por su nombre, por un momento pensé que se enojaría, pero solo me volteo a ver indicándome que no le importa cómo le llame —Necesito ir a mi casa.

—Ven, nena.

Su mano derecha avienta la pequeña toalla de su cabello a la acolchonada cama. Con la misma mano me hace una seña indicándome que me acerque a él. Un poco nerviosa me acerco a él e inmediatamente me atrapa en sus brazos tomando mi cintura, pangándome a su mojado cuerpo.

—Regla número 8. Encuentro entre amo y sumisa son de tres días, eso quiere decir que los fines de semana incluyendo el viernes te quedaras en mi casa y, ¿a qué día estamos?

—Es sábado.

Contesto mirándolo a sus ojos grises, el cual me intimidan.

—Falta un día; el domingo por la noche te dejaré en tu casa —no me gusta su tono autoritario.

—Si, amo.

—Esa es mi nena.

Deja mi cintura para posar sus manos en mi cara y me besa. Me indica que me siente en la cama mientras se cambiaba, agarro mi celular para checar mensajes o llamadas; me sorprendo por las llamadas perdidas que tengo, ¡Oh no! de seguro está preocupado por mí.

—Amo.

— ¿Qué pasa? —descaradamente se voltea.

Se quita la toalla de la cintura y veo toda su complejidad, me avergüenzo un poco; aun no estoy acostumbrada a verlo desnudo y menos en plena luz del día.

— ¿Puedo hacer una llamada? Tengo varias llamadas perdidas de la misma persona —no sé el por qué le pregunté, pero sentí la necesidad de hacerlo.

—Hazla, no tengo problema.

—Gracias.

Busco el contacto en mi celular y marco el número. Pongo el celular sobre mi oreja y al segundo sonido de llamada, mi padre contesta.

—Hola papá.

— ¿Hija como estas? Te he estado llamando y no me contestas, me preocupaste, tú nunca me evitas una llamada —me alegra escuchar su voz.

—Lo siento papá, estaba… ocupada por el trabajo —miento.

—Me pudiste mandar un mensaje. Me preocupaste —me regaña.

—Lo siento, ¿Para qué llamaste?

—Te deposite dinero en tu cuenta para que lo gastes.

— ¡Papá! —me quejo —. Sabes que tengo trabajo, puedo pagar mis gastos; no me mandes dinero, trabajas mucho y te cansas. No quiero que te enfermes, debes cuidar tu salud.

— ¡Ay! hija, todavía estoy joven.

—Si cómo no —me burlo de él en buen sentido.

—No importa, ya deposité el dinero, lo gastas y se acabó, no se te ocurra reenviarlo. ¿Entendiste? —me advierte.

— ¿Son legales? —esto me da desconfianza.

—Se las enviare dentro de una semana, por lo mientras usen protección —nos aconseja evadiendo el tema.

La rubia doctora se levanta de su lugar, busca entre su cajón y me entrega una tira de cinco condones, avergonzada los tomo.

—Eso es todo —finaliza la doctora.

—Gracias, te mandaré el dinero de la consulta y de las pastillas —le dice a la doctora.

—No te preocupes, Jaxon.

Clark me da la orden de ir sola al laboratorio a sacarme la muestra de sangre, es lógico el que se quede, es para despedirse de la doctora. Voy al laboratorio y terminando subo al auto. En cinco minutos llega Jaxon, se sube y comienza a conducir.

No sé a dónde más tenemos que ir. Después de unos minutos Clark se detiene en el centro comercial, estaciona el auto y bajamos. Lo sigo sin decir nada hasta que nos detenemos en una tienda de ropa.

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto intrigada.

—Te voy a comprar ropa para que la uses cuando estés en mi casa.

—No es necesario, puedo ir a mi casa por mi ropa.

—Debes seguir las reglas.

Cuando se pone de enojón ni como reclamarle. Cansada, me dedico a seguir a Clark entrando a varias tiendas de marcas. Es molesto ver que las mujeres se le quedan viendo cuando pasa, no son disimuladas, todas lo voltean a ver e incluso si vienen con su pareja y otras me ponen mala cara por verme con él. Es incómodo y frustrante estar con el señor arrogante.

Clark ni siquiera toma mi punto de opinión solo lo juzga, me lo entrega y lo paga; compró mucha ropa. Lo más irónico de esto, es que él compra y yo cargo las bolsas, «idiota».

Después nos adentramos a una tienda de lencería y compró de todo tipo y color. Yo ya no puedo, mis manos están rojas por el peso de las bolsas y me estorban para caminar. Termina con las compras. Dejo las bolsas en la cajuela y al fin puedo respirar; me subo al auto y partimos a un restaurante a comer. Después de comer regresamos a su grande pent-house.

Dejo las bolsas en su habitación con la ayuda de una de las jóvenes empleadas; la chica se retira haciendo una inclinación y cierra la puerta. Estoy cansada por este día, nunca he perdido tanto tiempo de mi vida haciendo compras innecesarias.

Invade mi espacio personal posicionándose detrás de mí, sus manos me sujetan de la cintura y sus suaves labios se impregnan en mi cuello.

—Nena, que tal si estrenamos lo que te compre —su voz gruesa me excita demasiado.

Entiendo bien lo que me quiere hacer, no me puedo negar. Este es el momento para cumplir mis fantaseas con él.

—Me agrada la idea, amo.

—Ponte la lencería negra que te compré y me esperas en la habitación.

—Si, amo.

Su mano se estrella en mi glúteo y tiemblo ante su atrevimiento. Clark me deja en la habitación y de inmediato me despojo de la ropa y me visto con la lencería negra que me indico Clark. Un lindo junto transparente, con cintas en la pierna derecha y una tanga.

Ansiosa, camino al guardarropa, me encuentro con la puerta abierta y sin dudarlo me adentro esperando. Me quedo de pie observando y pensando en lo que pasará esta noche.

Su voz interrumpe mis pensamientos morbosos.

—Nena, ponte arriba de la mesa —lo dice acariciando mis desnudos hombros.

Ansiosa me dirijo a la mesa, al dar dos pasos golpea mi desnudo trasero. Estoy ansiosa por sentir lo que me hará esta noche.

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