Me encuentro parada frente al gran edificio de moda más reconocido en toda Europa, Milton’s Corporation.
Las manos me sudan por los nervios. En verdad me quiero quedar en esta empresa o ya no tendré más opciones de trabajo. Con un poco más de seguridad me adentro al edificio, camino sobre el limpio piso de azulejo hasta llegar a recepción, de frente con recepcionista, me da la bienvenida gustosamente.
—Buen día ¿En qué le puedo ayudar?
Me saluda la reluciente castaña con una sonrisa contagiándome de su actitud, le devuelvo la sonrisa.
—Hola, tengo una entrevista de trabajo.
Malditos nervios me traicionan.
—Entendido. Pase, la están esperando, suba el cuarto piso.
La amable recepcionista me da indicaciones y un gafete de visitante, sigo sus instrucciones y en seguida un señor alto de una edad avanzada me guía hasta llegar a mi objetivo. Nos detenemos frente una puerta; el hombre abre y me permite la entrada al que parece ser la sala de juntas. Puedo distinguir el lugar por lo amplio que es; cuenta con una mesa redonda alargada y con varios asientos a su alrededor y en frente un proyector.
Por estar distraída viendo mi entorno, no me percato que adentro de la sala se encuentra una chica, un poco más grande de edad que yo, al parecer. El señor me guía a la mesa, me brinda un asiento cerca de la chica para luego retirarse y dejarme sola con la joven esbelta de gustos caros, lo digo por la ropa que tiene puesta, «es lógico que se vista de esa forma, trabaja para una empresa de modas.»
—Me permites tus documentos —habla con seriedad.
Nerviosa, le entrego mis documentos. La chica detalladamente revisa mis papeles, de mi parte solo me quedo observando cada movimiento que hace poniéndome más nerviosa de lo que ya estoy.
Luego de un par de minutos alza la cara y sus atrayentes ojos grises se fijan en los míos, esa señal que ven mis ojos la mandan directamente a mi cerebro poniéndome un gran letrero diciendo ALERTA.
—Por lo que veo eres licenciada en mercadotecnia y publicidad.
—Si —confirmo.
—En estos momentos tenemos trabajo, pero no para el puesto que quieres.
—Entonces ¿Por qué me citaron si no hay vacantes?
—Estamos muy necesitados de —se detiene, no sabe cómo explicarlo —Una secretaria personal para el dueño de esta empresa, él señor Clark. Él estará ausente durante unos meses por cuestiones de trabajo y queremos un asistente para él, claro, si aceptas estarás en contacto con él, tu tendrás el control de la empresa. ¿Qué tal te parece la oferta?
—No lo sé, no sé mucho de administración o moda, no creo que les funcione —me sincero.
—No te preocupes por eso, el señor Clark te dirá que hacer solo tienes que seguir sus órdenes y decirme a mí que hacer. Yo igual te ayudaría pero me tengo que quedar en la empresa y me urge encontrar a alguien como ayudante.
La verdad, si me convence pero no estoy segura, no sé mucho de esto. Me doy cuenta que necesitan de mi ayuda, no es tan malo, a lo mejor después de esto me dan un lugar en diseño; además necesito ayudar a papá con los gastos.
—Acepto, pero tengo una duda.
— ¿Cuál?
— ¿Por cuánto tiempo será? —para trabajar aquí debo saber el tiempo el que me quedaré.
—Solo seis meses, serás un eventual y si vemos que tu desempeño va bien te daremos una oportunidad para crecer en tu área, nosotros mismos te podemos conseguir un nuevo empleo en una empresa de nuestros socios.
Eso me convence más, solo serán seis meses no más.
—Está bien, cuenten conmigo.
—Gracias, no sabes el alivio que siento. ¿Te parece empezar hoy? —propone.
— ¿Hoy? —«¿Tan rápido?»
—Sí, debes ir con el señor Clark para que te conozca y firmes contrato con él.
—Ok, ¿Y dónde está? —«Tan rápido conoceré a mi jefe.»
—Deja presentarme. Mi nombre es Jaime Wellington, estaremos trabajando juntas —se presenta amablemente.
—Mucho gusto Jaime —le sonrió.
Jaime escribe en una hoja de notas y me entrega el papel.
—Aquí está la dirección de la casa de señor Clark, en un momento le llamo para que te reciba, debes de ir y apurarte, estamos muy ocupados.
—Entendido —acepto el papel.
Tomo mis cosas y salgo del edificio. Con la app en mi teléfono reservo un taxi, espero unos minutos, el taxi llega y le entrego el papel con la dirección.
«Espero no arrepentirme de esto», me animo mentalmente.
En esta casa son muy estrictos, a lo mejor el señor Clark es un viejo amargado que se cree que por tener dinero puede mover a todos a su manera.
Sin más, toco la puerta con mis nudillos haciendo eco en la casa, en seguida escucho un adelante proveniente de adentro de la habitación, giro la perilla y me adentro.
Me asombro por la habitación, es más grande que mi casa y tiene muchos cuadros raros que no logro distinguir el concepto. Toda la habitación está pintada y decorada con colores oscuros, a pesar de ser colores oscuros se siente un ambiente cálido, tranquilo y reconfortante, y ni se diga los muebles, se ven que son muy costosos con detalles que pueden ser oro.
Después de observar la habitación me concentro al frente viendo a un hombre delgado sentado detrás de su escritorio. Lo único que veo es su cabello, porque esta de espalda, es de color castaño oscuro.
Al ver que no voltea y no hablo, tomo la iniciativa de hacerlo yo. Me tranquilizo y carraspeo.
—Buenas tardes, señor Clark. Me presento, mi nombre es Mallory Hoffman y vengo de parte de Jaime Wellington.
—Estoy enterado de eso.
Su voz grave voz me sorprende, es más grave que la de un adolescente cuando entra en la etapa de la pubertad y por el tono de su voz percibo que no es un anciano, pero me puso más nerviosa de lo que ya estaba; puede que sea un hijo heredero muy estricto, eso supongo.
—Entendido, le dejo mis papeles para que lo revise.
Con miedo camino sobre el tapete que adorna la habitación, dejo mis papeles de vida académica sobre su escritorio de madera barnizada. Él misterioso hombre se gira para tomar los papeles.
Verlo me sorprende, mi punto de vista de que era un señor viejo se fue al carajo; es joven, como veinte ocho o treinta años, un poco más grande que yo. Siendo sincera es muy guapo y atractivo.
Lo observo bien y me percato de su forma de vestir, es algo exagerada. Tiene puesto un traje completamente blanco, lo único de color son los botones cafés del saco. En el bolsillo de su saco muestra una flor dorada, además tiene anillos extravagantes en sus largos dedos y un joker de diamantes blancos en su cuello. No se ve mal, le queda el estilo.
Analizo sus movimientos que se me hacen sexys y perfectamente realizados como si todo él fuera hecho con una regla. Me pongo a pensar, una persona vestida con ese estilo puede que sea gay; esa es mi conclusión, pero no diré más de lo que pienso puede que esté equivocada, no lo juzgare más.
—Señorita Hoffman, como es de urgencia su apoyo es…
Sus grisáceos ojos conectan con los míos, se impacta por mi presencia y sin poder contenerlo baja el movimiento de sus pupilas por todo mi cuerpo. Su acto me pone nerviosa, me escanea de una manera descarada; las manos me sudan y el cuerpo me tiembla. Quiero verme segura pero él no me lo permite y más por ese gesto de ladear sus labios en manera de sonrisa burlona.
Su mirada regresa a mi cara y con seguridad habla.
—Señorita Hoffman, bienvenida a Milton’s Corporation.
Y de nuevo sus penetrantes ojos me observan, junto con esa sonrisa burlona.
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