LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 32

Mi canción favorita suena en la habitación, es la alarma de mi celular. Puse esa canción porque cada vez que la escucho me motiva para levantarme con ganas, aunque a veces no funciona. Con el sentido del tacto lo busco, lo tomo y desactivo la alarma.

Adormilada, giro del lado contrario para ver si Clark aún sigue dormido. No lo encuentro, así que doy por entendido que se fue a su casa.

Me levanto con pocos ánimos y elijo mi ropa para luego meterme al baño a bañarme. Me arreglo y bajo a la cocina para desayunar fruta picada con jugo de manzana. Terminando de desayunar me lavo los dientes, después aplico un poco de labial en mis labios y aliso mi vestido y tomo el autobús. Llego a la empresa en minutos, en retardo subo al elevador saludando al personal que me encuentro, como todos los días.

Al llegar a mi destino me siento en el lugar de Jaime. El día de ayer por mensaje me pidió acomodar unas cosas mientras llega, tiene el permiso de llegar tarde el día de hoy por un compromiso que le surgió.

Me acomodo en la silla y empiezo a revisar los documentos y los archivos, en unos minutos más tarde llega Zeth. Él se encarga de revisar y terminar el reporte del mes pasado para enviárselo a Clark. En unas horas más Zeth termina con sus labores, a mí solo me falta un archivo por revisar; ambos quedamos de acuerdo para ir a comer en un nuevo restaurante. En ese momento llega Jaime, se ve alterada y cansada.

—Tranquila, solo reviso este último archivo y se lo envió al señor Clark —digo para tranquilizarla.

Desde que conozco a Jaime siempre se ha mostrado como una persona trabajadora y puntual. Le pone mucho empeño a su trabajo, en ocasiones se queda horas extras o simplemente trabaja desde casa.

— ¡Ah! Gracias, no sabes lo preocupada que estaba por no enviárselo a Jaxon antes de la hora de comida.

—Listo, ya terminé —digo con entusiasmo.

—También termine. Ahora podremos comer los tres juntos, solo voy a dejar esto en la oficina del jefe —comenta el menor.

— ¿Por qué en su oficina? —pregunto desconcertada. Tengo entendido que trabaja en su casa.

—El señor Clark regreso a trabajar en la empresa porque la junta directiva así lo decidió, tenemos dos proyectos más que hacer con el modelo Trevor Young. Al parecer la audiencia lo adora y nuestras ventas subieron un 20% de anticipación. Es lo mejor que nos ha pasado desde que Milton's Corporation se creó —explica Jaime.

— ¡Oh! ¿Así que el modelo va alargar su estancia en Alemania? —pregunta Zeth.

—Si, al principio pensé que no aceptaría, pero lo hizo, ¿y saben por qué lo hizo? —a su pregunta le pone un toque de curiosidad con felicidad, Jaime siempre es así de intrigada.

—No, ¿Por qué? —pregunto.

—Me dijo que le agrada la compañía y quedo fascinado con el aumento de preventas, además, dijo que tiene un motivo para quedarse. No me explico bien, pero mi instinto dice que ese motivo tiene nombre y apellido, como Mallory Hoffman... —me quedo tiesa ante sus palabras —. Se lo dije a Clark y él decidió regresar a la empresa —dice como si nada.

— ¡¿Qué?! ¿Le dijiste el motivo? —me levanto de golpe de mi lugar.

No, no, no, no. Si Jaime le dijo eso a Clark el motivo por el que se quedó Trevor, es lógico el por qué decidido regresar a trabajar a la empresa.

—No, solo le dije que acepto seguir trabajando con nosotros —me alivian sus palabras.

—Ok, estaré en alerta, no quiero a este tipo cerca de mí —digo.

— ¿Lo dices en serio?, ¿No te atrae ese sexy, apuesto y varonil hombre?, ¿Estas mal de la cabeza?, ¿Cómo puedes desperdiciar una oportunidad así? Es un hombre muy sexy y es soltero —recalca elevando la voz la palabra soltero.

—Lo sé y no niego que es atractivo, pero no me atrae —confieso.

— ¿No es tu tipo?

—Bueno chicas, mientras discuten iré a dejar esto —nos muestra el reporte y sale de la oficina.

Zeth se va mientras sigo en mi plática con Jaime.

—Dime, Mally, tu tipo ideal es un hombre amargado, que solo se interesa por sí mismo —pregunta.

Su pregunta me deja desconcertada, no entiendo a lo que se refiere, lo único que entiendo es que sospecha algo.

—No —lo niego.

— ¡Ay por favor, Mallory! No pueden ocultarlo, sé que Jaxon y tú tienen algo —lo suelta.

«¿Cómo? ¿Cómo sabe ella? No puede ser posible.»

— ¿Cómo? ¿Cómo tú? —no sé qué decir.

—Tranquila no diré nada, Jax me lo dejó en claro, quieren discreción en su relación.

— ¿Él te lo dijo?

—Ayer, le dije que Trevor acepto hacer dos campañas más con nosotros, pero con una condición.

— ¿Pidió una condición?

—Dijo que quería todo contacto o aviso, cualquier información seas tú la que lo informe. Solo vendrá a esta empresa por sesión de fotos o reuniones.

— ¿Por qué conmigo? Él es modelo y apuesto que ha trabajado con más chicas ¿Por qué se fijó en mí?

Me quejo, en verdad no comprendo como a primera vista le llame la atención.

—Lo haré, solo porque es importante para la empresa.

—No me puedo oponer. Solo quiero que tengas cuidado con él, cualquier cosa que te haga o te toque me lo dices.

—Entendido, señor sobre protector —me burlo de él.

—Solo cuido lo que me pertenece —se defiende.

—No debes de estar celoso, yo no te reclamo de que estés rodeado de puras mujeres, ejemplo tu casa, está llena de mujeres jóvenes.

—Son mis trabajadoras no me metería con una de ellas, las respeto al igual que ellas a mí.

«Ajá, que eso te lo crea tu mamá.»

—Lo sé porque confió en ti y sé que no harías otra cosa con otra mujer a mis espaldas. ¿Estoy en lo correcto?

—Contigo estoy bien, no necesitó a otra mujer.

—Eso mismo digo yo, no necesito a otro hombre.

—Ok nena, ya entendí —me sonríe.

—Qué bueno que esté aclarado este asunto.

Le sonrío y no dudo en darle un pequeño beso en los labios.

— ¿Has comido algo? —pregunto.

—Aun no.

— ¡No! Por eso estas más delgado. Voy a salir a traerte algo de comer no puedes trabajar así.

Sonríe ante mi preocupación, le doy un beso y salgo a buscar algo que comer. Salgo de la oficina, cruzo la calle y entro al pequeño restaurante, le compro un emparedado y una ensalada, subo de nuevo a su oficina, esta vez no toco la puerta y solo entro. No puedo creer lo que mis ojos ven.

«¡Deja a mi hombre maldita zorra!»

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