Mallory Hoffman
Al llegar aeropuerto de Canadá, la gente que trabaja para mi madre me está da la bienvenida, al reconocerme de inmediato me suben a la camioneta y llevan a donde vive mi madre. Llegando a su casa lo primero que me impresiona es la grande estructura en donde vivía; no tenía idea de que mi madre tuviera estos lujos.
Los empleados me dan la bienvenida con amabilidad y me ayudan con mi equipaje.
—Señorita Hoffman, bienvenida. La llevo a su habitación, le recomiendo descansar un poco —uno de los trabajadores me recibe con amabilidad.
— ¿Qué pasará con el cuerpo de mi madre? —pregunto.
—En estos momentos está en la funeraria, su cuerpo será entregado en unas horas. Así que le recomiendo descansar del largo viaje.
— ¿Quiero saber de qué murió mi madre?
—Como el secretario general de la señora Hoffman mi deber es infórmale.
El hombre me dice que lo siga y voy detrás de él, entramos a la sala principal dejándome impactada de nuevo por la magnífica decoración de la sala. Me ofrece sentarme en el sofá y el igual se sienta a un lado de mí.
—Como sabrá su... La señora Mariel se le detecto cáncer de mama avanzado. Nosotros como sus empleados no nos percatamos a tiempo de su enfermedad hasta que desmayo y la llevamos al hospital. Y ahí inicio todo, la señora se sometió a tratamiento, pero no sirvió de nada, ya era imposible que se recuperará.
Esto duele, me siento mal saber que mi madre pasó esta enfermedad sola, sin su familia.
—Quiero hacerte una pregunta más —digo con nostalgia.
—Puede preguntarme lo que quiera, señorita.
— ¿Mi madre se casó de nuevo o tiene pareja?
—No señorita, solo tuvo parejas, pero todas fueron de poco tiempo... Es mejor que descanse señorita. En cuanto llegue el cuerpo de la señora será informada.
—Gracias.
—Uno de los empleados la llevará a su habitación. Me retiro.
El secretario se va haciendo una reverencia. Mientras una señora me lleva a una habitación y me dice que todo está a mi disposición.
Cansada, por el largo viaje me siento por un momento en la acolchonada cama, observo toda la habitación y recuerdo a mi madre. Sé que nos hizo daño, no solo a papá, a mí también y a Jaxon.
Cuando su carta me llego a las manos no dude en venir a Canadá, a pesar del daño hecho es mi madre y debo de despedirme de ella.
Los recuerdos con ella regresan a mi mente, los momentos en el que era feliz con mamá y papá juntos. Las lágrimas me traicionan y comienzo a llorar. Esos momentos en que tenía una madre para mí que me besaba, me aconsejaba sobre él chico que me gustaba, me protegía, mi chef personal, mi médico, mi amiga. Ella era todo para mí.
También recuerdo el día que se fue, ese día mi padre le grito como loco y ella lloraba, rogaba por su perdón, pero mi padre se negó. Ese día salí a detener la pelea, pero mi madre solo me dijo que ella me visitaría todos los días, beso mi frente, me abrazo y se fue destruida, llorando. Los primeros días fueron así, aunque a mi padre no le agradaba la idea, pero después de unos dos meses ella dejo de visitarme y perdí contacto con ella.
Las lágrimas salen con más intensidad, con el dolor en mi pecho me dejo caer en la cama y abrazo una almohada pensando que es ella.
El sonido de la puerta siendo tocada me despierta, me siento cansada y me arden los ojos, con pesadez me levanto de la cama y abro la puerta.
—Lamento despertarla señorita Hoffman. Aviso que su padre ha llegado —dice la empleada con amabilidad.
—Gracias.
Salgo de la habitación y bajo a la primera planta a recibir a mi padre. En cuento lo veo me aviento a sus brazos y lo abrazo.
— ¡Oh! Mi florecita —a papá se le quiebra la voz.
Le es imposible no llorar por mi madre, aunque papá se separó de ella sé que la quiso, la amo y a pesar de todo, el recuerdo y el cariño perdura y duele.
—Qué bueno que estas aquí, no quiero estar sola. Pensé que no vendrías —confieso entre pucheros.
—No te dejaría sola; además fue mi pareja y es tu madre.
—Gracias por venir.
—Siempre estaré contigo, mi florecita.
Dejo de abrazarlo para darle un beso en su mejilla. En ese momento llega Lucas, el secretario de mamá.
—Papá él es Lucas, el secretario de mamá —lo presento ante mi padre.
—Mucho gusto, Lucas —papá lo saluda después de limpiar sus lágrimas.
—Mucho gusto conocerlo señor Hoffman sea bienvenido —le sonríe cortésmente —Señorita, en unos minutos llegara el cuerpo de la señora —avisa.
—Ok —le agradezco con una pequeña sonrisa —. Papá, iré a arreglarme, debes de hacer los mismo. Lucas le puedes proporcionar una habitación a mi padre —le hablo al hombre.
—Con mucho gusto... Sígame señor Hoffman.
Papá se va con Lucas no sin antes besar mi frente de nuevo. Regreso a la habitación a bañarme. No tardo en arreglarme, solo me pongo un vestido negro que me dejo Lucas y unos zapatos de piso, utilizo un poco de maquillaje para ocultar las ojeras, desenredo mi cabello y bajo para recibir a los acompañantes, el cuerpo de mi madre llego hace unos minutos.
—Nunca más hay que separarnos. Pase lo que pase. ¿Lo prometes? —dice.
Estoy más que segura de no alejarme de él, a pesar de lo que pasó no quiero alejarme de él, me aferraré a él.
—Lo prometo.
—También lo prometo.
Me deja de abrazar y sus hermosos ojos grises hacen contacto con los míos. Con sus largos dedos limpia el rastro de las lágrimas en mis mejillas.
—Quiero pedirle permiso a tu madre para salir con su pequeña flor. Como un verdadero caballero que lucha por la mujer que ama y desea.
—Ella te aceptará —estoy segura de eso.
A pesar de que mamá cometió errores en el pasado no fue tan mala, cometió errores como todos.
Lo llevo hasta quedar enfrente del ataúd de mi madre; ambos nos hincamos y él comienza a hablar en voz baja, solo los dos nos podemos escuchar.
—Señora Hoffman, de la manera más sincera le vengo a pedir permiso para salir con su hija. Ella es mi todo, no puedo estar lejos de ella, no soporto tenerla lejos. Su hija es lo más hermoso que pudo darme. Y le prometo que la amaré como se merece, nunca más llorará a mi lado. Haré todo lo posible para hacerla sonreír todos sus días... Aquí ante usted le digo que estoy enamorado de su pequeña flor, deseoso de pasar el resto de mis días junto a ella.
Sus palabras me llenan por completo, con cuidado sujeto su mano y la entrelazo con la mía, me mira y yo a él.
—Mamá, recuerdas cuando me dijiste que, si encontraba a mi príncipe, aquel que me haga revolotear mi corazón, que me proteja con su gran armadura y me haga reír todos los días.... Al fin lo encontré, Jaxon Clark es mi príncipe mamá, él es el hombre que amo con el corazón, es la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.... También lo amo —confieso.
Jaxon me sonríe dejando liberar una lagrima que cae por su bronceada piel. Le sonrió acariciando su mejilla con mi otra mano.
—Te amo —me dice.
—También te amo.
Es inexplicable lo que esas sencillas palabras te hacen sentir.
Dimos por finalizada nuestra conversación con mi madre. Nos levantamos y durante todo el día no me soltó de la mano e incluso mi padre nos felicitó por nuestro regreso. Después de despedir a mi madre la llevaron al crematorio y le dimos un lugar para su descanso. Al final del día subimos a las habitaciones a descansar.
Me encuentro acostada a su lado, recostada sobre su hombro abrazándolo por la cintura, disfrutando del momento.
Ahora que regreso a mi vida, prometo jamás dejarlo.
En las buenas y en las malas no nos abandonaremos.
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