Aurelio no esperaba que las cosas salieran así. Cuando volvió a su habitación, no pudo evitar pensar en las imágenes de Olivia defendiéndolo frente a los periodistas.
Quería hacer algo por Olivia, a su manera.
En ese momento, el salón de la Familia Santos estaba en silencio. Melisa estaba preparando té para Arturo. Ella preguntó:
—Abuelo, ¿la tía hará un viaje de negocios mañana?
Arturo apartó la vista del periódico y miró significativamente a Melisa:
—Bueno, ya sabes, alguien debería encargarse del negocio.
Melisa sonrió ligeramente y puso la taza delante de Arturo:
—Gracias a Noelia, o Aurelio se meterá en problemas.
La expresión de Arturo cambió ligeramente al oír a Melisa mencionar a Noelia. En su fuero interno, pensó que era una ironía.
Melisa actuaba como si fuera la hermana mayor; era generosa con los hermanos. Pero volviendo a pensar en ello, Arturo descubrió que lo que ella daba era sólo dinero, y que nunca aparecía si pasaba algo malo.
Lo mismo ocurrió esta vez. Aurelio tenía problemas; no expresó su preocupación hasta que Noelia resolvió el problema.
Pero antes no era consciente de ello.
—Sí, gracias a ella.
Melisa bajó la mirada para ocultar el odio en sus ojos. Acaba de mencionar a Noelia por accidente, y ha descubierto que Arturo se preocupa por Noelia.
¿Era Familia Santos su familia?
Es evidente que estaba embarazada. Por qué Arturo no reconoció sus esfuerzos y lo que hizo. Bien, déjelos ser arrogantes por otros días. Pronto, ella recuperaría lo que le pertenecía.
En ese momento, ella los torturaría.
—Por cierto, me encontré con que el Grupo YK, la empresa de la familia de tu marido, tiene problemas. Parece que tienen conflictos de deudas con varios bancos. ¿Necesitan que Familia Santos les ayude?
Lo mencionó de repente porque quería que Melisa supiera que había sido utilizada por esa gente.
Le pidieron que volviera a Familia Santos, y luego utilizaron dinero de Familia Santos para pagar sus deudas.
Sin embargo...
Melisa sonrió con dulzura:
—Les he preguntado. Todo está bien.
—¿De verdad? Eso sería genial —A Arturo se le hundió el corazón; ya le había dado muchas oportunidades a Melisa.
Y no fue su propia idea la de conspirar contra Noelia. Marc quería mucho a Noelia, no dejaría escapar al Grupo YK.
¿Podrían resolverse fácilmente estos litigios sobre la deuda?
Eran tan ingenuos.
—Es tarde. Quiero ir a la cama. Ve a ver a la familia de tu marido si tienes tiempo. Aunque no te hayan tratado tan bien como antes, deberías ser una nuera competente.
—No te preocupes, abuelo, ya veo.
Melisa se levantó y vio salir a Arturo. De repente, sus ojos se llenaron de odio. Era el momento de planear la desaparición de Bella para siempre.
Era tarde en la noche.
Bella llegó a Villa Orquídea. Ella sabía bien que el plan de mañana no podía soportar un error. Así que vino a ver a su hija y a su nieto especialmente.
—Noelia, gracias por ayudar a Aurelio. No esperaba que los trabajadores del mundo del espectáculo dieran tanto miedo —Bella miraba las noticias de la televisión. Todavía sentía el miedo retrospectivo, al pensar en los resultados si las cosas no se manejaban bien.
—Mamá, esto es la sociedad. Es complicada. Todos tenemos que afrontarla —Noelia esbozó una sonrisa de alivio. —Y Aurelio también creció mucho después de esto.
—¿Y tú? Ahora estás embarazada, pero tienes que preocuparte por estas cosas —Bella se preocupó más por su hija y su nieto.
—Mamá, no te preocupes. Cuidaré de mi bebé y de mí misma. En cuanto a ti, mañana vas a hacer un viaje de negocios, por favor ten cuidado —Noelia se tocó el vientre con la comisura de la boca hacia arriba.
Este era su bebé; debía nacer sano y salvo.
La secretaria sonrió más feliz al escuchar lo que dijo Bella:
—No te preocupes. Lo he arreglado todo.
—¡Suena genial! Esta vez sí que cuento contigo.
Bella se levantó y caminó con la secretaria. Y aquellos hombres las seguían no muy lejos ni muy cerca. Cuando el coche de Bella se fue, siguieron su ritmo en dos coches.
En el camino, Bella fingió estar cansada.
La secretaria sonrió y dijo de paso:
—Sra. Bella. Podría descansar. Habrá una hora antes de que lleguemos al hotel.
Bella sonrió y cerró los ojos.
Sabía que la gente, que la protegía, la estaba siguiendo.
Diez minutos más tarde, oyó claramente lo que hablaban la secretaria y el conductor.
—Llevaremos a cabo la tarea detrás del hotel, allí no hay cámaras. Y nuestra gente limpiará el paradero de ella, tendrás tu parte después de esto.
—Pon la droga en el agua que ella bebería. Dormirá durante todo un día.
—¿Entonces qué? —Preguntó temblorosa la secretaria:
—¿No quieres matarla?
—Sólo los muertos no hablan.
La secretaria, nerviosa y asustada, le cerró la boca. Bella fingió despertarse a medias. La secretaria parecía inquieta, le pasó el vaso de agua, con la droga dentro, a Bella:
— Señora Bella, el zumo no puede calmar la sed, por favor, beba agua.
—De acuerdo. Gracias.
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