LO ÚLTIMO EN MIMOS romance Capítulo 72

—Hermana.

Los ojos de Daniel se llenaron de lágrimas y la miró con una tristeza indecible.

Rosa tocó su tierna cara blanca y le dijo en voz suave:

—Buen chico, no tengas miedo, todo irá bien.

—Perra, si te atreves a huir más, créelo o no, te cortaré con un cuchillo.

Los bandidos ya los estaban alcanzando, a unas decenas de metros de Rosa, que se abrazó a Daniel y se metió en un callejón.

Lo dejó en el suelo y susurró:

—Huye rápido, yo los detendré.

Ahora mismo, ella ya no pensaba en quién era Daniel ni en el bien que obtendría después de salvarlo, sólo sabía que quería que este niño viviera. Era todavía tan pequeño, y si caía en manos de esos dos, seguramente sería maltratado hasta la muerte.

Sabía muy bien que la velocidad de Daniel definitivamente no era rival para esos dos bandidos, y ahora estaba físicamente agotada, así si huían juntos, tal vez ninguno de ellos pudiera escapar, así que lo mejor era que se quedara y retuviera a esos dos.

Daniel negó con la cabeza:

—Hermana, ¿cómo voy a dejarte y huir solo? Mi madre decía que un hombre verdadero debe proteger a las chicas.

—No, escúchame bien, no guardan rencor conmigo, no me harán nada, la policía debe de llegar pronto, sal y tráelos aquí.

Daniel dudó un momento y finalmente asintió, luego corrió hacia delante con todas sus fuerzas.

Rosa, por su parte, respiró profundamente antes de coger un ladrillo en el borde de la carretera y apretar su cuerpo contra la pared.

Los pasos de esos dos hombres se acercaban cada vez más, y cuando aparecieron en la intersección, en el momento oportuno ella levantó el ladrillo que tenía en la mano y lo estrelló contra la cabeza de uno de ellos.

El hombre de la cicatriz dejó escapar un grito y luego cayó sin fuerzas al suelo.

Este movimiento de Rosa se basaba en la sorpresa, y fue una suerte que pudiera derribar a uno. Al ver caer a su compañero, el bandido con el lunar negro en el rabillo del ojo se mofó:

—Hijo de puta, vete al infierno.

Levantó la daga que tenía en la mano y le clavó en el abdomen a Rosa, la cual la esquivó a toda prisa y lanzó el ladrillo que tenía en la mano contra ese hombre.

El bandido se apresuró a esquivarlo, ella se sintió decepcionada que el ladrillo no golpeara a nadie. Así que volvió a coger un ladrillo, con un par de ojos despiadados se lo lanzó al bandido con fiereza.

El bandido hizo una risa fría:

—Perra, yo no quería hacer daño a los inocentes, ya que no sabes apreciar los favores, no me culpes de lo que te ocurra entonces.

Terminado dicho, levantó su pie y le pateó el vientre otra vez, que casi contuvo la respiración por el dolor. Mientras el bandido iba a retirar su pie, ella cogió el ladrillo en su mano y lo aplastó con fuerza. La superficie del pie del bandido quedó herida, gritó de dolor y la miró como si estuviera mirando a un muerto.

—Perra, buscas la muerte.

Alzó la daga que tenía en la mano y le clavó con fuerza en el abdomen, que giró su cuerpo y logró esquivar su ataque. El bandido falló en este golpe e inmediatamente volvió a moverse. Rosa volvió a rodar y, después de esquivar al bandido, agarró precisamente el ladrillo de antes y lo estrelló al bandido otra vez.

Desgraciadamente, fue esquivado por el bandido, el cual echó una mirada al bello rostro de Rosa y, de repente, dejó caer la daga con una sonrisa terrible.

—Una chica tan hermosa, es una pena morir.

Al decir eso, rápidamente la recogió. Rosa luchó desesperadamente, pero su fuerza estaba demasiado pequeña en comparación de la del bandido, como si una hormiga sacudiera un gran árbol.

Tomó un aliento profundo, levantó el pie y le propinó una fuerte patada en la parte inferior del cuerpo. El bandido no tuvo tiempo de esquivar y soltó un duro grito.

Estaba tan enfadado que la tiró contra el suelo.

—Perra, es tu opción, vete al infierno.

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