LO ÚLTIMO EN MIMOS romance Capítulo 74

Escuchando su conversación, Rosa sintió cierta diversión. Le gustaba este tipo de ambiente y le resultaba especialmente divertida ver a Antonio siendo reprendido por su madre hasta no podía decir nada.

Esta era la mejor manera de que madre e hijo se llevaran bien, ¿no?

Antonio la miró con lástima.

—Cariña, mira a mi madre, siempre me intimida así, sospecho que no soy su propio hijo.

Rosa pensó por un momento y susurró:

—Está bien, ser intimidado por tu madre también es un tipo de felicidad.

Antonio se quedó sin palabras.

Las palabras de Rosa divirtieron a Carmen.

—Rosa, qué linda eres, realmente mereces ser mi propia nuera.

No importaba que el hijo fuera suyo o no, lo más importante era que su nuera fuera su propia.

Rosa se quedó poco impotente.

***

Para Paloma, su estancia en la familia Serrano era como el paraíso en la tierra: vivir en una gran villa, tomar comida lujosa, era como si volviera al momento en que había sido la señorita de la misma familia.

Si no la hubieran echado, no habría sabido lo feliz que era en la familia Serrano. Ahora que no le fue fácilmente recuperar esta felicidad, realmente no quería volver a perderla.

Bella estaba reunida con sus amigos estos días y no tenía tiempo para preocuparse por ella, ni tampoco para reconciliar la relación entre Rosa y ella, además con el hecho de que Rosa no había regresado a casa, pensó que ésta había consentido que Paloma pudiera vivir aquí. Como ella había aceptado eso, significaba que la relación entre estas dos no había llegado a un nivel irremediable. Este conocimiento la hacía sentir ligeramente aliviada.

Después de la comida, Paloma se sentó perezosamente en el sofá comiendo las frutas de temporada preparadas por las criadas, con un aspecto extremadamente cómodo.

Bella se acercó a ella y se sentó, preguntando:

—Paloma, ¿por qué te quedas en casa un fin de semana? Una chica debe salir con sus amigos cuando tiene tiempo, quedarte en casa todo el tiempo te enmohece.

—Puedo ver a mis amigos cuando estoy en la escuela, y cuando es el fin de semana, claro que tengo que quedarme en casa con la tía Bella, después de todo, rara vez regresas aquí.

Qué bromas, le fue duro volver a vivir aquí, por supuesto que tenía que estar en casa para disfrutar de los placeres de ser la señorita de la familia Serrano.

Paloma sabía bien decir palabras para hacer felices a sus mayores, y la mirada de Bella se volvió extra suave cuando escuchó lo que dijo.

—Eres una buena niña, sabes pasar tiempo conmigo.

Era tan diferente a Rosa. Bella ya llevaba varios días de vuelta, pero ésta no la había venido a visitar hasta ahora e incluso la ignoró a ella por no hablar de haberse tomado la libertad de casarse con el playboy.

En este momento, había un movimiento desde la puerta, y en el siguiente instante, se escuchó la voz sorprendida de Laura:

—Señorita, señorito Antonio, habéis vuelto.

Bella se congeló por un momento, acababa de pensar en ella y, inesperadamente, volvió ahora.

En cuanto a Paloma, su mano colgante estaba lentamente cerrada en un puño. Aunque odiaba demasiado a Rosa, siempre le tenía miedo también, sobre todo, todo lo que había hecho en los últimos días la había escandalizado.

Había existido un momento en el que pensó que podría pisotear a Rosa bajo sus pies, pero quién sabía que después de ir realmente contra ésta, ella y su madre recibieran un fracaso total.

Respiró hondo y trató de obligarse a calmarse ahora, recordándose a sí misma que con la presencia de la tía Bella, no se atrevería a echarla.

En este momento, Rosa empujó a Antonio hacia dentro, lanzó una mirada a Paloma y dijo con indiferencia:

—¿Vas a salir tú misma o haré que alguien te eche?

—Conmigo aquí, quién se atreve a echarla.

Bella estaba furiosa. Se levantó y miró a Rosa con agresividad.

Rosa hizo un guiño a Paco y Bruno que entraron detrás de ella, esos dos hombres comprendieron y se acercaron a Paloma a grandes zancadas y, sin esperar a que se resistiera, la levantaron directamente y la arrojaron por la puerta.

Bella vio cómo los guardaespaldas echaban a Paloma, y estaba tan enfadada que casi no podía recuperar el aliento. Se agarró al brazo del sofá y jadeó con fuerza.

—Tú... tú...—de repente rompió a llorar—. Dios, ¿qué le ha pasado a mi familia? ¿Por qué resultó así? ¿Por qué una feliz familia se convirtió así?

Rosa actuó como si no viera sus lamentos, miró a Laura y dijo con indiferencia:

—Laura, Antonio tiene hambre, pide a la gente que cocine algunos platos, queremos comer poco después.

—Sí, señorita.

Laura vio como Rosa dejaba que la gente echara a Paloma, se sintió bastante cómoda. Estos días no dejaba de atormentar a los sirvientes, un momento decía que los platos no eran de su agrado, pidiéndolos a preparar de nuevo; otro momento decía que las frutas no eran lo suficientemente dulces, ordenándolos a ir a comprarlas otra vez; a medianoche, cuando todos dormían, insistía en que tenía hambre y quería que se levantara y cocinara un bocadillo de medianoche...

Sólo tras que ella mandara a los sirvientes a preparar la comida, Rosa se sentó en el sofá. Lo único que se oyó en el salón fue el llanto de Bella, y ésta no la consoló, dejándola llorar.

Llevaba un buen rato llorando y, al casi terminar de desahogar, la miró y dijo sollozando:

—Rosa, ¿por qué? ¿Por qué te has vuelto así? Te ves así, ya no te reconozco.

Rosa frunció los labios, y después de un momento susurró:

—Fui forzada.

Si no hubiera pasado por los días en los que sufría de mucho tormento, ¿cómo podría haber llegado a ser así? Todo fue forzado por ellos, y si pudiera, no querría ser así. Sin embargo, si era la gente buena la que estaba destinada a salir perjudicada, entonces ella prefería elegir ser una mala persona.

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