Más que un trato romance Capítulo 4

El despertador suena y abro mis ojos de mala gana el sol aún no sale, tomo el cel de la mesa de noche y retraso la alarma, hoy aún quería seguir durmiendo, me tapo hasta la cabeza durmiendo diez minutos más ya que suena de nuevo la alarma, apago la alarma y estiró mi cuerpo mis huesos se reacomodan tan bien, me levanto y ya que volvería a bañarme más tarde decido sólo lavarme la cara y cepillar mis dientes después de hacer mis necesidades en el baño, sin quitarme la pijama salgo de mi habitación llevándome la sorpresa que las luces estaban apagadas, mi corazón de acelera por el miedo de perder a mi tía por lo que voy a su habitación y toco la puerta.

- ¿Tía?... ¿Te sientes mal? -pregunto sin hacer notar mi preocupación.

- Lo siento Isa tendrás que hacer hoy la masa, apenas me levanté -dice tratando de calmarme pero, se que hoy no se siente bien y no me dirá porqué hoy también empiezo a trabajar en la compañía del señor Ivan, así es, se unieron él y mi tía para que aceptará, mi tía dijo que me aría bien distraerme esas 3 horas y no quería verme deprimida y termine aceptando sólo para hacerla feliz.

- Esta bien tía te espero con la masa lista.

Digo y bajo rápido encendiendo las luces de la casa y panadería, como me ha enseñado mi tía, hago la masa de cada pan que prepararemos, el tiempo se me pasa volando y empiezo a hacer las primeras carteras de pan cuando llega mi tía con el desayuno listo, la miro pero no la veo pálida así que no me preocupo, parte de la familia vendrán la próxima semana, todos se turnaran para ayudar con la panadería en lo que estoy en la oficina, terminamos de hacer las primeras charolas y empezamos a desayunar entre bromas y recordando a uno de mis ex ya que hice muchas ridículas cartas de amor y cartulinas, no digo que no sea romántico pero hacerlas todo el tiempo ya es ridículo y más cuando esa persona termina por irse con otra, si todos mis ex me dejaron por otra, el único que no se fue con una mujer se fue al cielo antes de tiempo, el último el más doloroso ya que los encontré en la cama y aún tenía estragos de la partida de Jv. Llegaron las 9 de la mañana y ya habíamos terminado de hacer el pan y tenía que bañarme para ir a mi otro trabajo de tres horas, si no fuera porqué me insistió mi tía y el señor Ivan no lo hubiera tomado, prefiero estar al pendiente de mi tía.

Al salir de casa llevo puesta una falda de tubo negra y una blusa blanca lo único que tenía para un trabajo de oficina, tomo el autobús que me deja muy cerca del edificio de ofinas de grupo Lion's, Dios es un edificio de 20 pisos, entró y soy detenida por el guardia.

- ¿Tiene cita?

- Si, no se si con el señor Ivan Strelnikov o el señor William Strelnikov.

- ¿Cómo que no sabe con quien?

- Es que el señor Ivan Strelnikov me dijo que viniera porqué hoy empiezo a trabajar aquí- le sonrió como si fuera mi sueño dorado trabajar en una oficina.

- Pase con la recepcionista y dígale su nombre y que viene a nombre del señor Ivan Strelnikov.

Asiento con la cabeza diciendo que entendí, al entrar hay una sala de espera con sillones de piel en color beige, hay plantas de sombra que le dan un toque acogedor aunque es bastante amplio el lugar llegó con la señorita de recepción que está atendiendo una llamada, espero a que se desocupe aunque a la vez parecía perdida.

- ¿Dígame en que puedo ayudarle?

- Soy Isabela Afrodita Arismendy Montemayor -si, tengo un apellido muy llamativo pero soy de familia pobre y numerosa- y vengo a nombre del señor Ivan Strelnikov por un empleo.

Se me queda mirando como si estuviera loca o mintiendo, pero hace como que busca y lo digo porque no se escucha el teclado.

- Lo siento pero no tengo nada.

Me le quedó mirando de mala manera- disculpa, pero no tecleaste ni una sola tecla para buscar, podrías buscar de nuevo.

- como ya le dije no hay nada.

- Y yo te dije que buscaras de nuevo -subo un poco la voz y una voz masculina se escucha a mi espalda.

- ¿Qué sucede Jen?

- Nada señor sólo un mal entendido eso es todo -dice nerviosa

Pongo los ojos en blanco, y volteó a ver al hombre para explicarle lo que pasaba y me llevo una gran sorpresa era el señor William- ¿señor Strelnikov?

- Isabela no me diga que mi padre al final supo como hacerla venir -dice afirmando lo sucedido.

- Si se canfabuló con mi tía -digo resignada y el sólo se ríe de mi- no se ría de mi -digo avergonzada pues la recepcionista me miraba.

- Es divertido ya sabe -se acerca a mi oído- me desquite lo de las galletas -me hace sonrojar y mira a Jen- Jen yo mismo la llevaré con Johnson -mueve su cabeza en señal de que dirija mi atención hacia la chica que parecía estar mirando a un par de amantes decirse cosas lindas al oído, me acerco a Jen.

- Identificación -pide con amabilidad y le doy mi identificación ella frunce el ceño al leer que era Mexicana y le sonreí con arrogancia ya que mi inglés era perfecto y todo gracias al tío Bryan y sus correcciones al pronunciar mal o por el acento mal usado.

- Te dije que tenía cita -digo tomando mi gafete de visitante y añado- por favor busca bien la proxima.

Me dirijo hacia el señor William y le sigo el paso hasta el ascensor, la verdad es que no quería que estuviera en problemas la chica pese a la forma tan petulante de tratarme y quizá podría desquitarme después y sería mucho mejor que un llamado de atención de su jefe, el señor William pulsa el botón del séptimo piso fijandome en el portafolio negro que llevaba, la forma en que mete la mano a la bolsa de su pantalón alsando el sacó , se ve tan relajado pero a la vez se podía sentir esa intimidante energía que te hacia saber que era una persona importante.

- Iremos primero a recursos humanos para que firmes el contrato -dice apenas pasamos el segundo piso.

- Esta bien por mi.... pero ¿No debería de entrevistarme mi jefe? -Pregunto con curiosidad y él sólo se ríe y aunque su risa es ronca se puede escuchar la diversión en ella, yo no le veía lo gracioso.

- Mi padre es el dueño así que.... no importa lo que diga.

Me le quedó viendo con extrañeza, la puerta se abre y entran unas personas qué saludan y saludó con un "buenos días" ponen el noveno piso, el señor William no cambia su posición hasta que se detiene el elevador en el séptimo piso, me da el paso y sale detrás y en seguida se pone a mi lado y empieza a guiar.

- Dime Isabela, ¿Qué carrera tienes?

Lo miro y me pongo nerviosa y no se porque me da pena decirle, jamás la había sentido- vera tengo varias truncas, administracion de esa solo fue un semestre, diseño gráfico y medicina -en está última mis ojos se cristaliza no se porque, si hace mucho que non me pasaba- son de media carrera.

- ¿Falta de recursos en una de ellas?

Doy un suspiro-, no que va aún hay dinero en la cuenta para mis estudios como para darle la vuelta a cada una de las carreras.

Me mira de reojo intrigado como si le mintiera, pero no es asi, es la mera verdad ya que el dinero esta en una cuenta que genera muy buenas ganancias o algo asi. Aunque la verdad no se como no ha bajado- y bueno tengo una una fobia psicológica a la sangre que terminó también con mi vocación y lo mío no es administración y mucho menos conta -hago un gesto de desagrado y ríe fugas el señor William hasta parece que lo hubiera imaginado.

Se para en frente de una gran puerta de cristal detrás de ella se ve una recepción qué al parecer está sola, abre la puerta y entró y yo detrás, nos acercamos y si, no ha llegado quien quiera que se supone debe de estar aquí, volteó a verlo y su expresión es muy sería creo que está molesto, camina y lo sigo llegamos a otra puerta y toca sin esperar que den el paso abre la puerta, entramos, y hay una mujer recogiendo un montón de carpetas del piso, ambos la ayudamos.

- Gracias.

- Susan ¿qué haces con tantas carpetas? -pregunta el señor William.

- Sólo buscaba un expediente para el abogado -ríe nerviosa.

- Susan ella es Isabela Arismendy.

Sus ojos se abren con sorpresa y me mira de pies a cabeza y luego se queda viendo fijamente mis ojos color lila, y como siempre me pasa me intimida por lo que me sonrojo: no soy tímida pero cuando se te quedan mirando más de lo necesario a los ojos es intimidante y yo tengo la mala costumbre de ponerme roja. El señor William carraspea la garganta pero Susan no deja de mirarme ¡Dios! Esta mujer me ara ponerme roja hasta las orejas y para que se me pase, es lo que pasa siento ya las orejas calientes.

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