Preguntó Raquel:
—¿Está muerta la abuela?
Yadira hizo una pausa. Estaba pensando en cómo explicárselo a Raquel, pero no esperaba que ésta dijera algo así antes.
—En la serie de televisión, cuando decimos que vamos a despedir a alguien por última vez, significa que la persona ha fallecido.
Raquel estaba un poco decepcionada:
—Papá también dijo que me llevaría a ver a la abuela mañana. He pensado que podría verla de verdad.
Raquel sabía lo que significaba la muerte. La muerte significaba que la persona ya no estaba y que sería enterrada en la tierra.
Despedir a alguien por última vez era una forma eufemística de referirse a la muerte, pero Raquel no entendía las emociones cuando un ser querido moría.
En cuanto a esos asuntos abstrusos, no había necesidad de apresurarse a decírselo a Raquel ahora mismo. Ella lo entendería naturalmente cuando creciera.
Yadira le dio una palmadita en la cabeza a Raquel:
—En realidad, la abuela murió cuando papá era pequeño. Aunque ya no está aquí, también le gustará mucho.
—¿Papá no tuvo a su madre cuando era niño? —Raquel tenía los ojos muy abiertos y preguntó con curiosidad.
—Sí —Yadira asintió:
—Así que tienes que ser mejor con papá. Papá realmente lo pasa mal.
Raquel ladeó la cabeza y pensó un momento, pero nadie supo lo que estaba pensando. Después de un rato, respondió:
—Sí.
Justo cuando Yadira iba a hablar, Raquel volvió a preguntar:
—Mamá, ¿me dejarás? ¿Te irás algún día?
Yadira guardó silencio un momento antes de asentir solemnemente:
—Sí.
Raquel hizo un mohín:
—No.
—Aunque tenga que irme un día, te sigo queriendo, Raquel —Yadira bajó la cabeza y miró a Raquel a los ojos.
Para Yadira, la muerte era algo inevitable, así que no había necesidad de evitarla.
Raquel volvió a fruncir el ceño y dijo apenada:
Cuando Yadira salió, Delfino estaba tumbado en la cama, con la colcha cubriendo su cuerpo. Estaba tumbado en la cama y miraba fijamente al techo, como si estuviera pensando en algo.
Cuando Yadira se tumbó a su lado, Delfino alargó la mano y la atrajo hacia sus brazos.
Yadira se calentó con el calor que emanaba del cuerpo de Delfino. Se relajó y su tono se volvió un poco perezoso:
—¿No tienes sueño?
Dijo Delfino en voz baja:
—Esperando por ti.
—Ya podemos dormir —Yadira bostezó y le ordenó:
—Apaga la luz.
Delfino extendió sus largos brazos y apagó la luz. La habitación quedó a oscuras.
Yadira cerró los ojos.
Cuando tuvo sueño, pensó de repente que Delfino podría perder el sueño esta noche. Así que se obligó a mantenerse sobria:
—No puedo dormir. Vamos a hablar.
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