Cuando Yadira y Delfino volvieron a casa, Raquel acabó de despertarse y bajó las escaleras con ojos soñolientos.
Cuando Raquel los vio entrar en la casa, y Delfino estaba totalmente mojado, le saltaron los ojos.
—Papá, ¿por qué no has traído paraguas cuando sales? Puedes ponerte enfermo.
Incluso ella sabía llevar un paraguas cuando salía. Papá era adulto y ni siquiera lo sabía. Ella sentía que papá era un poco estúpido úlXulioamente.
—Sí—. Delfino, que casi había matado a alguien antes, dijo suavemente: —La próxima vez, llevaré un paraguas.
Yadira estaba preocupada por su salud, así que instó a Delfino a bañarse.
Sintió que el medicamento contra el resfriado que tomó Delfino no le hizo ningún efecto. Ella sabía que estaba previsto que Delfino se enfermara.
De hecho, Delfino estaba efectivamente enfermo.
La enfermedad parecía haberse escondido en su cuerpo durante mucho tiempo, y era bastante grave.
De madrugada, todo el cuerpo estaba muy caliente. Yadira llamó al médico. La villa estaba muy iluminada y los sirvientes estaban ocupados. Algunos de ellos esperaban fuera del dormitorio.
Apolo también vino con el médico.
Yadira se sorprendió un poco al ver a Apolo. —¿Por qué estás aquí?
—El doctor es mi amigo—. Apolo señaló al médico y dijo.
El médico se familiarizaba con ellos. Cuando Apolo volvió a casa después del funeral, pensó que Delfino podría estar enfermo, así que llamó al médico y le pidió que le informara si ocurría algo.
Sabía que a Yadira no le gustaba molestar a los demás. Le preocupaba que Yadira no pudiera tratarlo todo.
Yadira entró. Delfino estaba inconsciente debido a la fiebre. No paraba de murmurar y su voz era ronca. Nadie podía oír lo que decía.
El médico le tomó la temperatura y le puso una inyección para bajar la fiebre. La fiebre de Delfino era demasiado fuerte, por eso una inyección le haría efecto más rápido.
Justo cuando el doctor terminó todo esto, Yadira oyó un ligero ruido procedente del exterior. Al volverse, vio a Raquel en pijama, de pie y con una marioneta en las manos.
Raquel tenía sueño y no se despertaba del todo, lo que la hacía muy linda. Apolo se la acercó y la vio descalza, así que la colocó sobre sus zapatos y le pellizcó la carita. —Cariño, ¿por qué estás aquí?
—Papá... —Raquel inclinó la cabeza y miró la cama de dentro.
Sólo entonces Yadira se dio cuenta de que Raquel había entrado. Se apresuró a acercarse y estiró la mano para abrazarla, pero Apolo se adelantó y dijo: —Te ayudo.
Mientras hablaba, se la acercó y colocó a Raquel en la cama. Por miedo a que Raquel se contagiara de Delfino, la colocó lejos de él.
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