Matrimonio de primera romance Capítulo 1219

Los médicos asistentes discutían el tratamiento mientras se preparaban en el quirófano. Después de someterse a un chequeo, Mariano yacía en la mesa de operaciones móvil, apenas consciente.

Cuando Yadira se acercó a él, la miró minuciosamente.

Antes de que pudiera decir nada, vio que Mariano movía los labios. Estaba tan débil que no emitió ningún sonido al hablar. Ella sólo podía oír su respiración.

—Lo sé.

La habitación estaba muy silenciosa, así que Yadira captó lo que dijo con facilidad.

Yadira no sabía qué pensar y lo miró con una expresión complicada: —¿Te lo ha dicho el médico?

Mariano sacudió la cabeza y apenas consiguió curvar la comisura. Parecía sonreírla, pero apenas podía hacer un movimiento tan sencillo. Finalmente, forzó una sonrisa amarga hacia ella.

—la familiar debe esperar fuera.

El quirófano estaba listo, así que el médico y la enfermera entraron.

Mariano fue empujado a la habitación mientras Yadira esperaba fuera.

Y Josefa había sido enviada a la sala.

Al ver que la puerta se cerraba, Yadira pensó en la sonrisa que Mariano le había dado antes de entrar en el quirófano.

De repente se dio cuenta de que Mariano podía haber sabido que iba a perderse la pierna.

El médico dijo que tenían que amputarle la pierna porque era demasiado tarde.

Aunque Mariano era psiquiatra, fue educado cuidadosamente por Franco. Como hombre casi omnipotente, Mariano debía saber lo grave que había sido su lesión. Pero insistió en quedarse fuera cuando Josefa estaba en la operación.

Mariano era un hombre intrigante. Sabía muy bien lo que Josefa sentía por él, y sabía cómo aprovechar el apego de Josefa por él para conseguir sus beneficios.

Yadira reflexionó durante mucho tiempo antes de que sonara su teléfono.

Fue la llamada de Delfino. —No voy a ir a casa a comer.

Eran como la pareja más ordinaria. Delfino le informaba de una nimiedad como no cenar en casa.

Yadira dijo que sí, indicando que lo había oído.

Pero Delfino parecía verla a kilómetros de distancia. —¿No estás en casa?

—Estoy fuera—. Yadira miró la puerta del quirófano y decidió no decírselo por el momento: —Te diré algo cuando llegue a casa.

Milagrosamente, Delfino no le preguntó. —No olvides el almuerzo. Me iré a casa temprano.

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