Yadira no quería hablar con Susana, pero ésta insistió en hablar con ella.
Susana no pareció darse cuenta de su frialdad. Abrió mucho los ojos y preguntó con curiosidad: —Señorita Yadira, ¿volverán usted y el señor Dominguez a enamorarse de nuevo?
—Parece que la señorita Susana está interesada en mi vida personal—. Yadira parecía aún más fría, pero seguía sonando amable. Parecía una persona con muy buen carácter.
Sin embargo, Susana se sintió algo incómodo, como si la examinaran.
Rápidamente se obligó a eliminar su malestar. Se sacudió el pelo y continuó: —Sólo tengo curiosidad. Usted y el señor Dominguez parecen estar juntos muchas veces, pero el señor Dominguez no ha anunciado que vayan a casarse de nuevo. No sé qué piensa el señor Dominguez. Sólo tengo curiosidad...
¿Qué pensaba el Sr. Dominguez?
¿Tenía algo que ver con ella?
Si fuera antes, quizás sospecharía de Delfino por estas palabras y se volvería paranoica.
Pero después de lo ocurrido en estos años, ella sabía que significaba mucho para él, pasara lo que pasara.
Además, no era tan importante si volvían a casarse.
Yadira sólo respondió en voz baja: —Vale.
¿Qué?
Susana miró a Yadira con incredulidad. ¿Esa era la reacción de Yadira a sus palabras?
¿No se sentía enfadada y avergonzada?
En ese momento, la puerta del ascensor se abrió.
—Aquí está mi piso—. Yadira se volvió hacia Susana y salió tranquilamente.
Susana estaba tan enfadada que dio un pisotón.
—Excepto que es guapa, no es gran cosa poder escribir guiones. ¿De qué hay que estar orgulloso? —murmuró Susana para sí misma.
***
—Sé mucho—. Raquel había terminado de comerse el ala de pollo. Miró a Yadira expectante y dijo: —Mamá, déjame ir contigo.
Yadira cogió una servilleta para limpiarle la boca: —De acuerdo.
Raquel estaba tan emocionada que gritó con mucha alegría.
Delfino quiso decir algo, pero Yadira habló primero: —La carga de trabajo no es tanta allí. Además, Apolo puede ayudarme a cuidarla.
Delfino se concentraba cuando trabajaba. Y el Grupo Dominguez tenía muchos asuntos de los que se ocupaba. Estaría demasiado cansado si tuviera que dedicar algo de tiempo a Raquel.
Como Yadira lo dijo, Delfino simplemente aceptó.
Se dio la vuelta y advirtió a Raquel: —Compórtate bien.
—¡Lo sé! —Raquel sonrió con orgullo.
Delfino resopló.
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