Al escuchar la explicación de Apolo, Yadira lo recordó.
Sin embargo, no esperaba que los paparazzi lo utilizaran para inventarse historias.
No es de extrañar que Delfino se ponga en contra de Susana.
Yadira se rio y dijo: —Qué casualidad.
—Efectivamente—. Apolo suspiró y dijo con impotencia: —Delfino me dijo que no te lo dijera. Tenía miedo de que te molestara.
Se encogió de hombros y dijo: —De todos modos, no esperaba que lo descubrieras.
Yadira reflexionó un momento y luego pareció que se le ocurría algo. Preguntó: —¿Le has dicho a Susana que no revele nada al público?
—Por supuesto. Susana no es una persona imprudente. Sabía qué hacer a continuación, aunque no se lo dijera.
—¿De verdad?
Yadira podía sentir que Apolo realmente quería ayudar a Susana, y que creía en la integridad de éste.
Después de pensarlo dos veces, no le dijo a Apolo que Susana quería disculparse con ella por esto.
Aunque se lo contara a Apolo, sabía que probablemente pensaría que Susana era sincero.
Si Susana no fuera realmente una persona imprudente, no iría a disculparse con ella mientras todo el asunto había sido silenciado por Delfino.
Tal vez, el hecho de ser fotografiada por los paparazzi no fue en absoluto una coincidencia.
Susana era joven, pero era intrigante y ambiciosa.
Sin embargo, Yadira había experimentado muchas cosas, y podía ver fácilmente el pequeño truco de Susana.
Ser ambicioso era algo bueno, pero Susana puso su ambición en un lugar equivocado.
Raquel se sentó junto a Yadira, pintando en un cuaderno. Se concentraba en su trabajo y fruncía el ceño cuando dibujaba una línea equivocada.
Los miembros del personal no pudieron evitar reírse de su simpática expresión.
Entre los miembros, había hombre y mujeres, jóvenes y viejos.
Yadira no sabía cómo reaccionar.
Después de una larga reunión, llevó a Raquel a buscar a Apolo al mediodía.
Si Apolo estaba en la oficina por la tarde, dejaba que Raquel se quedara con él. Raquel afectaba la eficiencia de la reunión si se quedaba con ella.
Después de que Yadira abriera la puerta del despacho, Raquel se apresuró a entrar.
—Apolo... ¿Qué?
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