Cuando Noela salió, su asistente se acercó.
—Ya puede salir del trabajo. Adiós —dijo Noela. Luego se dio la vuelta y se metió en un taxi.
Después de subir al coche, Noela volvió a llamar a Xaime.
Xaime cogió el teléfono pronto, probablemente porque sabía que ella lo llamaría de nuevo.
—Srta. Noela —Había mucho silencio en el lado de Xaime. Quizá había encontrado un lugar tranquilo para coger el teléfono de Noela.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó Noela con calma. Se había calmado de lo que había pasado con Apolo.
Xaime dudó un momento.
—Creo que sabes la razón.
Noela agarró con fuerza el teléfono: era por Apolo.
—Lo siento si él le dijo algo grosero —Probablemente Apolo había amenazado a Xaime y había dicho algunas palabras duras para hacer que Xaime cambie de opinión en pocas horas.
Delfino era un hombre agresivo que intentaba dominar a Yadira. Como amigo de Delfino, Apolo era igual.
Apolo había sido así desde que era niño. Siempre estaba sonriendo y parecía un hombre de buen humor.
Pero en realidad, Apolo nunca fue una persona amable. Estaba bien si no se enfadaba. Pero cualquiera que lo provocara estaría jodido.
Xaime se rio suavemente:
—No te disculpes conmigo. Sólo tengo un poco de curiosidad. ¿Por qué abandonaste a ese hombre poderoso y viniste a mí en tu lugar?
Xaime estaba hablando de Apolo.
Noela sonrió y dijo lentamente:
—Porque creo que eres un buen hombre.
Los hombres estaban orgullosos. Xaime se sintió amenazado por Apolo, pero no se sintió avergonzado ni molesto. Sólo sentía curiosidad por saber por qué Noela lo había elegido a él mismo.
Noela tenía razón por la que Xaime era un perfecto caballero. Si trabajaba duro, pronto se haría popular.
¿Quién lo hizo? ¿Quién cambió su contraseña de Facebook y el número de teléfono vinculado a ella?
Noela no usaba este teléfono para trabajar. Dania ni siquiera sabía la contraseña para desbloquear su teléfono. Incluso si Dania lo supiera, no lo haría.
¡Apolo! ¡Sólo él podía adivinar su contraseña!
Noela había estado utilizando siempre la misma contraseña para su ordenador, sus tarjetas bancarias y otras cosas. Apolo lo sabía. Noela había intentado utilizar una diferente, pero no podía recordarla.
¡Apolo lo hizo!
—¡Por favor, envíenme al Grupo Auge! —Noela estaba furiosa. Sus ojos estaban llenos de ira.
El conductor la miró por el espejo retrovisor y se encogió de miedo:
—De acuerdo.
Noela se dio cuenta de que se había precipitado sin llevarse máscara. No sabía si el conductor la había reconocido. Pero trató de sonreír para parecer tierna.
—Gracias.
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