A Carmen le gustaba Apolo. Solía pensar que no era lo suficientemente bueno para Noela, porque parecía tener rumores con mujeres antes. Sin embargo, Apolo se había vuelto más maduro estos años.
Como Apolo y Noela crecieron juntos, a Carmen le encantaba que se enamoraran.
Hubo muchos rumores sobre Apolo en los últimos años, y Carmen no pudo evitar tener un prejuicio contra él.
Pero ella conocía a Apolo desde que era un niño, y sabía que Apolo era un buen hombre y que se había portado bien con Noela desde que eran niños. Si estaban juntos, Noela tenía una vida feliz.
—Sí —Melissa también suspiró.
Luego se inclinó hacia Carmen misteriosamente.
—Apolo ha estado soltero durante unos años. Y ya no tiene citas con chicas. He oído que hay muchos gays en la industria del entretenimiento. ¿Será que Apolo es...?
Carmen se quedó atónita por un momento antes de darse cuenta de lo que quería decir Melissa.
—No puede serlo. Apolo se vuelve más maduro estos años. Por eso ha dejado de salir con chicas. Y tiene una carrera próspera. Los jóvenes tienen sus propios planes. No pienses demasiado.
—Pero pensaba que Apolo podría ser gay —Melissa pensó en esta posibilidad y tuvo un sentimiento complicado.
Noela se acercó y estaba a punto de brindar por Melissa, pero no pudo evitar escuchar lo que decían.
Se quedó pensativa durante unos segundos. Luego decidió no acercarse.
¿Y si le preguntaban sobre la vida privada de Apolo? No podía decirles que Apolo la había perseguido todos estos años.
Estaba decidida a pensar en una manera perfecta de hacer que Apolo se rindiera ante ella.
Mientras Noela pensaba en ello, se dio la vuelta y casi chocó con Apolo, que estaba de pie detrás de ella.
Noela estaba sorprendida.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Apolo sostenía una copa de champán y sonreía mientras decía lentamente:
—Mira cómo espías su conversación.
—Las escuché con descuido —Noela pasó por Apolo. Buscaba algo para comer, y tenía hambre aunque había comido algo hace un momento.
En camino de vuelto, vio a Apolo esperándola en la puerta de la villa.
Cuando llegó a la puerta, Apolo le tendió la mano.
Noela se detuvo un momento. Se dio cuenta de que iban a bailar, así que estiró la mano.
Sin embargo, antes de que pudiera poner su mano sobre la de Apolo, oyó el claxon de un coche.
Un coche hizo una parada de emergencia delante de ellos.
Al momento siguiente, la puerta del coche se abrió.
Susana salió del coche con el pelo revuelto y la frente herida. Incluso había sangre en su abrigo blanco. Tenía un aspecto miserable y delicado.
Susana vio a Noela y se sorprendió.
Pero entonces Susana se volvió para mirar a Apolo y le entregó un teléfono.
—Sr. Apolo, aquí tiene su teléfono.
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