Noela no dijo nada. Sacó una caja de pañuelos y ayudó a Kadarina a limpiarse las lágrimas.
—Vuelve al coche y descansa.
Kadarina negó con la cabeza.
En ese momento, la voz de Susana llegó desde atrás.
—Duele...
Al oír eso, Noela giró la cabeza y vio a Susana acurrucada en el suelo con la mano en el vientre. Su rostro estaba pálido y parecía muy dolorido.
Al ver eso, Kadarina resopló:
—¡No te hagas la víctima conmigo! Perra.
Noela se dio cuenta de que Susana no tenía buen aspecto, así que se puso en cuclillas frente a ella y la miró más de cerca:
—Susana, ¿qué pasa?
—Mi bebé... —La voz de Susana era muy débil—, Por favor, salva a mi bebé.
Después de que Noela oyera lo que dijo Susana, abrió los ojos de repente:
—¿Qué has dicho?
En ese momento, Apolo se acercó corriendo y gritó:
—¡Susana!
Noela levantó la cabeza y miró a Apolo con ojos vidriosos. Estaba corriendo hacia ellos. Le pareció irreal.
Noela vio a Apolo correr y recoger a Susana con una mirada nerviosa.
El rostro de Susana estaba pálido, se tiró de la ropa y murmuró:
—El bebé.
—¿Noela?
Noela no dejaba de mirar la dirección por la que se fue Apolo. Parecía desalmada. Kadarina no pudo evitar compadecerse de ella.
Noela volvió en sí y sus ojos estaban vidriosos. Dijo:
—Quiero descansar.
Kadarina estaba preocupada por ella y susurró:
—¿Qué tal si te llevo de vuelta al hotel?
Noela sacudió la cabeza y dijo suavemente:
Noela estaba demasiado emocionada, así que no dio una respuesta rápida. Miró hacia el lugar de donde procedía la voz y vio a un joven con traje.
El hombre era alto y delgado. Tenía un aspecto refinado y noble, lo que dio a Noela una sensación refrescante. Le resultaba un poco familiar. Noela sintió que había visto a este hombre en alguna parte antes.
El hombre parecía saber lo que ella estaba pensando. Sonrió débilmente:
—Srta. Noela, nos conocimos en un baile hace un año. Soy Juan Muño.
Juan Muño.
Noela recordó:
—Eres el dueño de Universal.
Universal era una empresa emergente de Internet, pero se convirtió en un líder del sector en pocos años y fue también uno de los patrocinadores de «Ciudad Abandonada».
—Todavía te acuerdas de mí —Juan miró a Noela con una leve sonrisa, pero era difícil saber si estaba contento o no en ese momento.
Quizás era lo mismo para todos los hombres destacados. Eran buenos para ocultar sus emociones y no dejaban que los demás supieran fácilmente lo que pensaban.
Normalmente, Noela mantendría una conversación agradable con el patrocinador debido a sus habilidades profesionales.
Pero ahora no estaba de humor.
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