Cuando terminó el rodaje, Noela y Yadira fueron a cenar juntas.
Kadarina estaba esperando fuera. Ella fue con ellos.
Poco después de que Noela y los demás se sentaran, llegó Apolo.
En cuanto entró Apolo, Kadarina chasqueó la lengua y preguntó:
—¿No vas a casa a cuidar de tu novia?
—No sabes nada —Apolo le dio una palmadita en la cabeza.
Kadarina se cubrió la cabeza y resopló.
Noela permaneció en silencio y estudió el menú con Yadira.
Era muy tarde, así que sólo comieron un poco y nadie bebió.
Cuando Noela levantó la cabeza, descubrió que sólo quedaban ella y Apolo en la sala privada.
Noela miró a su alrededor y preguntó a Apolo:
—¿Dónde están? ¿Han ido todos al baño?
—Kadarina fue al baño, y también Delfino y Yadira —De hecho, fue Apolo quien les pidió que se fueran.
—Oh —Noela bajó la cabeza y siguió comiendo.
Apolo la llamó:
—Noela.
—¿Qué? —La expresión de Noela era algo fría.
Apolo la miró a los ojos brillantes y suspiró imperceptiblemente.
—Cuídate.
Noela dejó de comer:
—¿Qué quieres decir?
Apolo añadió:
—No te acerques demasiado a Juan. Sólo quiere aprovecharse de ti.
—¿Has terminado? —Noela estaba impaciente—. Métete en tus asuntos.
Noela no quería seguir comiendo. Dejó los palillos y sacó su teléfono para llamar a Kadarina.
—¿Noela?
—¿Dónde estás? Date prisa y vuelve. Nos vamos al aeropuerto.
Cuando Noela terminó de hablar, colgó el teléfono.
Cuando hablaba por teléfono, Apolo la miraba fijamente. Después de colgar el teléfono, Apolo seguía mirándola.
También quería abrazar a Noela.
...
Después de despedirse de Noela y Kadarina, los otros tres planearon volver a casa.
Justo cuando Yadira se sentó en el coche y se abrochó el cinturón de seguridad, oyó que alguien abría la puerta del coche en la fila de atrás.
Mirando hacia atrás, vio a Apolo.
Apolo se sentó en la última fila y dijo:
—No he conducido y no quiero volver a casa. Estaría solo aunque volviera a casa. ¿Podría dormir en tu casa esta noche?
Delfino le miró fríamente.
—No.
—Yadira —Apolo ignoró a Delfino y se volvió para mirar a Yadira con una sonrisa halagadora.
Yadira no era tan frío como Delfino. Sonrió a Apolo y dijo:
—Por supuesto. Si Raquel sabe que te quedas en nuestra casa, se alegrará. Dijo que hacía mucho tiempo que no te veía.
Apolo dio una palmadita en el hombro de Delfino y dijo:
—¿Oyes eso? Raquel quiere verme.
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