Noela se giró y vio a Apolo sentado en un banco no muy lejano.
Se vistió con ropa informal y se apoyó perezosamente en una silla. Parecía relajado. El resplandor del sol poniente brillaba en su cuerpo, haciéndolo más suave y gentil que de costumbre.
Le sonrió a Noela en el momento posterior. Su sonrisa era tan limpia como la de un niño grande, sin la más mínima sensación de ansiedad o urgencia en el centro del incidente.
Noela lo miró fijamente durante un rato antes de soltar un suspiro de alivio.
—¿Por qué te volviste tan estúpido después de que nos conocimos por unos días?
Apolo vio que ella lo miraba aturdida. Antes de que ella se moviera, Apolo se levantó y se dirigió hacia Noela.
Tenía las piernas largas y daba grandes zancadas, y pronto llegó frente a Noela.
Apolo se metió las dos manos en los bolsillos y pareció más perezoso aún. Se agachó y miró a Noela:
—Dime, ¿qué te pasa?
La expresión de Noela había vuelto a la normalidad. Miró sutilmente a Apolo y le dijo:
—¿Dónde está tu teléfono?
—En casa —Apolo se sacó el bolsillo y luego extendió la mano para mostrarle a Noela que no tenía nada en el bolsillo.
Por su tono, no parecía estar seguro de dónde estaba su teléfono.
Sin embargo, siempre llevaba su teléfono móvil.
Noela miró a su alrededor y sintió que aquel no era el lugar para hablar.
—Vuelve y habla.
Se adelantó, tomando la delantera.
Apolo le siguió lentamente por detrás:
—¿Arriba o abajo?
Noela lo miró.
Apolo preguntó:
—¿Tu casa o la mía?
Sólo entonces Noela se dio cuenta de que fue impulsivo encontrar a Apolo.
En este momento crítico, ya sea en su casa o en la de Apolo, si los medios de comunicación les pillaran juntos, sería algo muy malo.
Pero en ese momento, Noela no pensó tanto.
—Los medios de comunicación no sabían que tenía una casa aquí —Apolo vio su preocupación y dijo con una leve sonrisa.
Apolo incluso tarareaba cuando le servía el agua.
Noela lo llamó por su nombre.
—Apolo.
—¿Por qué me llamas?
preguntó Apolo con una sonrisa, y su tono era tan perezoso como el de un rufián. Parecía estar de buen humor.
Noela estaba aún más segura de que Apolo no sabía lo que estaba ocurriendo en Internet.
Sin decir nada, sacó su teléfono y se conectó a Twitter, preparándose para mostrar las noticias de Twitter a Apolo.
Sin embargo, después de conectarse a Twitter, se dio cuenta de que todos los trending topics anteriores habían desaparecido.
Buscó a Apolo, pero no encontró nada.
Buscando a Susana, tampoco pudo encontrar nada.
Apolo caminó detrás de ella y le recordó:
—No tienes que buscar. Me he gastado mucho dinero en relaciones públicas.
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