—¿Quieres algo diferente? —dijo Apolo con indiferencia, pero mostrando su desdén claramente en sus ojos.
Pascual iba a decir —desafiante— cuando oyó la voz burlona de Apolo:
—No tienes nada mejor que yo.
Inmediatamente, la sala se convirtió en un silencio absoluto.
Todo el mundo se dio cuenta de que Apolo iba en serio. Pensando que Sofía y Apolo eran amigos íntimos, alguien fue a buscar a Sofía y le susurró:
—Eres íntima de Apolo. Por favor, habla con él. Son hermanos y no tienen que hacer tanto escándalo por cosas triviales. La gente se reiría de ellos.
Sofía dudó.
Si iba a persuadir a Apolo y éste la escuchaba, estaría bien. Ella también se sentiría bien. Pero si Apolo no la escuchara, se sentiría avergonzada ante tanta gente.
—¡Está bien! Beberé contigo —Pascual casi apretó los dientes al decir esto.
Sofía se sintió aliviada por ello. Ya no necesitaba arriesgarse para detenerlos.
La actuación de la banda en el escenario ha terminado, y la banda ha ido a los bastidores. Más tarde habría otra actuación.
Juan se levantó y se dirigió hacia Noela.
Se acercó a Noela y le preguntó amablemente:
—Señorita Noela, ¿le importa que me siente a charlar con usted?
El rostro de Juan estaba tranquilo, y en sus ojos había un atisbo de sonrisa que le hacía parecer amable.
Noela no aceptó ni se negó. Sólo preguntó:
—Sr. Juan, ¿qué quiere hablar conmigo?
Juan no esperó su respuesta y se sentó justo enfrente de Noela:
—Sólo una pequeña charla.
La mirada de Noela se posó en el escenario. Los nuevos intérpretes salieron al escenario, y parecía un grupo de baile caliente.
—¿Cuándo es la próxima grabación de «Mi vida»? ¿Has recibido algún aviso? —preguntó Juan.
—Señorita Kadarina.
Las luces del bar parpadeaban. Se encendían y luego se atenuaban.
Kadarina estaba muy familiarizada con Noela. Reconoció a Noela de un vistazo. Estaba hablando con Noela hace un momento y no se dio cuenta de que Juan también estaba allí.
—Sr. Juan, usted también está aquí —Kadarina miró de un lado a otro entre Noela y Juan, y su expresión cambió sutilmente.
No pudo evitar sentarse y miró a Juan con atención.
Juan miró a Kadarina de vuelta con calma, permitiéndole que lo examinara. Seguramente por las luces, tenía un aspecto amable y refinado.
Kadarina se sonrojó. Se apresuró a girar la cabeza y tartamudeó:
—Eso... es toda una coincidencia....
—Qué coincidencia. No esperaba que la señorita Kadarina estuviera aquí también.
Las comisuras de los ojos de Juan se curvaron ligeramente. Redujo la velocidad de su conversación con una sonrisa en los ojos, lo que le hizo parecer aún más amable.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera
Quiero seguir leyendo...