Cuando Kadarina terminó de hablar, colgó. Tenía miedo de maldecir al reportero si seguía hablando.
Aunque sabía que los reporteros se ganaban la vida con estas cosas, no pudo evitar sentirse enfadada.
—Estos periodistas nos vigilan todos los días. ¿Cómo pueden tener tanto tiempo? —Kadarina estaba llena de ira. Después de quejarse, se dirigió a Noela y le dijo:
—Noela, vamos a la empresa para ver la situación.
Para una actriz, este tipo de noticias negativas pueden ser fatales si no se manejan adecuadamente.
—Sí —Noela pensó lo mismo que Kadarina. Era un asunto tan importante, y era el momento de hacer un viaje a la empresa.
Y el plan de disfrutar de la suntuosa comida se arruinó.
Noela y Kadarina bajaron juntas las escaleras. Kadarina cogió las llaves del coche y dijo:
—Noela, luego iré a comprar comida. Puedes comer en el coche. No sé cuánto durará la reunión. Puede que no tengas tiempo de comer.
Al oír esto, Noela se rió:
—Bien.
Kadarina era cada vez más considerada.
Kadarina conducía mientras Noela se sentaba en el asiento del copiloto.
Había una tienda de comestibles a la entrada de la comunidad. Kadarina condujo hasta allí y se desabrochó el cinturón de seguridad. Se bajó del coche y fue a comprar sándwiches y yogures. Después de eso, volvió a entrar rápidamente en el coche.
Noela dijo:
—Actuaste como un ladrón.
—Me temo que habrá periodistas —dijo Kadarina. Entregó la porción que había comprado para Noela, luego engulló un sándwich y comenzó a conducir.
Mientras conducía, se palpaba el pecho con la otra mano. Era evidente que se estaba ahogando.
—¿Cuál es la prisa? Podemos irnos cuando lo termines. Tenemos tiempo —Noela le dio agua.
Kadarina tomó el agua y dijo:
—Tienes razón.
Sin embargo, después de beber el agua, siguió adelante.
Temía que su teléfono estuviera ocupado todo el tiempo y que la empresa no pudiera comunicarse con ella.
Justo cuando colgó, sonó el teléfono de Noela.
Kadarina miró preocupada. Estaba preocupada porque algunos periodistas habían llamado.
En la era de los grandes datos, la privacidad se vio muy vulnerada. Aunque Noela fuera una celebridad, esos periodistas tenían muchas formas de conseguir su número de teléfono.
—Es de Yadira —Noela vio la preocupación de Kadarina y le explicó.
Sólo entonces Kadarina asintió y se centró en la conducción.
Noela contestó el teléfono:
—Yadira.
La voz de Yadira llegó desde el teléfono:
—Veo que estás en problemas otra vez. ¿Dónde estás?
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