Matrimonio de primera romance Capítulo 1536

La mano de Yadira, que sostenía el teléfono, temblaba ligeramente. Tomó fotos de la matrícula del coche. Luego, abrazó a Raquel y le dijo con urgencia:

—¿Sientes algún dolor? ¿Te sientes mal?

Raquel sacudió la cabeza y miró en la dirección en la que se fue Noela:

—Tía Noela...

—Llamé a la policía y a papá. Son muy poderosos y la tía Noela estará bien —La voz de Yadira temblaba. Intentó consolar a Raquel y a sí misma.

Justo ahora, Noela le dijo que no viniera. Ella sabía que algo malo debía haber pasado. También conocía su estado físico actual, así que llamó inmediatamente a Delfino y a la policía.

Pocos minutos después de la captura de Raquel, Noela fue secuestrada. Sucedió tan rápido, que no les dio tiempo a reaccionar.

Los gánsteres eran extremadamente feroces y llevaban mucho tiempo observándolos, por lo que atacaron de forma rápida y despiadada.

Delfino y Apolo llegaron pronto.

Se atropellaron y llevaban un fuerte olor a alcohol.

Apolo estaba muy borracho, pero cuando se enteró de que a Noela le había pasado algo, un escalofrío le recorrió los miembros y los huesos, haciéndole recuperar la sobriedad.

—¿Dónde está Noela? ¿Qué ha pasado? —Apolo jadeaba, y sus ojos estaban rojos por la ansiedad.

—Lo siento, Noela fue secuestrada por mi culpa. Tomé el número de la matrícula —Yadira se culpó y comprendió a Apolo.

Mencionó comprarle a Raquel un libro de ilustraciones. Pero no sirvió de nada disculparse. Noela había sido secuestrada.

Apolo se limpió la cara y se tranquilizó:

—Está bien. No es culpa tuya. Dame el número de la matrícula.

Yadira le mostró las fotos a Apolo.

Tras recibir la llamada de Yadira, Delfino se encargó de que alguien los buscara, por lo que llegó aquí un poco antes que Apolo.

Se acercó y abrazó suavemente el hombro de Yadira. Se miraron en silencio. No hacían falta palabras.

—No llores. Ahora no estás guapa. No es culpa tuya. No llores.

Raquel frunció los labios y contuvo las lágrimas:

—Lo siento.

Tenía un aspecto lamentable y bonito.

Apolo forzó una sonrisa y se burló de ella:

—No digas que lo sientes. Si Noela tiene problemas, tú también la ayudarás, ¿verdad?

Raquel asintió sin dudarlo.

Apolo reveló una sonrisa gratificante y le dijo a Delfino:

—Raquel está asustada. Llévala de vuelta.

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