Noela presionó el cuello de Susana con el fragmento de jarrón en la mano. Su otra mano presionaba el vientre de Susana.
—Cuando lo necesitas, lo usas para engañar a Apolo. Cuando no lo necesitas, quieres matarlo. No eres digna de ser madre.
Su emoción no se podía distinguir por su tono. Era como si suspirara y se perdiera en sus pensamientos.
Susana sintió que Noela parecía un poco loca en este momento.
Sin embargo, no se atrevió a moverse. Siguió las palabras de Noela:
—Sí, tienes razón, no soy digna de ser madre...
Noela no dijo nada, como si hubiera caído en sus propios pensamientos. Parecía distraída.
Susana sintió que era el momento de huir.
Quería alejar a Noela mientras estaba distraída.
Sin embargo, cuando se movía, Noela estaba alerta. El fragmento de jarrón en su cuello estaba presionado.
Susana sintió la sangre pegajosa en el cuello. No sabía si la sangre era de su cuello o de las manos de Noela.
Estaba tan asustada que no se atrevía a moverse. Gritó:
—Noela, lo siento. Por favor, perdóname. No me muevo más. Por favor...
Después de decir eso, se puso a llorar y parecía muy compungida.
Por fin, parecía una chica de su edad.
Noela curvó los labios y sonrió. Su sonrisa era extremadamente fría.
La mano que sostenía el fragmento de jarrón ejerció una ligera fuerza y cortó el cuello de Susana.
Susana estaba tan asustada que dejó de llorar. Miró a Noela temblando:
—Tú... piensa en Apolo, le quieres. Si me matas, irás a la cárcel...
—¿Ir a la cárcel? —Noela se burló:
—¿Crees que Apolo me meterá en la cárcel?
—¿Quién te ha dado el dinero?
—No lo sé —Susana negó con la cabeza.
—¿No lo sabes? —Noela repitió sus palabras, y su mano sosteniendo el fragmento de jarrón ejerció un poco de fuerza.
Susana estaba tan asustada que levantó la voz:
—¡Realmente no lo sé! De repente vino a verme y me dijo que podía ayudarme. En ese momento, yo ya estaba desesperada. No sabía quién era, pero confiaba en él. No esperaba que realmente me diera dinero y me ayudara a abortar...
Parecía que decía la verdad.
—Mentiroso —Sin embargo, Noela decidió obtener más de Susana.
Después de todo, Susana era una mujer que no tenía credibilidad.
—Lo que he dicho es cierto —Los ojos de Susana se llenaron de miedo mientras decía:
—No he mentido.
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