Noela evaluó a Pascual y se sentó en la silla frente a él.
—No tienes buen aspecto —dijo Noela.
Un rastro de inquietud apareció en el rostro de Pascual. Sonrió torpemente:
—Hace poco, empecé a hacerme cargo de la empresa. Hay muchas cosas que hacer. Estoy ocupado. Soy nuevo en estas cosas. Es un poco complicado.
Esta explicación parecía razonable.
Noela pensó que tenía razón. Nadie había nacido para saberlo todo. No había tantos genios de los negocios en este mundo. La mayoría de ellos tenían que trabajar duro en secreto para poder parecer glamurosos delante de la gente.
De repente pensó en Apolo.
En aquella época, Apolo y Delfino debían de sufrir mucho para poner en marcha un negocio.
Sin embargo, cuando ella y Apolo se reencontraron, Grupo Auge había triunfado y Apolo se había convertido en el Sr. Dominguez de la industria del entretenimiento.
Todo el mundo en la industria del entretenimiento le mostraba respeto cuando lo veía.
Al sentir que sus pensamientos se alejaban, Noela recuperó el sentido común:
—Estar ocupada es común en la etapa incipiente. Todo es difícil al principio. Será mejor cuando lo domines.
—Pensé que era fácil hacer negocios. Apolo parece tomárselo con calma. Para él, todo parece muy sencillo.
Pascual se rió de sí mismo y suspiró:
—Sin experimentarlo tú mismo, nunca sabrías lo duro que es.
Noela no ha venido aquí para escuchar las quejas de Pascual.
Miró a Pascual sin decir nada.
Pascual siguió quejándose. Después de un rato, finalmente notó que Noela no respondía. Entonces, miró a Noela.
Noela parecía indiferente. No había ninguna expresión en su rostro.
Pascual y Noela se miraron durante unos instantes, sin decir nada. Entonces Pascual sacó un papel de su bolsa y se lo dio a Noela.
Noela lo cogió y lo miró. Pero no lo vio claramente porque la luz era tenue. Cuando lo puso delante de ella, vio las palabras que ponía.
Era una sensación indescriptible.
Nadie podía explicarlo con claridad.
Pascual dijo:
—Pero a estas alturas, no importa cómo conseguí esto.
—¿Qué quieres? —Noela le miró con precaución.
Debe tener un hacha para moler.
Pascual parecía estar luchando. Bajó la cabeza y no miró a los ojos de Noela:
—Sólo necesito tu ayuda.
Noela se burló:
—¿Ayuda o amenaza? Deberías ser más preciso. Somos adultos y deberíamos ser responsables de nuestros actos. No seas tímida.
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